Polaroid II

Termino de trabajar a eso de las cinco y media, me pongo unas calzas, una remera, ojotas, agarro la menor cantidad de llaves posible y me voy a correr. No llevo I-pod, ni plata, ni nada que me puedan sacar.

La saludo a Marlene, que atiende el Salvatore, cerca de la plaza São Salvador, donde varios hombres toman cervezas importadas. Los barcitos que rodean la plaza ya se empiezan a llenar.

Llego a la Rua Barão do Flamengo, Tacacá do Norte está lleno y me digo que algún día les tengo que mostrar todas las publicaciones que hice sobre ese lugar. En la puerta de la farmacia un chico se depila las cejas sentado en una silla de plástico con un espejito en la mano, el de al lado juega con un video-game y otro, de pie, lo mira jugar. Más adelante un señor duerme la siesta encima de una carretilla detrás de las rejas de un local vacío. Y enseguida, el restaurante de comida peruana Intihuasi, que nunca se me dio por probar pero dicen que es bueno.

Me pasa una pareja de altos, ella rubia, bronceada, con el pelo largo atado en una cola de caballo, ropa deportiva negra y zapatillas multicolor, se parece a Valeria Mazza. Él tiene una incipiente pelada y no mucho más para decir.

Al cruzar el puente curvo que une la ciudad con el Aterro do Flamengo, una bandada de aves formadas en V vuela por el cielo rojizo en el que sobresale el Pão de Açúcar, macizo, imponente. Y en un gran cliché, suspiro porque llegué a Río.

Polaroid I 

El exorcista

El Templo dos Anjos queda en una cuadra apartada del barrio de Lapa. Lo único que lo delata es la luz violeta que se escapa por entre las cortinas de tiritas, como las que había en los almacenes y después se pusieron de moda, pero con canutillos. Si uno pasa por delante y no sabe, pasa de largo. Por fuera es una casona antigua, por dentro, un templo con piso de mosaicos blancos, paredes blancas, sillas de plástico blancas, imágenes de Jesús, de arcángeles, inscripciones en hebreo, un cartel que explica sobre los cursos de cábala, un mostrador donde cobran pequeñas contribuciones, otro donde venden salgados, tortas, café y gaseosas, un entrepiso y una luz violeta fuerte que evita que el lugar parezca la sala de un hospital.

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Volver

Açaí, açaí, grita por el megáfono el vendedor del mejor açaí de la playa de Ipanema, con su sunga negra que en la bunda dice carioca con letra manuscrita, y me presenta a su hija, que debe tener unos 4 años, hermosa, mulata y con un beso marcado en el cachete  derecho, el rush rojo de unos labios gruesos.  Seguir leyendo

Por fin el Pacífico

Estoy donde la selva cae en picada directo al mar, donde no hay señal de celular, donde las ballenas pasan por la bahía dando saltos con sus crías recién nacidas, donde el Pacífico es fiel a su nombre: calmo, cálido, claro y tiene peces blancos con lunares verdes fluorescentes. Estoy donde todavía se encuentran caracoles. Donde el patacón es un plátano aplastado y delicioso que hace las veces de pan y es resistente a la humedad. Porque nada resiste a la humedad en el Pacífico Colombiano. Donde se baila chirimía y la gente no tranca las puertas de sus casas; donde se llega sólo por mar. Del conflicto más extremo al Pacífico más extremo. Y de aquí directo a casa. Por fin.

Las maletas malas y los corazones buenos

Las veía pasar una y otra vez, casi todas negras, grandotas, llenas, algunas verdes, rojas, azules, animal print, con dos ruedas, con cuatro, rígidas, rotas. Pasaban una y otra vez por la cinta transportadora, repetidas, hasta que no se las veía más, ni a las valijas ni a sus dueños. Pasaba todo tipo de valijas, menos la mía. Seguir leyendo

Bum bum

Son las cuatro y media de la tarde en Tel Aviv y voy a The Photo House, la tienda más antigua de fotografía de la ciudad, de 1940. La conocí porque está en el mismo barrio donde estoy parando y por un documental que se llama Life in Stills, que narra la historia de cómo Miriam Weissenstein, de 96 años, y su nieto Ben, los de las fotos de arriba, trabajan juntos para salvar la mayor colección de fotos que hay de la ciudad. Un rato antes había pasado por la antigua municipalidad, donde se declaró la independencia de Israel, en el 48, donde hay otra buena colección de fotos de la época y una impactante, que muestra lo que era Tel Aviv a principios del siglo XX: un desierto.

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Diálogos internos

En diez minutos Argentina y Alemania se enfrentan por el título mundial en Río de Janeiro, donde está mi casa. Y hace algunas horas vi por televisión los tanques de guerra que anoche eran trasladados en camiones desde el Norte de Israel hacia Gaza, y que tuve a dos metros del parabrisas del auto en que viajaba, y que por la baja velocidad con la que avanzaban y el ancho que ocupaban, provocaron un embotellamiento infernal en la ruta y en mi mente. Argentina finalista en Río y yo en el conflicto de Medio Oriente. Quise escaparme de la Copa y me metí en un lío mucho mayor. Seguir leyendo

Pasaporte al día

Estuve años sin obra social, estuve diez días sin hablar, y sin cenar; estuve siete años sin televisor, pero nunca estuve sin pasaporte. El pasaporte siempre listo. El último lo renové por 70 reales en el Consulado de Argentina en Río de Janeiro, en el 2012. Válido por cinco años, con algunas hojas en blanco, una visa que acabo de sacar para Estados Unidos y la única foto de documento en la que salgo tan bien que algunos dicen que me parezco a Jennifer Aniston. Seguir leyendo

Sangre Latina

Melodramáticos, desordenados, genios en improvisación, calientes, contradictorios, proclives a la parranda, soñadores, impuntuales, coloridos y buenos para el fútbol. Cuanto más viajo más latina me reconozco. Y cuando escucho esta canción de Secos e Molhados, de 1973, le vuelvo a dar play una y otra vez.

Jurei mentiras                       Juré mentiras
E sigo sozinho                       Y sigo solo
Assumo os pecados             Asumo los pecados

Os ventos do norte               Los vientos del norte
Não movem moinhos           No mueven molinos
E o que me resta                  Y lo que me resta
É só um gemido                   Es sólo un gemido

Minha vida, meus mortos     Mi vida, mis muertos
Meus caminhos tortos          Mis caminos torcidos
Meu Sangue Latino              Mi Sangre Latina
Minh’alma cativa                  Mi alma cautiva

Rompi tratados                     Rompí tratados
Traí os ritos                          Traicioné los ritos
Quebrei a lança                    Quebré la lanza
Lancei no espaço                 Lancé al espacio
Um grito, um desabafo         Un grito, un desahogo

E o que me importa              Y lo que me importa
É não estar vencido              Es no estar vencido
Minha vida, meus mortos      Mi vida, mis muertos
Meus caminhos tortos           Mis caminos torcidos
Meu Sangue Latino               Mi Sangre Latina
Minh’alma cativa                   Mi alma cautiva

Déjà vu

¿Se acuerdan del 2001? cómo olvidarlo. Fue casi una violación. Casi no, fue una verdadera violación. Justo había renunciado a mi trabajo en una agencia de publicidad, había vuelto de un viaje por Sudamérica y me preparaba para vivir un año sabático, hasta que supiera qué era lo que quería hacer, total tenía mis ahorros en el banco… Seguir leyendo