Un refugio en la ciudad

La temperatura baja unos grados, el terreno se eleva unos cuantos metros y la arquitectura se cuela entre la naturaleza, con el máximo respeto. Se trata de la casa del embajador y banquero Walter Moreira Salles, padre del cineasta Walter Salles. Una construcción de la década del 50, proyectada por el arquitecto Olavo Redig de Campos. El sello de los jardines salta a la vista apenas se visita este lugar que está en lo alto del barrio de Gâvea. Sólo Roberto Burle Marx podría haber diseñado ese paisaje que lo deja a uno atontado, por el tamaño de las hojas, los colores de los frutos que son raros y a la vez autóctonos. El mosaico que rodea la piscina también es de su autoría. Seguir leyendo

El titán del aluminio

La Avenida Bartolomeu Mitre, en el barrio de Leblon, conecta la Zona Sul de Río con otros barrios: Barra da Tijuca, São Conrado, Gâvea y Rocinha, la favela más grande de Brasil. Es una avenida ancha, con bastante tránsito pesado, semáforos demorados y obras del Metrô a dos cuadras de la playa. Un domingo a la tarde, pedaleando por la bicisenda, más o menos donde empieza la calle de los restaurantes y bares de moda, la Dias Ferreira, veo esta imagen: dos piernas y la bolsa de un colchón Queen Size lleno de latas.  Seguir leyendo

El bar donde Ipanema no duerme

Después de las nueve de la noche, la Visconde de Pirajá, avenida principal de Ipanema, equivalente, digamos, a la avenida Santa Fe en Buenos Aires en esa manía argentina de compararlo todo, está más desierta que domingo en el microcentro. Si Roberto Arlt viviera y visitara Río de nuevo, volvería a quejarse de lo mismo que en 1930. A las once de la noche todo el mundo está durmiendo. O casi, el que no, va por la mitad de su caipirona, una caipirinha de litro y medio, en el Barthodomeu. Y después, como a eso de las tres, cruzará al Empório, un bar rockero que también está a una cuadra del mar y salva las noches del barrio.  Seguir leyendo

Pertenenecias

Como todas las semanas, fui a comer mi dosis de açaí al Tacacá do Norte. Era de tarde y el bolichito estaba tranquilo, ni muy lleno ni muy vacío. Varios lugares disponibles en el fondo, donde suelo sentarme. Pensé que la banqueta del final estaba ocupada, que la mujer, porque sólo podía ser una mujer o un travesti, estaba en el baño. Pero no, era uno de los empleados el que ocupaba el baño.

Pasaron diez minutos y nadie más que yo parecía ver esa campera roja de cuero colgada en el respaldo curvo de la banqueta de aluminio. Corta, con cierres de bronce, olor a nueva. Me fijé la marca, no la conocía pero parecía buena. Forrada por dentro. Capaz la dueña estaba hablando por teléfono afuera, en ese boteco nunca hay señal. Seguí comiendo el açaí. No había dueña, la campera llevaba media hora abandonada en el respaldo ¿cómo pueden olvidarse una campera tan linda con este frío? Sí, en Río de Janeiro hace frío, no por muchos días, nunca menos de 13 grados, pero cuando el promedio anual es 30, 18 parece helado.

Por el espejo de la pared vi que cada uno estaba absorto en su comida, en prepararla o en comerla. Descolgué la campera y me la probé. Mi talle. Debería usar más rojo. Si me la llevo nadie se da cuenta. ¿Cuánto costará una campera de estas?. Me la saqué despacio. Pagué el açaí, agarré mi mochila, doblé la campera al medio y me quedé parada. -Señor, alguien se olvidó esta campera. Cuando salí a la calle me pareció que la temperatura había aumentado un par de grados.

Babilônia

Algo se quema en Santos, la capital del Surf, en el litoral paulista. El humo del incendio es grueso, pesado y negro. Son tanques de etanol y nafta, que media hora más tarde, cuando yo ya no esté viendo esas imágenes en la tele de la fotocopiadora, explotarán. José Junior sube un video a Facebook de otro chico negro baleado en esta “guerra de drogas” en el Complexo do Alemão, una de las favelas más pobres de Río. En otro video filmado con celular, un hombre es golpeado y detenido por la policía cuando protesta en contra de un acto que pide el retorno de los militares. “Leva” -lleva- grita la gente y aplaude cuando unos diez policías le pegan al “comunista”. Otra foto muestra un joven lleno de golpes y lastimaduras. Lucas, a quien anoche molieron a palos en un bar de Botafogo, al final de una marcha contra la homofobia. La semana pasada se armó un escándalo con la nueva novela de la TV Globo, Babilônia, en la que dos señoras de 80 años (Fernanda Montenegro y Nathalia Timberg) se besan en la boca en el capítulo estreno. Y hace dos días, la Comisión de Constitución y Justicia aprobó una enmienda para bajar la minoridad penal de 18 a 16 años. Hoy casi no veo selfies con ojos achinados y piquitos, ni fotos de “paraísos”. Mi timeline muestra la otra cara de este Brasil alegre. La espalda de Cristo. Mientras tanto, la altura máxima para circular por los supermercados sin chocar la cabeza con un huevo de pascua es 1,70. En Santos explotan tanques de combustible y en Malvinas tres compañías británicas festejan que encontraron, en este raro 2 de abril, yacimientos de petróleo. ¿Felices fiestas?

Mais uma, por favor

Sábado de mañana. Un grupo de chefs, periodistas gastronómicos, dueños de restaurantes, sommeliers, asesores de prensa y quien escribe viajamos en una trafic último modelo rumbo al lugar preferido de la Emperatriz Teresa Cristina, esposa de Don Pedro II: Teresópolis. A probar una cerveza.  Seguir leyendo

Eclipse de Zaz

¿Por dónde se empieza a contar esta historia? ¿Por la cantidad de zapatos amontonados en ese palier de Botafogo? ¿El camino empedrado completamente oscuro que sube por el medio de la floresta y la ciudad hasta una iglesia? ¿O cuando con Letícia Novaes nos damos cuenta de que por cuestiones de altura no somos buenas compañeras de recital? Seguir leyendo

Brasil en siglas

No basta conocer la maravillosa y sensual lengua portuguesa para entender le que se dice en una conversación, o en la tele, o en una página de internet que explica cómo se hace para exportar servicios. Hay que hacer un Master en SGLS, abreviaciones, letras que juntas significan cosas importantes: CPF, CNPJ, UFRJ, PF, PM, DR y CC. Seguir leyendo

Positividade

Juro que no sabía que hoy era el Día Internacional de la Felicidad (declarado por la ONU!). Pensaba escribir este post porque sí, para contrarrestar el último y porque hace bastante me vienen rondando estas sensaciones sobre las cosas positivas. Seguir leyendo

Yo no tengo la culpa

Brasil anda extraño, a 30 años de la Nueva República, o de la vuelta de la democracia, la gente sale a la calle a manifestar. Libremente piden: que se acabe la corrupción, que se vaya Dilma, we want military intervention now, sí, en inglés -queremos intervención militar ahora-, que privaticen más y otras barbaridades como “femenicidio sí, fomenicido no #fuera el PT”. Fome es hambre en portugués y femenicidio es el asesinato de mujeres por razones de género. El cartel lo sostenía una señora y la foto se puede ver en Instragram. Tal vez la señora se expresó mal. Quién sabe.

En el 2013, cuando Brasil salió a la calle a protestar por el aumento del pasaje de colectivo, de R$ 3 a R$ 3,20, se respiraba cambio, creatividad en los mensajes, esperanza, el despertar del gigante. Hoy el pasaje cuesta R$ 3,40 y lo que se siente en las manifestaciones es un extraño malestar, una brecha que se abre entre un lado y otro aunque no se sabe bien qué significa cada uno. A la esperanza y las ganas de cambio les pasó por encima el odio, expresado sin gracia, con agresividad y faltas de ortografía.  Seguir leyendo