Más Ueno que Bratkov

Lo siento amigos lectores. Lo siento mucho. Estoy entre la espada y la pared. NO! quiero decir: estoy entre la web y el papel. A los tironeos. Y cada vez me tienta más la web. ¿Se entiende? NO! Seguro que no. Pero el caso es que no tengo tiempo de escribir lo que quería escribir. Asi que lo escribo igual. Ahi va:

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Descubro, descubrimos. Nos descubren

Alejandra Laviada es una chica bonita (foto de abajo), delgada, muy de hacer fotos dentro de su casa, o un estudio o un edificio abandonado. Junta las cosas que allí encuentra (en el edificio abandonado) y arma unas extrañas esculturas. Les dispara una fotos. Las mira, piensa sobre esas fotos. ¿Qué ha pasado?.

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La foto del sábado… domingo!

Domingo a la mañana.. ya tomé mi café y estoy casi casi en condiciones de publicar la foto del sábado. Miro mi archivo en el publicador y  encuentro esta pic de Romina García. Me pregunto: ¿la publico?. ES una foto que me parece buena para subirla?. Nadie podría decir que esta imagen no es interesante. Pero con esta sección de “La foto del sábado” (que ya casi es “La foto del domingo”!!!) me pasa que tengo ganas de decir algo acerca de ellas. Porque puede ser que mis amigos lectores estén equivocados o yo me haya expresado mal cuando hice la convocatoria. Pregunto: yo lector, ¿quiero ver colgada aqui la foto me mi hijito cuando cumplió un año?. ¿Quiero que vean el último atardecer que fotografié en … Pinamar? ¿Quiero mostrar mis aptitudes como artista? No! NO!, querídismos lectores. No es la intención. O perdón, si es la intención! pero si la foto es buena! Y para mi una foto buena es una imagen que me plantea interrogantes, enigmas sisisi, y además, que me den ganas de verla otra vez, y otra vez y otra vez, y otra vez más.

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Asi que desde este sábado (domingo, perdón), voy a publicar la foto de los lectores, pero le voy a sumar  mi comentario, constructivo, positivo, intentando ser instructivo, Pero de ningún modo concesivo!.

Vuelvo a la imagen de Romina. Saben qué me pasa con esta foto? Ya la vi. Si, la vi en la obra del maestro René Burrí, y en la de muchos otros de su generación. Y sigo creyendo que en el maldito rectangulito todavía se pueen hacer cosas nuevas. O nunca vistas! Ustedes dirán,  con razón: “pero que pibe más engreido”. Y es cierto, como dijo Jim Jarmusch: “La originalidad no existe. Lo único que cuenta es ser auténticos”. Pero qué grata sensación cuando uno se planta frente a una fotografía que lo obliga a detenerse y sin saber muy bien por qué, te la quedás mirando como un perro olisqueando una persona desconocida. Qué les parece, ¿subimos la apuesta? Espero vuestros comentarios. Con mucho cariño y mi sincero agradecimiento…. The Negative Man

Si querés publicar tu foto en esta sección, enviala a dmerle@lanacion.com.ar. El documento debe estar a 600 pixeles de lado mayor, 72 dpi de resolución y comprimido en jpg

La vida loca

No pude evitarlo. El fin de semana fue un sube y baja constante. Mucho champagne en la inauguración de Guillermo Ueno y Ale Urresti en Galería Ernesto Catena. Las fotos de la intimidad de Ueno son una invitación al sosiego. “Fijate la marquetería” me susurró Rosana Schoijett cuando se iba en medio de una casi multitud que celebraba en grande (¿qué celebraban?). No pude aguantar mucho más que diez minutos el interesente experimento en video de Urresti. Pero me impactó y tengo ganas de verlo otra vez.

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La foto del sábado

Eugenia Hermida

Si querés publicar tu foto en esta sección, enviala a dmerle@lanacion.com.ar. El documento debe estar a 600 pixeles de lado mayor, 72 dpi de resolución y comprimido en jpg

El buen dolor

Ayer salí de la redacción sin campera y con un papel en la mano. Un recurso ideal para escaparse y que todos piensen que en verdad seguís trabajando. Corrí hasta el subterráneo, lo tomé de un salto y me bajé en la estación Uruguay. Quería ir a la inauguración de la muestra “La Casa” de Daniel Muchiut en la fotogalería del TMGSM, no me la quería perder. La recorrí a los brincos porque tenía que volver a la fábrica urgente. Pero fue suficiente para “ver esas fotos” de otro modo. Una cosa es en el monitor, y otra muy distinta es contemplarlas grandes, bien copiadas, con luz y ahhh! con el detalle importantísimo que le da más valor a su emocionante presentación: las tarjetas postales antiguas de la familia de Daniel que completan el melancólico registro de la casa de doña Carmela en Chivilcoy.

Pero la verdad, queridos amigos, quiero escribir del dolor, y les cuento que me robé el título de este comentario de la bellísima novela de Guillermo Saccomanno. Pero el arte apropiado está de moda! y mi dolor no me permite ser más creativo… ¿El buen dolor es lo que siente una anciana cuando limpia primorosamente los pequeños monumentos de los recuerdos de toda una vida?. Los atesora en su casa  y  los pone a disposición de la mirada de Muchiut, que despojado de cualquier sentimentalismo, retrata cada una de las pequeñas instalaciones que va descubriendo.  Juan Travnik nos avisa, en su conmovedor prólogo, de aquella extraña reconciliación que se logra -fotografía mediante- entre el pasado brumoso y el presente que lo mira con recelo, o con ignorancia. Gracias a Daniel Muchiut saboreamos ese buen dolor que se desprende de esos objetos. El transcurso del tiempo cumplió su tarea. Me hace acordar a Walker Evans (abajo): “la delimitación de la observación pura, y dura” sólo eso. Ese es el arte de Daniel.

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El buen dolor es un recuerdo luminoso  de la historia de amor contenida en esos objetos. Y si nos dejamos llevar por los detalles, podemos casi palparlos. Como las grandes historias de amor (que las hay, a no dudarlo), que nos plantan en la boca un regusto agridulce y dejan en nuestros ojos un gesto agradecido y triste. Un recuerdo que se hará presente y locuaz a la hora de nuevos amores. Roland Barthes se levantaría de su tumba si acaso leyera esto (por lo mal escrito sobretodo!) El buen dolor nos hace más generosos pero también más desesperanzados. Siempre será un tesoro, irremplazable objeto amoroso de nuestro paso por la vida.

La elongación de los fotógrafos

Los fotógrafos necesitamos hacer un poco más de ejercicio. “Hoy salgo a sacar/tomar fotos”. “Mañana voy con fulano a sacar fotos”. “Es tan díficil fotografiar las cosas como quiero hacerlo!” “Tengo miedo de que me roben”. “NO me gusta invadir la intimidad de los otros”, “NO tengo tele” NO tengo angular” NO tengo digital” NO tengo ganas!

Asi no se puede. De excusas ya hemos construido el mundo en el que vivimos. Si tenemos una cámara cargada en las manos, es para usarla. O para pasearla! pero sin velos ni culpas escondidas. Yo tengo cámaras de paseo, son muy buenas. No tenés que cargarlas ni nada. Las llevás al hombro y en ciertos lugares te dan un aire a “fotoperiodista” Aunque parecer un reportero gráfico también tiene sus desventajas…

De todas maneras, lo que a mi me ocupa este lunes de lluvia y fotos malas dando vueltas por todos lados, es el tema. Hace algunos comentarios atrás se me dio por tipear palabritas acerca del famoso problema del “tema” que sumo, si me permiten, a la montañita de excusas que garabateé en el primer párrafo de este desatino de lunes.

Ayer, tuve la oportunidad de conversar con la fotógrafa Ale López, y los admirados escritores y editores de la revista OTRA PARTE, Marcelo Cohen y Graciela Speranza acerca de la ambigüedad de la fotografía. Si la foto es espontánea tiene un valor, si la foto fue planeada de antemano tiene otro valor. Pero el caso es que en muchas ocasiones no podemos distinguir cuál fue preconcebida y cuál detectada en el preciso instante en que sucedía la acción. Y al fin de cuentas, ¿a quién le  importa? ¿Cuál es la diferencia si la fotografía actual, como ya todos sabemos, siempre miente?

Mi tema, amigos mios, mi tema es “el tema”. Y yo anuncio: me gusta fotografiar “la transformación de la ciudad” (por poner un ejemplo nomás). Acto seguido, me pongo a pensar. Pienso, pienso, pienso, y pienso, hasta que me doy cuenta que el tema elegido es una paparruchada. Entonces, mejor cambiar de tema, no?

Otra opción es: salgo y hago unas fotos horribles. Las suficientes para llegar a la misma conclusión que llegaba en el párrafo anterior. Y la última opción, la de los bravos y los soñadores: persistir en el tema. Mirarlo por un lado, por el otro, por abajo, por arriba. Probar una cámara y  otra. buscar la luz adecuada o llevarla. Apasionarse en el proceso de deconstruir el tema por la suma de errores y chantadas y riesgos innecesarios que implica insistir sobre algo en lo que no tenemos ninguna esperanza.

Y para lograr ese estado hay que elongar más, mover el cuello a un costado y al otro, y varias veces. Estirar, estirar. Sentirse liviano, sin sobrepeso. Pensar sin ilusión, y sin escepticismo. Actuar! que en fotografía es lo más importante. El resto es fácil: apretar el maldito botoncito.

Las fotos que ilustran esta nota que no pienso releer ni corregir (perdón 🙂 ), son a mi juicio, algunas imágenes que cambiaron el rumbo de la fotografía a lo largo de su historia. ¿Ustedes qué piensan?. De arriba para abajo: “Milk”, de Jeff Wall. “Meudon”, André Kértez. “Bud Fields and his family at home”, Walker Evans. “Mujer Ciega”, Paul Strand.