Más allá de lo que hagámos con nuestras cámaras fotográficas es cierto que para fotografiar, hay que usarlas. Si, se puede con un monitor, con una camarita web, con un teléfono, con una cámara de video, con una tableta también. Pero qué buena la sensación que produce empuñar una cámara como Dios manda!
En este siglo la cámara fotográfica está liberada de su función específica y ahora puede dedicarse tranquilamente a ser un objeto de admiración, un fetiche, un adorno, un pisapapeles, lo que quiera ser. Libre al fin!
Lo mismo pasa con la toma: Es muy común escuchar: “Hacé un RAW directamente. Total, después, si algo salió mal, se puede arreglar cualquier cosa”.
Yo les pregunto: si no tuvieran la posibilidad de un RAW, ¿No sería más “virtuoso” tener un buen JPEG? y no tener que procesar nada posteriormente? Si, como en los buenos viejos tiempos de la diapositiva color.
En todo caso, ¿Alguien se ha puesto a investigar cuántos preseteos se pueden hacer en la cámara previamente a la toma, en vez de gatillar cientos de megas a tontas y a locas?
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