Debo admitir que el fenómeno del Super Bowl, a estas alturas, me resulta un tanto agotador. Y no voy a caer en cierto facilismo crítico antitilingo, al cual suscribo en líneas generales.
En este caso, mis argumentos no tienen que ver con una cuestión cultural.
Es cierto que la tanda del Super Bowl es el espacio publicitario más comentado del mundo y que los u$s 3 millones que una marca tiene que invertir para ocupar 30 segundos lo convierten en un evento millonario de alcance global, con una audiencia que este año ha superado los 110 millones de televidentes, según las primeras estimaciones. Seguir leyendo