Si una marca de autos u otra que copa más de media góndola en el pasillo de limpieza de un supermercado resultan claves para engordar la facturación de una agencia de publicidad, hay productos que resultan muy atractivos para las mentes creativas y que también se pueden transformar en ganchos que acerquen, popularidad y premios mediantes, a esas cuentas que pagan sueldos y mantienen estructuras.
Los preservativos entran en esa categoría de clientes. Manejan generalmente presupuestos modestos y tienen poquísima presencia en la tanda. Sin embargo, es una arena tentadora para que los publicitarios suelten libremente sus leones para correr o quizá borrar límites que otro tipo de etiquetas no soportarían trascender.
El reciente comercial estrenado por la marca japonesa Okamoto Zero One podría ser un buen ejemplo de ello: Seguir leyendo