Hay una ciudad secreta bajo la que transitamos los porteños cada día, esa que da cuenta de cómo Buenos Aires avanzó sobre sí misma en los últimos dos siglos. Los subsuelos de muchas propiedades del Casco Histórico y áreas protegidas linderas conservan bajo tierra testimonios de un pasado que pocos vecinos conocen, es el caso del renovado edificio de Bolívar 373, conocido como el antiguo Pasaje Belgrano.
Anclado en un floreciente polito gastronómico “patrimonial “, que en apenas dos cuadras concentra la nueva sede del Adorado Bar, la vinería Aldo’s con el Beboop Club, el Palacio Raggio, el edificio Otto Wulllf, el restó Y Venite, el Colegio Nacional Buenos Aires, la tradicional confitería Puerto Rico, el restaurante japonés Furaibo, la Librería de Ávila, el Museo de la Ciudad y la Iglesia San Ignacio de Loyola, entre otros espacios culturales), el terreno donde ahora funciona Casa Lepage Art Hotel perteneció originalmente a Martin de Alzaga, marido de la trágicamente fallecida Felicitas Guerrero.
Muerto de tristeza él, y asesinada ella en 1872 por un amante despechado, el predio en cuestión quedó en manos de la familia Guerrero, que al poco tiempo decidió levantar un conjunto de viviendas de renta unidas por un pasaje angosto con forma de L que entonces conectaba la avenida Belgrano con calle Bolívar. Hacia fines de siglo XIX se instaló en uno de sus locales la célebre Casa Lepage, de Henri Lepage, pionero de la industria cinematográfica argentina y autor de la primera filmación oficial, cuando en 1900 registró la visita al país del entonces presidente de Brasil, Campos Salles. En 1908 todo el conjunto fue adquirido por Max Glucksmann, pionero del cine nacional.
la sala de exhibiciones de Casa Lapage
En 1923 sus nuevos propietarios, la compañía de seguros La Continental, le encargaron su transformación al arquitecto Alejandro Virasoro (referente local del estilo art decó). Quedó muy bien aunque perdió sus ornatos neoclásicos originales, pero al poco tiempo cuando ensancharon la avenida Belgrano medio edificio tuvo que ser demolido. En su lugar brotó una torre de departamentos, perdiendo el pasaje su salida por Belgrano.
Finalmente en 2004 la familia Cassará (que impulsó la recuperación de la propiedad que ocupa en Avenida de Mayo) adquirió la casa y encargó el proyecto a la arquitecta, Ana María Carrió.
Después y antes, vista del pasaje
Luego de una obra responsable y minuciosa que tomó casi diez años y tres excavaciones del terreno (en las que participó el Centro de Arqueología Urbana de la Facultad de Arquitectura de la UBA) el edificio está a punto de inaugurar como hotel temático con sala de exposiciones, terraza para happy hours en verano y restaurante de cocina peruana en la planta baja (muy recomendable).
En el acceso al pasaje se colocaron algunos solados transparentes que permiten apreciar la feliz convivencia de la obra contemporánea con las construcciones anteriores, además de haber sumado una pequeña colección de piezas halladas durante las tareas de remoción, desde lozas, juguetes, cacharros y otros objetos que pertenecieron a las familias que alguna vez vivieron ahí.
Desde hace unos meses se abrió un programa de visitas guiadas para quienes quieran conocer sus 400 años de historia. Los primeros 4 viernes de cada mes a las 19 comienza el imperdible recorrido por el edificio, experiencia que concluye con una cena por pasos en el restaurante peruano ubicado a la entrada del pasaje.
Las visitas (trilingües) son aranceladas y hay que inscribirse previamente escribiendo a visitasguiadas@pasajebelgrano.com.ar
Bolívar 373, San Telmo.