Nueva York, la meca de los músicos de jazz de todo el mundo, ha recibido cordialmente a muchos argentinos, en forma temporal o permanente. Desde el mítico Gato Barbieri hasta el contemporáneo Guillermo Klein, varios de ellos han dejado su huella en ese imponente centro de cultura.
Jazz & Cash dialogó con cuatro de ellos para conocer sus experiencias, aprendizajes y la relación que mantienen con la Argentina: Oscar Feldman, Emilio Solla, Sol Liebeskind y Julieta Eugenio.
Foto: Sol Liebeskind
-¿Hace cuánto que están viviendo y tocando en Nueva York?
Solla: Hace 10 años
Sol Liebeskind: Hace 3 años que vengo; los primeros dos años viví la mitad de tiempo acá y la otra mitad en Buenos Aires pero este año me instalé permanente en New York.
Feldman: Llegué a Boston en el 92 y luego me mude a New York en el año 95.
Eugenio: Hace 3 años. Terminé mi Master de Jazz en Queens College y ahora resido aquí con Artist Visa.
Foto: Emilio Solla
¿Qué aprendizaje hicieron de la música de Nueva York?; ¿qué elementos incorporaron en su música a partir de tu vida allí?
Solla: Muchísimos, tanto académicos como a nivel de la experiencia profesional. Si tuviera que sintetizar, te diría que aprendí a tener un equilibrio entre cuánto empujar a los músicos en la dirección que yo creo que debe ir la música que escribo, y cuánto dejarlos que aporten lo que ellos traen. Algo muy importante en mi caso para definir un sonido propio, que es ajeno a la vez, y sin embargo, propio.
Liebeskind: El aprendizaje más grande, o lo que más te hace crecer es literalmente estar acá, caminar las calles, conocer la gente, adaptarte a otra cultura. Estar lejos del hogar de uno, esa distancia te cambia mucho como persona, tu manera de pensar y de ver el mundo alrededor. En lo personal, al ser amante de géneros musicales que están en su esplendor en esta ciudad, es muy enriquecedor poder formar parte de la escena local de artistas: escucharlos, conocerlos, compartir el escenario. Este año tuve el honor de compartir un show con un cantante de R&B y Gospel increíble, Jermaine Holmes que también es corista de una leyenda del Soul (D’Angelo). Con esas cosas siento que eso que vine a buscar, crear ese puente entre la comunidad de acá y la latinoamericana se va creando.
Feldman: La experiencia de llegar a Berklee fue muy reveladora. Fue algo casi como un antes y después en mi vida profesional. No solo por la increíble experiencia de vivir en el extranjero, en el sitio donde siempre quise estar, pero también en lo que tuvo que ver con mis vivencias como persona. Llegué a Estados Unidos como un profesional que había recorrido un buen camino. Había ya participado en alrededor de 40 álbumes en mi país, y había estado viajando y tocando intensivamente desde aquel año ‘82 en que me mude a Buenos Aires. Llegue a Boston y volví a ser un alumno, empezando bien de abajo y aprendí mucho. Siempre fui ambicioso y este aspecto hizo que estudiara y aprendiera esta música en el lugar indicado y en el ambiente propicio que me hizo crecer como músico. Después que termine Berklee en 1994 me vine a vivir aquí, a la capital del Jazz, que es New York. Radicarse aquí como músico de jazz es muy difícil. Digamos que venir acá de paseo y tomar algunas clases de música por un tiempo es importante y puede ser refrescante para cualquier músico de jazz. Pero la realidad de vivir en New York como músico por más de 20 años tocando y trabajando dentro de un medio tan competitivo, estudiando, teniendo familia, pagando impuestos cada año, es otra. Con esto me refiero a que solo una experiencia prolongada puede ser verdaderamente valiosa en cuanto a un crecimiento real.
Eugenio: Muchísimo. No solo de la música,sino de la vida en general. Y por supuesto de la vida del músico en particular. El nivel es tan alto que yo lo llamaría mágico. Esa magia es la que me incentiva a superarme cada día como profesional. Tengo la suerte de haber conocido increíbles músicos como Antonio Hart, Mark Turner, Lee Konitz, Ugonna Okegwo, etcétera, que me han enseñado muchísimo. Aquí están las raíces de esta música y eso uno lo vive y lo siente en el aire todo el tiempo en New York.
Foto: Oscar Feldman
-¿Qué diferencias encuentan respecto de la escena musical argentina?
Solla: La competencia es bestial, y eso te hace dejarte la piel en cada ensayo, concierto, o lo que sea. La disciplina que tienen a la hora de estudiar y prepararse. Y la repercusión que tiene cualquier cosa que hagas acá en el resto del mundo es inigualable, es una pura cuestión de marketing, no significa que sea mejor, pero la marca “made in NY” vende y da prestigio, y eso es así. Respecto del talento, Argentina es una máquina de producir gente increíble y con gran originalidad creativa, eso no siempre esta acá, aunque parezca curioso.
Liebeskind: Como diferencias noto que la escena es mucho más grande, y eso tiene sus pros y sus contras. Generar convocatoria aquí es algo que lleva tiempo y trabajo, y te obliga a encontrar un proyecto que sea original, ya que al haber tantas propuestas lograr que lo vengan a ver a uno es todo un logro, pero no imposible. Es necesario perseverancia y trabajo! Por otro lado, el hecho de que la escena sea tan grande y en especial tan diversa, genera en mí una libertad a la hora de crear siento que es un lugar sin prejuicios, sin estereotipos, y con un interés muy grande en el arte.
Feldman: Siempre hubo talentos, en todas las épocas. De acuerdo a lo que me contaron algunos de mis colegas más viejos, hubo épocas en Argentina donde había mucha actividad y muchas orquestas. Una época gloriosa fue en los ‘50 en Buenos Aires, donde tocaban gente como Gato, la orquesta de Lalo Schifrin, Baby Lopez Furst, Buby LaVechia entre otros. Pero creo que la escena jazzística en Argentina ha crecido mucho en las últimas dos décadas ya que sin duda hay mucha más cantidad de instrumentistas y grupos de nivel que lo tocan. Al menos comparado a los años ‘80, que fue la época durante la cual yo empecé a tocar esa música. La escena del jazz es muy importante en New York. Especialmente allí es donde está “la crème de la crème” y donde se cocina lo más sofisticado, quizás del mundo. Ocurre algo parecido también en otras capitales europeas, pero con otro espíritu. En Europa se escucha una música maravillosa y encontrás músicos de jazz que tienen también un gran nivel. Especialmente en las grandes ciudades como Paris, Munich, Roma, Estocolmo, Madrid. El jazz es una música que amo y por la cual siento devoción. Y es sin duda una de las músicas más sofisticadas que existen y que requiere una gran preparación para hacerla sonar bien. Es una música de constante movimiento por naturaleza, sobre todo por el aspecto que tiene que ver con la improvisación y por el fenómeno de interacción. Aunque la responsibilidad siempre corre por el lado del que la crea, para que se produzca justamente ese cambio constante y no quede estática.
Eugenio: Encuentro que aquí hay un profundo conocimiento de las raíces de esta música. El tener a los masters de jazz tocando por los clubs hoy en día, tanto como Jimmy Heath, Jimmy Cobb, Harold Mabern, Barry Harris, generan un tipo de inspiración en todos los músicos y una apreciación de la historia de esta música. También, que la escena es muy amplia, la gente se renueva todo el tiempo. Gente de todas partes del mundo. También aquí los músicos tienen un lugar ‘to hang’ como se dice aquí. A esto me refiero, tienen un lugar para conocerse tocando, charlando, hacer contactos. Es así como los musicos se conocen, las jam sessions son fundamental para eso. Aquí tenes jams todas las noches y los músicos entran gratis a los clubs de jazz. Al final de la noche todos los músicos después de sus gigs terminan yendo a Smalls por un vaso de vino y un poco más de jazz… No sé mucho que anda pasando por la escena local de jazz en Buenos Aires porque ya no vivo allí pero sé que hay increíbles músicos también.
Foto: Julieta Eugenio
–¿Qué músicos norteamericanos los sorprendieron?
Solla: En los últimos años, Brad Mehldau, Kurt Rosenwinkel, Marc Giuliana…aunque no sé si ninguno de ellos es norteamericano, esto es como las Naciones Unidas sabés, están todos acá, pero no sabes donde nació ninguno, nadie pregunta.
Liebeskind: Si pienso en músicos famosos, e incluso referentes míos, me sorprendió mucho ver a Lauryn Hill, Erykah Badu, D’angelo y Common. En los 4 recibí una energía especial, con el público, con su mensaje, con su autenticidad, y siempre me volví muy inspirada y motivada de esos conciertos. Y si pienso en ser músico aquí en general siento que hay un gran sentido del oficio y la vocación de hacer música, un respeto muy grande y un compromiso en perfeccionarse constantemente.
Feldman: Como se sabe acá en New York viven los Messis y los Maradonas de mi instrumento. Hay un altísimo nivel instrumental y musical y eso hace que en esta ciudad haya un ambiente de una enorme competitividad; más que en cualquiera de las otras ciudades dentro de Estados Unidos y también del mundo. Me sorprendí más que todo, del ambiente del jazz que se respira acá, que hizo que me deslumbraran desde los alumnos con quien compartí años de estudio en Berklee, hasta profesores y performers que son genios ,como Hal Crook, Jerry Bergonzi entre tanto otros. También músicos de la calle y la cantidad de grandes músicos que participaron en cientos de jam sessions en la que me encontré tocando. Luego los grandes músicos conocidos como el saxofonista Kenny Garret, el gran vibrafonista Dave Samuels de con quien tuve el privilegio de tocar y tantos otros
Eugenio: Como masters podria nombrar: Mark Turner Roy Hargrove, Jimmy Heath, Gary Bartz Lewis, Nash Harold Mabern. Como músicos de la escena hoy en día a Sullivan Fortner, Tivon Pennicott, Paul Skivie, Kush Abadey y Jonathan Barber, entre otros
-¿Planean volver a la Argentina?
Solla: A vivir no, a tocar y estar con mi gente, siempre.
Liebeskind: Si, me gustaría poder ir una vez por año para hacer música en mi país, llevar un poco de lo que absorbí acá y traerme un poco de lo que está pasando allá.
Eugenio: Por ahora no.
Feldman: No lo sé. Por de pronto estuve allá para mis presentaciones en Boris Club y es algo que me gusta hacer todos los años: visitar a mi familia y aprovechar y tocar con grandes músicos y amigos de Argentina.