Día 1: la llegada a la Reserva Masai Mara, en Kenia fue algo movida. Una hora antes, el calor y la humedad de Nairobi transformaron en engorroso el proceso de tramitación de la visa necesaria para permanecer en este país africano. Pasando el área de Inmigración me espera un guía que me llevaría al encuentro con cuatro periodistas de otras naciones con los que emprenderé el viaje a la sabana, que es una extensión del Serengueti, en un avión de 12 plazas.
Pero todo cambia cuando uno aterriza en este paisaje maravilloso y puede ver por la ventanilla jirafas y elefantes a pocos metros de la pista de aterrizaje. Nos esperan miembros de la tribu Masai Mara y uno de los directores del film African Cats, Keith Scholey, prestigioso documentalista de la BBC de Londres. Nos llevan en poderosas camionetas 4×4 a Rekero Camp, el lugar donde pasaríamos nuestra estadía en la Reserva.
En el camino los Masai van mostrando las especies salvajes con las que conviven: avestruces, buitres, chitas y leones que viven en un mismo espacio en donde no se ve la mano del hombre. No hay perros, gatos, vacas o caballos. Nos advierten que no podemos bajar de la camioneta. La observación sólo puede hacerse desde adentro. Pero eso no importa, los animales están a 10 metros de nuestro alcance.