Amanecer de un día agitado

Día 1: la llegada a la Reserva Masai Mara, en Kenia fue algo movida. Una hora antes, el calor y la humedad de Nairobi transformaron en engorroso el proceso de tramitación de la visa necesaria para permanecer en este país africano. Pasando el área de Inmigración me espera un guía que me llevaría al encuentro con cuatro periodistas de otras naciones con los que emprenderé el viaje a la sabana, que es una extensión del Serengueti, en un avión de 12 plazas.

Pero todo cambia cuando uno aterriza en este paisaje maravilloso y puede ver por la ventanilla jirafas y elefantes a pocos metros de la pista de aterrizaje. Nos esperan miembros de la tribu Masai Mara y uno de los directores del film African Cats, Keith Scholey, prestigioso documentalista de la BBC de Londres. Nos llevan en poderosas camionetas 4×4 a Rekero Camp, el lugar donde pasaríamos nuestra estadía en la Reserva.

En el camino los Masai van mostrando las especies salvajes con las que conviven: avestruces, buitres, chitas y leones que viven en un mismo espacio en donde no se ve la mano del hombre. No hay perros, gatos, vacas o caballos. Nos advierten que no podemos bajar de la camioneta. La observación sólo puede hacerse desde adentro. Pero eso no importa, los animales están a 10 metros de nuestro alcance.

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Conciencia verde

Son las 10 y estoy en el aeropuerto de Heathrow, en Londres. Tengo varias horas de espera para la conexión con el vuelo que me llevará a Kenia. Mientras tanto, saqué algunas fotos para ustedes para que vean cómo se insiste en este lugar (que de paso les cuento es un poco caro) con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y con el cuidado responsable del ambiente.

Ya desde el avión insisten, en la revista que uno lee infinidad de veces mientras va volando, en qué forma eligió compensar la huella de carbono que se generó por ese vuelo. Me pareció buenísimo!!! Por lo que veo, a cambio de la contaminación que genera cada vuelo las aerolíneas subvencionan determinados programas para reducir emisiones.

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Un viaje inolvidable

Amigos hoy empiezo una de las aventuras más grandes de mi vida. En pocas horas estaré volando hacia un continente que siempre quise conocer: Africa. Mi destino es Kenia, más precisamente la Reserva Masai Mara, en donde el sello Disney Nature (el mismo de Tierra) está filmando una película sobre la vida y la supervivencia de leones y chitas.

BIG CATS 

 

Foto: gentileza Disney Nature

No puedo explicar con palabras la expectativa que me genera poder ser parte de ese backstage en un ambiente natural con poco alcance de la mano del hombre. Les cuento que trataré de ir mostrándoles mi diario de viaje (cuando las conexiones a Internet lo permitan) con imágenes y sensaciones que compartiré con ustedes

Para seguir discutiendo y hablando sobre el tema del año, el cambio climático, les dejo, por si todavía no lo leyeron el Suplemento Comunidad que acaba de salir y no tiene desperdicio.

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Los pobres y las mujeres, las más vulnerables

Las mujeres en los países en desarrollo serán las más vulnerables al cambio climático, advierte el informe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA por sus sigla en inglés) que se presentó simultáneamente en distintas capitales del mundo. La agencia internacional asegura que hay una carga desproporcionada para esas mujeres y pide una mayor igualdad. Según el estudio, ellas realizan la mayor parte del trabajo agrícola y, por lo tanto, son las más afectadas por los desastres naturales relacionados con el clima que afectan alimentos, energía y agua.

 

Foto archivo La Nación

Foto: Archivo La Nación

Además asegura que un crecimiento más lento de la población ayudaría a reducir las emisiones de gases del efecto invernadero. El informe sugiere que la planificación familiar, la salud reproductiva y las “relaciones de género” podrían influir en cómo el mundo se adapta al aumento del nivel de los mares, el empeoramiento de las tormentas y las sequías severas.

No todo es negativo. El estudio también afirma que las mujeres son el motor de lucha contra el fenómeno climático.

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El planeta, en manos de los más chicos

Cuando uno habla con funcionarios, responsables de políticas públicas, responsables de organizaciones civiles y hasta empresarios todos coinciden en algo: el futuro del planeta está en manos de los chicos. Pero ¿cómo acercamos al cuidado del ambiente? ¿Con qué herramientas? ¿Qué hay en el mercado?

Como una respuesta a todas esas inquietudes se lanzó la semana pasada El mundo de Juana. Y así nacieron Juana y sus amigos Miguel y Mía, su hermana Lupe, su mamá Carola, su papá Francisco y su mascota, el perro Ulises. “Es un mundo de juguete que intenta reflejar el mundo de nuestros niños reales hay, por ejemplo: un chico tímido, mamás que trabajan mucho, papás que cocinan, diferentes colores de piel, ecologistas, una niña rellenita, un padre rockero y mucho más”, explica Ana Correa una de las impulsoras de la idea.

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El pez por la boca muere

Estoy obligada a volver a hablar del agua. Como les había contantado esta semana se desarrolló en Trelew, en Chubut, el Congreso Nacional del Agua. Allí uno de los temas que más presencia tuvo fue la cuestión de la definición de propiedad y de destino de las riberas. Así como en el Riachuelo es necesario liberar lo que se denomina camino de sirga para poder construir el colector que desembocará en el Río de la Plata los efluentes (que se construirá con un préstamo de 840 millones de dólares del Banco Mundial); en otras provincias preocupa la explosión inmobiliaria que no siempre crece de manera sustentable. Uno de los ejemplos más salientes es la explotación de tierras en las islas del Delta, que tiene a los vecinos movilizados.

Foto: Flickr CC cliff1066TM

Pero también hubo otro tema rondando el congreso: la megaminería. En Chubut el tema es sensible, no sólo porque Esquel fue la primera ciudad argentina en rechazar un emprendimiento de minería a cielo abierto en un plebiscito, sino porque los obispos de Comodoro Rivadavia se pronunciaron fuertemente en contra de la actividad. “No nos oponemos a la actividad minera en sí que, en determinadas condiciones y con determinadas tecnologías, nos suministran muchos bienes necesarios para el funcionamiento del sistema económico y social del país”, aclaran. “Nos oponemos a la megaminería o minería a cielo abierto, con uso de explosivos y de insumos tóxicos, cuyo poder de contaminación y producción de desechos traen efectos devastadores de los bienes naturales, como el agua, el suelo, el aire y la luz.

El gobernador Mario Das Neves no se refirió aún a la cuestión. Seguramente está pensando qué decir después de haber declarado que la minería “es el futuro de la provincia”. Esta semana se supo además que quieren reflotar un proyecto para abastecer de agua a la denominada meseta intermedia (la franja norte de la provincia 10 km arriba del río Chubut). Ese plan pretendía transformar en un valle esa gran superficie. Sin embargo, muchos sospechan que todo se hará para que el agua llegue a algún emprendimiento minero. Todavía no comenzaron las movilizaciones en contra del proyecto, pero los vecinos están alerta ya que el río es el principal abastecedor de agua de la zona. Las autoridades prometen que no habrá daño ambiental. El pez por la boca muere.

Cadícamo, un visionario en 1937

“Niebla del Riachuelo…
amarrado al recuerdo
yo sigo esperando…

Turbio fondeadero donde van a recalar
barcos que en el muelle para siempre han de quedar…
sombras que se alargan en la noche del dolor…
náufragos del mundo que han perdido el corazón…
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar…
barcos carboneros que jamás han de zarpar…
Torvo cementerio de las naves que al morir
sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir…
Sueña marinero con tu viejo bergantín,
bebe tus nostalgias en el sordo cafetín…”

Comparto con ustedes unas estrofas del tango Niebla del Riachuelo porque creo que Enrique Cadícamo en 1937 ya podía ver con claridad cuál iba a ser el futuro de este emblema local: el río más contaminado de la Argentina. En los últimos tiempo hemos usado este espacio para hablar y discutir sobre el agua, su uso eficiente y también sobre contaminación. Cuando apenas faltan dos días para que se celebre un nuevo congreso nacional sobre el agua no puedo dejar pasar la oportunidad de referirme al Riachuelo, especialmente cuando en el exterior pretenden mostrar su ¿saneamiento? como una política pública exitosa.

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Un poco de aire

Hoy tengo ganas de mostrarles unas imágenes que pueden apreciar en Plaza San Martín, en el centro. Se trata de una exposición del fotógrafo estadounidense Henry Horenstein, que podrá visitarse hasta el 6 de diciembre.

Lo elegí después de las malas noticias que recibimos, como habíamos anticipado en este espacio, del inexistente avance para las políticas sobre cambio climático en vistas a Copenhague; el lento y demorado saneamiento del Riachuelo; el avance de la sequía y recrudecimiento de la emergencia hídrica en el país. Una de las pocas noticias rescatables de la semana pasada fue la aprobación de una ley de eficiencia energética a nivel de la Capital, especialmente para edificios públicos. Lo que espero es que no usen las lamparitas de bajo consumo chinas como las que compró el diputado Héctor Polino, a quien le explotó la bombita.

Van las fotos para tomar un poco de aire.

Unos tanto y otros tan poco

Hoy se conoció una nueva propuesta del presidente venezolano, Hugo Chávez, para reducir el consumo de energía. Y aunque suene polémico y no hayan tardado en aparecer voces críticas que detrás de la medida de usar linternas para ir al baño en horario nocturno ven un avance autoritario, me detengo en una cuestión que para nosotros, los argentinos no pasa desapercibida: la eficiencia energética.

Ya hemos discutido varias veces sobre este punto y quiero señalar, aunque sea polémico, que me encantaría que no sólo los políticos, los dirigentes sociales y todos los habitantes podamos reconocer la crisis de recursos naturales por las que atraviesa el mundo. En la Argentina ni siquiera se reconoce que vivimos una crisis energética. Es más, hasta algunos sectores, como el agropecuario, parecen hasta culpar al Estado de la sequía.

Archivo La Nación

¿Cuándo nos pondremos a pensar en los usos del suelo y en cuánto influyen? ¿Hasta cuándo nos empeñaremos en negar el aumento global de la temperatura que genera sequías en algunas partes del país e inundaciones en otras? ¿Por qué los informes de la Auditoría Generald e la Nación indican que el gobierno se quedó sin presupuesto para el desarrollo de las energías renovables? Disculpen la catarsis, pero cada vez que veo las imágenes de la hermosa Córdoba o de la pampa sin agua, o a nuestros hermanos chaqueños tapados por ese líquido vital se me ocurren todos estos interrogantes. Seguramente ustedes tendrán más.

Un planeta vegetariano contra el cambio climático

¿Y si para disminuir la contaminación nos hacemos vegetarianos? Aunque la idea no es nueva y hay varias iniciativas , entre ellas la liderada por el ex Beatle Paul Mc Cartney de dejar de comer carne los lunes, encontré un artículo muy bien escrito por Ignacio Escribano y que plantea argumentos a tener en cuenta que sacó nada más y nada menos que con citas del famoso economista Lord Stern.

¿Todos queremos salud y un planeta mejor? ¿No es así? Sin embargo, ¿cuántas personas estarían realmente dispuestas a cambiar sus hábitos no sólo para sentirse mejor sino también para contribuir a que el planeta sea un lugar habitable en el corto plazo?”, se pregunta Escribano y aclara: “Soy vegetariano hace diez años. Por suerte simplemente sucedió”.

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