Que la depredación ictícola ha hecho estragos en el país no es novedad. Pero me parece apropiado que debatamos sobre un tema que se ha hecho popular en las últimas semanas gracias a nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y que también tiene vigencia para aquellos que consumen pescado en la vigilia de la Semana Santa.
Resulta que, para combatir el alza en el precio de la carne, la estrategia oficial apuntó nada más ni nada menos que al pescado, pero no a cualquier especie. La propia Presidenta hizo alarde de su compra alentando el consumo de merluza. Hasta ahí ningún problema. Pero la cuestión es que hubiera sido bueno que se advirtiera a la población de que esa especie está en verdadero peligro. Que los permisos excesivos por décadas han cometido una verdadera depredación y que la pesca de individuos jóvenes impide el desarrollo de la especie.
Incluso lo dicen las cifras oficiales: el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), el organismo científico encargado de asesorar a las autoridades, sugirió que para este año se permitan no más de 210.000 toneladas de pesca de merluza. Sin embargo, las autoridades permitirán pescar 300.000 toneladas.