El inconsciente colectivo inflacionario

 


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La relación de los argentinos con la inflación podría dividirse en dos grandes grupos: en conjunto de las personas que tienen más de 35 años y los que tienen menos de 30. El primer grupo tuvo al menos doce años durante la hiperinflación de fines de la década del ’80; mientras que el segundo empezó a tomar decisiones económicas pequeñas, como ir al kiosko a comprar golosinas, una vez iniciada la Convertibilidad.

Necesariamente las dos visiones deberán ser diferentes: los adultos de más de 35 años vieron como su sueldo -o el de sus padres- se licuaba ferozmente por las subas de precios y devaluaciones; mientras que los más jóvenes vivenciaron el concepto “suba sostenida de precios” recién después de 2002. En gran parte la memoria tiene mucho que ven en la toma de decisiones económicas. Al tomar una determinación con nuestro propio dinero nunca somos cien por cien racionales: todos no disponen de las mismas herramientas para pensar un mismo fenómeno, la información disponible es imperfecta y existe un peso específico muy alto de las experiencias personales previas al momento de administrar nuestro patrimonio.

No es esperable que una persona que sufrió el Rodrigazo y “la Hiper” del ’89 tenga la misma respuesta emocional, conceptual y microeconómica frente a una inflación de dos dígitos que alguien que pasó más de la mitad de su vida con estabilidad de precios. La economía debe analizarse en conjunto, las experiencias también: quien haya crecido en los noventa probablemente visualizó con más frecuencia al drama de la desocupación, que el alza de precios.

Yendo al punto. ¿Por qué la experiencia de los ’70 y ’80 marcó la memoria de dos o tres generaciones? En su libro Dos siglos de economía argentina el economista Orlando Ferreres reconstituyó la variación anual de la inflación argentina. El gráfico muestra claramente las crisis registrada entre 1985 y 1991.

MEMORIA. La llegada a la Convertibilidad fue luego de unos 43 años de inflación alta y de violentas oscilaciones en su variación anual:

  • Entre 1948 y 1974 la inflación anual promedio fue 30%
  • En 1975 el ministro de Economía Celestino Rodrigo pensó que los problemas de las décadas pasadas se debían a que la no se “sinceraba” la economía. El 4 de junio el Rodrigazo produjo una apreciación del dólar del 160% frente al peso, duplicó el precio de los servicios públicos, aumentó 180% los combustibles y 45% los salarios. Como resultado la inflación fue 335% ese año.
  • Los últimos tres años de la década del setenta fue con incremento de precios de tres dígitos. En 1979 la dictadura militar, a través de su ministro José A. Martínez de Hoz, instrumentó una “tablita” de devaluaciones programadas.
  • Para 1985 la inflación era un drama sustancial. En junio el Gobierno de Alfonsín puso en marcha el Plan Austral. El crecimiento de los precios cedió de tres a dos dígitos en el primer año, pero hacia 1988 hubo un rebrote y treparon al 387%
  • Para corregir esta situación anterior, el 3 de agosto de 1988 se lanzó el Plan Primavera, que incluyó desdoblamiento cambiario.
  • La economía implosionó en 1989 (enero comenzó con una corrida cambiaria y en julio se registró la mayor inflación mensual de la historia, 197%). Este año fue el de la hiperinflación de 4923,72% anual.
  • En diciembre de 1989, Carlos Menem llegó a la presidencia e instrumentó el Plan BONEX, que convirtió compulsivamente a todos los plazos fijos de más de 1 millón de australes a bonos externos (Bonex89). Además se suspendió la obra pública y contrataciones, se eliminaron beneficios impositivos y se redujo la plantilla de personal del Estado.

Al comienzo de 1989 la pobreza oscilaba en 25% y al terminar ese año alcanzó el 45%.

POBLACIÓN ACTUAL. Toda esta serie de datos económicos no pasó desapercibida para los argentinos que ahora volvieron a convivir con la inflación elevada. En gran parte, las noticias  e informaciones sobre precios despiertan tanto interés por cuestiones sencillamente demográficas:

De acuerdo al Censo 2010 del INDEC, en el país hay 16.552.952 personas que tienen más de 35 años y al momento de la “Hiper del ’89” tenían al menos 12. Pongamos este último dato en perspectiva, el 87% de la Población Económica Activa sufrió o vio a sus padres sufrir una crisis hiperinflacionaria.

Datos de consulta

Evolución de precios minoristas (1811-2011). Fuente: Ferreres, Orlando. Dos siglos de economía argentina. Editorial El Ateneo. Buenos Aires, 2010.