Un poco inspirada por la lectura del Manual de periodismo de datos, otro tanto por largas charlas con colegas o lecturas de especialistas, en este post les acerco algunos consejos prácticos para pedir información pública.
• Investigá el tema sobre el que vas a preguntar: si es necesario, dedicá cortos períodos de tiempo durante una semana para convertirte en experto (ser nerd tiene sus ventajas 🙂 ).
• Organizá la logística: si no estás seguro de la dirección a la que debés llevar tu solicitud, visitá su web y revisá la información que suben allí. Si tus dudas persisten, llamá al organismo y consultales directamente.
• Tu tiempo es valioso, el del funcionario que recibe el pedido, también: evitá presentar largas e infinitas preguntas. Muchas veces conviene dividir las consultas en hojas diferentes y espaciar los tiempos de presentación: las respuestas que te den pueden disparar preguntas aún más interesantes y descartar otras.
• Usá otras normativas relacionadas a las de acceso a la información que puedan ser de gran ayuda para encontrar lo que estás buscando: por ejemplo, para el caso argentino, y hasta tanto se reglamente la nueva ley, se pueden pedir las declaraciones juradas de los altos cargos del Poder Ejecutivo Nacional en la Oficina Anticorrupción. El trámite es muy sencillo: la solicitud se carga a través de un formulario web y cuando están listas, te llaman para retirarlas.
• La teoría es muy buena, pero la práctica es mucho mejor: los escritorios pueden enseñarte más de lo que creés. Alcanzá personalmente tu solicitud hasta el mostrador. Esta tarea iluminará muchas partes del circuito. Hay cosas que ni la mejor bibliografía te cuenta.
• Conocé y defendé tus derechos: las leyes/decretos de acceso a la información pública son de fácil lectura. Llevá siempre una copia de la normativa para mostrársela a quien no quiera recibir tu solicitud. Averiguá dónde hacer el reclamo en caso de que se nieguen a tomarte el pedido. Preparate para estas situaciones.
• Trabajá en equipo: dos cabezas piensan más que una. No busqués abarcar solo la etapa de preparación y presentación del pedido. Cuando dedicás mucho tiempo a un tema podés perder el foco. Es bueno contar con alguien que te indique qué es relevante y que no.
• Siempre que puedas, hablá con la persona que responderá tu solicitud: habilitá un canal de comunicación para que pueda consultarte ante posibles dudas y, por sobre todas las cosas, nunca discutas con él/ella. Guardá tus “berrinches” para otro momento. Si no intentás llevarte bien es probable que no invierta mucho tiempo para responderte: quien contesta tu pedido no hace únicamente eso y está cargado con miles de tareas, suele ver tu consulta como “un papel más entre otros”.
• Dejá “descansar” las respuestas: revisalas ni bien lleguen, dejalas a un costado y volvé a releerlas al otro día; especialmente con aquellas contestaciones que sean extremadamente largas.
• La paciencia es la mayor virtud en este trabajo: el Estado es un laberinto de pasillos, escritorios, papeles y muchos archivos. Su funcionamiento burocrático desalienta los pedidos de acceso a la información pública. ¡Nunca te des por vencido!
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