Cinco años pasaron y la familia de Luciano Arruga no tiene aún respuestas sobre la desaparición del adolescente. Pero ahora la justicia dio un paso hacia adelante.
El viernes pasado la Sala IV de la Cámara de Casación Penal, integrada por Carlos Gemignani, Gustavo Hornos y Mariano Borinsky, hizo lugar al hábeas corpus presentado por la familia de Luciano, APDH- La Matanza y el CELS.
“Toda vez que haya motivos razonables para sospechar que una persona ha sido sometida a desaparición forzada debe iniciarse una investigación”, sostuvo en su voto el juez Hornos.
“Los jueces reconocen la responsabilidad del Estado en la desaparición del joven y las graves deficiencias que hubo en la investigación realizada en la provincia de Buenos Aires que, en cinco años, no le dio ninguna respuesta a su familia”, informaron desde el CELS.
En el fallo, los camaristas sostienen que: “Atento al carácter imprescriptible de los delitos denunciados, el titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nro. 1 de Morón, debe desplegar toda actividad investigativa conducente al esclarecimiento de los mismos, removiendo al efecto todo obstáculo, administrativo o judicial, que impida una acabada y efectiva reconstrucción histórica de los hechos, permita una pertinente sanción de los responsables, y en virtud de la acción promovida por las recurrentes, deberá adoptar todas las medidas correspondientes a fin de conocer el destino o paradero de Luciano Nahuel Arruga.”
En tanto, en su voto, el juez Mariano el juez Borinsky citó el “Caso Bulacio”, por el que el Estado argentino fue condenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y recordó el “derecho de la víctima y sus familiares a saber la verdad”.
Luciano Arruga tenía 16 años cuando salió de su casa de Lomas del Mirador, partido de La Matanza, cerca de las 21 del 31 de enero de 2009, con 1,50 pesos en el bolsillo. Nunca regresó. Desde entonces su familia comenzó una lucha incansable para hallarlo y para lograr justicia. Ellos denuncian que Luciano fue asesinado por la policía por haberse negado a robar para ellos.
Vanesa Orieta, hermana del joven desaparecido, contó que a Luciano le habían ofrecido armas, autos y dejarle liberadas algunas zonas para que cometiera robos bajo “protección” policial. Como el joven se negó, comenzaron a detenerlo sistemáticamente. Lo golpeaban, lo llevaban a la comisaría y lo amenazaban diciéndole que iba a aparecer en un zanjón.
La propia Vanesa lo había acompañado al destacamento de Lomas del Mirador en una de estas detenciones. Allí escuchó la golpiza y las amenazas. “Sacame de acá que me están moliendo a palos”, le había suplicado su hermano en aquel momento. Vanesa tuvo el coraje de enfrentarse con la policía cada vez que su hermano era detenido injustamente.
En enero de 2012 abrió sus puertas el Espacio para la Memoria Social y Cultural Luciano Arruga , que funciona donde antes lo hacía el destacamento policial de Lomas del Mirador, lugar en el que, según relata su familia, el joven fue detenido y golpeado meses antes de su desaparición.
Premio Latinoamericano de Periodismo sobre drogas
En el marco de la V Conferencia Latinoamericana y I Conferencia Centroamericana sobre Políticas de Drogas, la Asociación Civil Intercambios de Argentina convoca al Premio Latinoamericano de Periodismo ‘Políticas de Drogas en América Latina’.
Objetivos
- Reconocer a periodistas que trabajan esta temática con compromiso, información seria y atractiva.
- Valorizar el rol del periodismo como servicio público en temas donde la información precisa y presentada con sentido ético, es imprescindible para no profundizar la criminalización, los prejuicios y las políticas represivas que atentan contra la democracia.
- Ampliar la difusión de la perspectiva no punitiva y de políticas públicas renovadoras sobre drogas en la región.
- Lograr un mayor interés por parte de la prensa latinoamericana en los temas asociados a las drogas, tanto desde la perspectiva geopolítica como desde la salud y los aspectos socioculturales vinculados.
Premios
1 Premio: U$S 1000 y beca completa (pasajes, alojamiento y viático) a la V Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas a realizarse los días 3 y 4 de septiembre de 2014 en San José, Costa Rica y al Seminario para periodistas que en el marco de la Conferencia se realiza el 2 de septiembre.
2 Premio: beca completa (pasajes, alojamiento y viático) a laV Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas a realizarse los días 3 y 4 de septiembre de 2014 en San José, Costa Rica y al Seminario para periodistas que en el marco de la Conferencia se realiza el 2 de septiembre.
3 Premio: Diploma y mención especial.
Temas
• Drogas y salud
• Consumo de alcohol
• Reducción de daños
• Experiencias de tratamientos
• Economía de las drogas
• Geopolítica de las drogas
• Actores del tráfico de drogas
• Penalización de los consumidores
• Cárteles
• Drogas y cultura
• Usos ancestrales de sustancias
• Militarización y drogas
• Derechos humanos y drogas
• Narcotráfico y crimen organizado
• Drogas y contexto político
• Reformas de las leyes de drogas
• Uso de sustancias y vida cotidiana
• Uso de drogas: discriminación y estigmatización
• Drogas y género
Fecha límite de inscripción y envío de trabajos vía Internet: 25 de julio de 2014
Requisitos
• Participantes: podrán participar periodistas, mayores de 18 años, que vivan en América Latina y el Caribe, que hayan publicado en medios escritos de la región, y que cuenten con sus pasaportes o documentación de viaje al día.
• Géneros periodísticos: podrán enviarse artículos de cualquier género de prensa escrita (crónica, informe especial/reportaje, entrevista, etc.) que aborden alguno de los temas propuestos.
• Autoría: puede ser individual o colectiva, siempre que figuren los nombres en la firma. En caso de resultar premiados artículos de autoría colectiva, la beca (pasajes, alojamiento y viático) para asistir a la V Conferencia sobre Políticas de Drogas se otorgará a uno de sus autores, designado por ellos mismos.
• Fechas de publicación de los artículos concursantes: los artículos deben haberse publicado en prensa escrita o web (diarios, revistas, fanzines, etc.) de carácter comercial o alternativo, entre el 1 de agosto de 2013 y el 25 de julio de 2014.
• Idioma: español o portugués.
• Número de artículos: cada periodista o grupo de periodistas podrá enviar un único trabajo.
• Publicación: los artículos enviados estarán disponibles en la página web de la Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas, donde podrán ser consultados por los/as participantes y el público en general.
Para saber cómo participar, hacé click acá.
Gran Bretaña: ponen en marcha una gran investigación sobre pedofilia
Gran Bretaña puso en marcha lo que podría considerarse la más grande investigación sobre pedofilia. Esta pesquisa estará a cargo de la ex jueza británica Elizabeth Butler-Sloss, quien ya investigó importantes casos de abusos y también se encargó de parte de la instrucción forense de la muerte de la princesa Diana y Dodi Al Fayed en 1997.
Se trata de denuncias de abuso infantil de la década del 80 y el 90 y se analizará si instituciones del Estado, partidos políticos, organizaciones religiosas o la cadena pública BBC gestionaron adecuadamente los casos de que tuvieron conocimiento, o si, por el contrario, contribuyeron a su encubrimiento.
La pesquisa fue anunciada por la ministra del Interior británica, Theresa May, quien dijo que la medida es “parte de los esfuerzos del Gobierno para abordar alegaciones de abusos sexuales infantiles por parte de personalidades en las últimas décadas y su posible encubrimiento por instituciones públicas”.
Paralelamente se pondrá en marcha otra investigación, presidida por Peter Wanless, director de la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los niños, que examinará si el Gobierno investigó debidamente una posible red organizada de pederastia en el Parlamento británico en los años 80. Unos 114 documentos que eran evidencia fundamental se perdieron o desaparecieron.
La desaparición de estos documentos se descubrió el año pasado durante una revisión encabezada por el secretario permanente del ministerio del Interior, Mark Sedwill, quien dijo que en la revisión no se encontró evidencia de que estos archivos hayan sido removidos o destruidos de manera inapropiada.
Los abusos infantiles por personalidades son un tema que preocupa en el Reino Unido luego de que se conocieran varias denuncias contra famosos, algunos de los cuales fueron condenados.
Entre los casos resonantes está el de el ya fallecido presentador de la BBC Jimmy Savile, del que se descubrió póstumamente que había abusado de centenares de víctimas durante décadas aprovechando su popularidad.
“En los últimos años, hemos visto horrendos casos de abuso sexual infantil persistente y organizado que han revelado graves errores de importantes organismos e instituciones públicas”, dijo la ministra May.
“Por eso el Gobierno ha establecido un panel independiente de expertos que examinará si estas organizaciones se tomaron en serio su deber de proteger a los niños del abuso sexual”, afirmó.
En tanto, el martes pasado se dio a conocer una entrevista de la BBC de 1995 a un ex parlamentario conservador que dijo que políticos de su partido sabían de colegas que abusaban de niños.
Tim Fortescue, que era político de alto rango durante el gobierno de Sir Edward Heath de 1970 a 1973, afirmó que algunos legisladores querían ayudar a combatir el problema.
“Solíamos venir y preguntar cómo podíamos ayudar, y si podíamos en algo, lo hacíamos”, dijo.
Fuente: BBC, EFE, ANSA, The Guardian
Doble lectura recomendada: Las extranjeras y una entrevista a Sergio Olguín
Mi amiga y colega Verónica Dema entrevistó a Sergio Olguín para el blog Boquitas Pintadas sobre su libro Las Extranjeras (Editorial Suma de Letras). La historia está inspirada en el doble femicidio de las turistas francesas en Salta, caso cuyo juicio se llevó a cabo este año.
Y esto es lo que el autor le dijo a Boquitas Pintadas sobre su obra:
– ¿De qué dirías que trata Las extranjeras?
Paulina Lebbos: a pesar de los obstáculos, la causa comienza a avanzar
La semana pasada se conocieron novedades en la causa que investiga el crimen de Paulina Lebbos, la joven tucumana asesinada en 2006. Finalmente la justicia decidió llevar a cabo una medida fundamental: hacer un cotejo de ADN entre los rastros genéticos hallados en el cuerpo de la víctima y los 11 hombres mencionados en el expediente como posibles autores o partícipes del crimen.
Entre las personas citadas por la justicia están Gabriel Alperovich, hijo del gobernador tucumano, y Sergio Kaleñuk, hijo del secretario privado del gobernador. Ellos forman parte del expediente en el marco de la pista llamada “los hijos del poder”, que habla de una supuesta fiesta en la que habría estado Paulina y de la que habrían participado ellos. La toma de muestras se iba a llevar a cabo hoy, pero Alperovich pidió que se postergue por “razones laborales”.
También se pidieron muestras de ADN del novio de Paulina, Víctor Soto, que es además padre de la hija de la víctima. Por otra parte la justicia citó a un remisero, un barrabrava del Club Atlético Tucumán, y a otros seis hombres que figuran en la causa.
Las medidas llegan tarde… pero al menos llegan. Tarde porque los rastros genéticos que se encontraron en el cuerpo de Paulina están en manos de la justicia hace ocho años, casi el mismo tiempo que llevan los nombres de los 11 hombres en el expediente. El año pasado, el fiscal López Ávila, que se hizo cargo de la causa luego de que se apartaran dos fiscales, realizó otra medida que no se había hecho correctamente en los 7 años anteriores. Se trata de una prueba técnica que permitió determinar que el celular de Paulina fue utilizado con dos chips diferentes la misma mañana de su desaparición. Esta pericia permitió realizar las primeras dos detenciones en la causa.
“Por fin la justicia está haciendo lo correcto”, dijo Alberto Lebbos, padre de Paulina, en una comunicación con el programa de radio Quiero Vale Cuatro (Radio Palermo).
Antes del crimen de su hija, Lebbos era funcionario de Alperovich, pero renunció tras el asesinato en medio de críticas al gobernador y a sus funcionarios y denuncias de encubrimiento y entorpecimiento de la investigación.
A pesar de la lentitud de la justicia, Lebbos hoy se siente más optimista. “Preferimos 10 culpables libres que un inocente preso”, dijo, y recalcó que todas las medidas que está realizando López Ávila deberían haberse llevado a cabo hace 8 años.
El caso de Paulina es uno de los tantos crímenes impunes del país. Su historia está contada en un libro que hicimos con Javier Sinay, María Helena Ripetta, Federico Fahsbender, Cecilia Di Lodovico y Claudio Marazzita. El libro se llama Ángeles, mujeres jóvenes víctimas de la violencia (Editorial Del Empedrado).
Más sobre el libro, aquí.
Otro juicio al tirador de Belgrano
Martín Ríos, conocido como el tirador de Belgrano, que el 6 de julio de 2006 disparó a mansalva a los peatones en la avenida Cabildo casi José Hernández y causó la muerte de Alfredo Marcenac, está hoy nuevamente en el banquillo.
En el juicio anterior, en 2009, los peritos lo declararon esquizofrénico y el Tribunal determinó que era inimputable. Otra parte de los expertos consideró que era un psicópata que, no obstante, comprendía la criminalidad de sus actos. Casación anuló ese fallo y ordenó un nuevo juicio, que comenzó esta semana.
El debate comienza otra vez y hay peritos que insisten en que Ríos es esquizofrénico.
En la Argentina la cuestión de la salud mental vinculada a casos criminales es un tema complicado. Aunque ya he retomado esta nota en otros posts, me pareció oportuno volver a sugerir la lectura de una nota que hice hace un par de años, en la que especialistas explican:
¿A dónde van los criminales declarados inimputables? (para ver nota original hacer click aquí)
¿Qué sucede con estas personas que cometen crímenes pero no pueden ser condenadas por la Justicia por problemas de salud mental? Expertos consultados por LA NACION explican los mecanismos y falencias del sistema en la Argentina.
“En nuestro país, el Hospital Borda y el Moyano solían ser, hasta los años 40, instituciones con buena calidad de gestión para estos casos. Pero estos centros de tratamientos psiquiátricos en gente peligrosa para sí y para terceros tenían un alto costo de mantenimiento”, explica Martín Abarrategui, perito psiquiatra que fue parte en la causa de las “hermanas satánicas”.
“Paulatinamente, estas instituciones se fueron desmantelando y la calidad comenzó a disminuir. La realidad es que para los casos que contempla el artículo 34 del Código Penal debería haber instituciones específicas”, añade el especialista.
Abarrategui sostiene, sin embargo, que los psiquiátricos convencionales cuentan con las medidas de seguridad necesarias, siempre y cuando el paciente esté medicado. “Pero si de repente aparece un familiar y logra sacarlo y la persona declarada inimputable deja de tomar la medicación, vuelve a ser un peligro”, dice el psiquiatra.
En el caso de las hermanas Vázquez, que asesinaron de 120 puñaladas a su padre en un rito satánico, los peritos coincidieron en que la menor de las jóvenes sufría de esquizofrenia. Por ese motivo, fue declarada inimputable e internada en la Unidad 27 del Servicio Penitenciario Federal que funciona en el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano, en el barrio porteño de Barracas.
Hoy, la joven, que ya tiene 32 años, está en libertad .
Para Abarrategui, el sistema argentino “no es muy apropiado”. “En otros países la cárcel cuenta con un ala psiquiátrica, donde el interno ya no puede salir y la Justicia se asegura de que reciba la medicación correspondiente”, dice el perito.
Por otra parte, enfatiza que “la enfermedad no merece castigo”. “Devolver a la calle a una persona rehabilitada es un buen trabajo. Pero si es un psicópata, no se va a rehabilitar; debería aplicársele la condena más larga posible según el delito que haya cometido”.
SEGUIMIENTO DE LOS CASOS
Una vez que la persona es declarada inimputable siguiendo el artículo 34 del Código Penal, todo depende de cómo evolucione durante su tratamiento en la institución psiquiátrica a la que se lo haya derivado.
“Hay que sincerarse: en nuestro país las medidas de seguridad que se aplican no se controlan debidamente porque ese sistema estatal no ha sido creado específicamente, no existiendo un equipo operativo suficiente para su seguimiento”, considera Claudio Stampalija, abogado penalista y criminólogo. “Las personas declaradas inimputables y alojadas en un establecimiento neuropsiquiátrico se hallan abandonadas a su suerte, careciendo de un férreo control del magistrado a cargo de las mismas”.
Stampalija explica que el artículo 34 del Código Penal no prevé un tiempo determinado para las medidas de seguridad que se le aplican al declarado inimputable, lo cual implica que las mismas tienen una duración indeterminada. Por ese motivo, sostiene que habría que “supervisar con cierta periodicidad la idoneidad” del ámbito y la del tratamiento. “Para ello los jueces deben realizar las visitas a quienes están internados a su disposición y también debe crearse un órgano de control especializado”.
“Así se podría merituar seriamente la proporcionalidad de la medida impuesta y asegurarse que no es posible aplicar una medida menos gravosa”, dice.
EMBAUCADOS
Para Hugo Marietan, médico psiquiatra referente en psicópatas, los pabellones del Borda y el Moyano cuentan con el personal y los tratamientos necesarios para tratar con los criminales declarados inimputables. “El problema es que muchas veces los abogados tratan de hacer pasar a sus clientes por inimputables porque saben que eventualmente recuperarán la libertad”, sostiene el especialista.
“Lamentablemente fue lo que pasó con El tirador de Belgrano [Martín Ríos] y resultó ser un embaucador”, dice Marietan. Ríos fue declarado inimputable luego de descargar 13 disparos contra un grupo de personas que caminaban por Cabildo al 1700 el 6 de julio de 2006 y acabar con la vida de Alfredo Marcenac. El año pasado, la Justicia anuló el fallo que lo había absuelto y ordenó que se realizara un nuevo juicio.
“En España, por ejemplo, a los esquizofrénicos se les da una pena carcelaria común si cometen un crimen. En la Argentina habría que reconsiderarlo, debatirlo entre los psiquiatras. Ayudaría a evitar las artimañas de los abogados”, opina Marietan.
“En el caso de las hermanas Vázquez, deberían recibir un tratamiento de por vida tras ese crimen espantoso. Pero nuestro sistema judicial es muy garantista y contemplativo”, señala el psiquiatra.
SÍNTOMAS DE ESPERANZA
Para Stampalija, hay una esperanza de que el sistema cambie para bien. Y esa esperanza es laLey Nacional de Salud Mental 26.657 , sancionada y promulgada a fines del año 2010, a partir de la cual se creó el Programa Interministerial de Salud Mental Argentino (PRISMA), que tiene “la finalidad de tratar a las mujeres y hombres alojados en establecimientos penitenciarios especializados en psiquiatría pertenecientes al Servicio Penitenciario Federal, como en otras unidades del mismo, a través de equipos multidisciplinarios”.
El criminólogo explica que, de acuerdo a ese programa, los internos declarados inimputables se alojarán en casas por fuera del Servicio Penitenciario Federal. “Esperemos que dicho Programa funcione en consonancia con la nueva Ley de Salud Mental y comience un nuevo camino mas racional y profesional que compatibilice la salud de los inimputables con una orientación hacia la inclusión social, con los intereses que con un claro sesgo preventivo surgen de la comunidad”, conluye Stampalija.
La mayoría de los menores de 21 en cárceles federales está con prisión preventiva
Lo dijimos ya en otras oportunidades. Lo que debería ser la excepción es en nuestras cárceles la norma. La prisión preventiva, que se supone que debería aplicarse sólo cuando existe riesgo de que el acusado se fugue o entorpezca la investigación, se utiliza en la mayoría de los casos.
De esto da cuenta un nuevo informe de la Procuraduría contra la Violencia Institucional (Procuvin). Al ya conocido dato de que alrededor de un 60% de las personas privadas de libertad en cárceles federales está con prisión preventiva, se suma un dato aún más grave: entre los jóvenes adultos presos (de 18 a 21 años) este porcentaje alcanza el 84%.
El informe de la Procuvin contiene varios datos sobre cuál es la situación carcelaria actual. Entre otras cosas detectó que además de los jóvenes, los grupos más vulnerados siguen siendo mujeres y trans.
El informe completo puede leerse en el sitio Fiscales.gob.ar
Para leer un poco más sobre el tema de la prisión preventiva en la Argentina, pueden ver este post que hicimos hace un tiempo (nada ha cambiado, lamentablemente):
El drama de la prisión preventiva en la Argentina
Se cumplen dos años de la Masacre de Curuguaty
Ayer se cumplieron dos años de lo que se conoció como la Masacre de Curuguaty, el violento intento de desalojo de tierras en Paraguay que causó la muerte de 6 policías y 11 campesinos y llevó a la destitución del entonces presidente Fernando Lugo.
El hecho ocurrió el 15 de junio de 2012. La policía había recibido órdenes de desalojar las tierras de Marina Cué, un paraje de 2000 hectáreas a más de 250 kilómetros de Asunción. Unos 80 campesinos, entre los que había mujeres y niños, reclamaban a la policía que les mostraran los documentos de propiedad con los que pretendían echarlos.
En el lugar se desató el tiroteo que causó las mencionadas muertes, a lo que le siguió una controvertida investigación con denuncias de organismos de derechos humanos de todas partes del mundo.
Hoy, a dos años de la masacre, desde Paraguay y desde varios lugares del mundo, familiares y amigos de víctimas y perseguidos políticos reclaman justicia.
“15 de junio 2012 – 15 de junio 2014: 2 años de lucha, resistencia, dignidad, unidad… y seguimos con fuerza hasta conquistar la Tierra, la Justicia y la Libertad. El domingo, ¡todas y todos a Marina Kue!
¡Recuperación inmediata de las tierras de Marina Kue, pueblo mba’e! ¡Nulidad ya del juicio montado por la Fiscalía! ¡Libertad ya a las y los presos políticos! ¡Verdad y Justicia para Curuguaty y Paraguay”, dicen desde la página de Facebook “¿Qué pasó en Curuguaty?” donde se pueden leer las novedades de la causa y los reclamos de los sobrevivientes.
El año pasado entrevisté a tres campesinos que lograron salvar sus vidas aquel día fatídico pero que, perseguidos por la justicia, buscaron refugio en la Argentina. Aquí les comparto el artículo que fue publicado en El Puercoespín.
Masacres: Argentina refugia a prófugos de la ¿justicia? paraguaya
Más de 1400 kilómetros y un año los separan, pero cuando describen aquel sitio y aquel día, parece que estuvieran allí otra vez: les tiemblan las manos, los ojos se les ponen vidriosos y se les quiebra la voz. Comienzan a hablar en un volumen apenas audible, murmuran dos o tres palabras y callan.
Con pocas palabras cuentan ese 15 de junio de 2012 en Curuguaty.
Sentado junto a Ramírez en un bar de San Telmo, Dani, carraspea, gira la cabeza hacia la puerta de entrada. Estuvo a punto de cancelar el encuentro, confiesa. No quería hablar. Desde hace un año está tratando de sacar de su cabeza esas imágenes, eso por lo que tuvo que huir de su país, de su familia.
El recuerdo de la familia le provoca una sonrisa breve y nerviosa. La camarera, la gaseosa, lo devuelven a la realidad, a la ciudad de Buenos Aires, esa ciudad ajena en la que sólo conoce a Ramírez y a Fredy, prófugos como él.
Hay unos minutos de silencio en los que Dani parece tomar fuerza. Se mira las zapatillas azules –él y Héctor están vestidos para un partido de fútbol. Cuenta que todos los fines de semana se juntan a jugar a la pelota en la canchita de la villa donde viven. Vuelve a subir la vista, clava la mirada en la mesa, suspira.
Y, con los puños apretados con fuerza, cuenta.
Ese día eran unos 80 campesinos, y había mujeres y niños. Pedían las tierras de Marina Cué, un paraje de 2000 hectáreas a más de 250 kilómetros de Asunción. Querían hablar con la Policía, que les mostraran los documentos de propiedad con los que pretendían echarlos, esos papeles que hasta el día de hoy no aparecieron.
“Queríamos ver los papeles de propiedad, sólo eso. Pero de pronto comenzaron los disparos y….”. Dani se interrumpe y sus mejillas blancas se encienden.
Y vuelve el silencio.
***
Las ocupaciones eran frecuentes en esa zona. Ya había habido desalojos, pero ninguno así. Desde hacía varios meses, escuchaban en la radio que los terrenos estaban “disponibles”. Se hablaba del potencial para crear un nuevo barrio. Con esos pocos datos, unas setenta personas tomaron Marina Cué.
Pero desde hacía años las tierras eran parte de una compleja disputa judicial entre la empresa Campos Morumbi S.A., del fallecido Blas N. Riquelme, y el Instituto de Tierras paraguayo. Había sido entregado oficialmente al Instituto y destinado a la reforma agraria, pero Campos Morumbi lo reclamó como propio ante la justicia local, lo que ésta le concedió. Una fiscal pidió el desalojo de los terrenos y un diputado del Congreso, el colorado Oscar Tuma, solicitó a éste que respaldara la medida para preservar el medio ambiente
Seis policías y once campesinos murieron en ese desalojo. La reacción ante la llamada “masacre de Curuguaty” fue utilizada por una coalición política encabezada por el vicepresidente Federico Franco para iniciar juicio político al presidente Fernando Lugo y destituirlo en un proceso relámpago que los otros países del Mercosur y de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) –incluida la Argentina– consideraron un golpe de Estado.
El diputado Tuma fue quien presentó la acusación contra Lugo. Cuando este cayó, se desató una cacería: la cacería de los ocupantes de Curuguaty.
Y fue así que, mientras un par de meses después de la masacre “Don Blas” Riquelme era honrado por el mismo Congreso que había destituido al presidente, Dani Garcete, de 25 años, y Héctor Ramírez, de 26, huyeron de todo lo que conocían para pedir refugio en la Argentina y terminaron contando la historia que sigue en un café de San Telmo, en Buenos Aires.
***
Todo comenzó alrededor de las 7.30 de la mañana. Se había dado la orden de desalojarlos. Dani y Ramírez eran dos de los 30 campesinos que se acercaron a la entrada para recibir a la policía. Su reclamo: que para echarlos les mostraran los documentos que probaban que esas tierras eran propiedad privada.
Algunos de sus compañeros, muy pocos, llevaban viejas escopetas de caza, como para subrayar la seriedad de su postura. Ellos dos, dicen, no tenían nada. Además, las escopetas no eran para disparar, sólo para para mostrarse preparados, aseguran. No sabían si funcionaban, dicen.
Todavía –es su versión– no lo han averiguado.
La policía los rodeó por izquierda y por derecha. Cuando estuvieron suficientemente cerca como para hablar, no hubo palabra alguna. Todo ocurrió demasiado rápido. Se oyó un disparo. Dani y Ramírez dicen que vino de la policía. La policía dirá luego que vino de los campesinos.
Segundos después, oyeron una ráfaga de tiros que les pareció interminable. Dicen que no vieron a sus compañeros usar sus escopetas. Hubo un griterío, confusión, y todos se echaron a correr.
La policía, dicen, los atacaba.
Corrían a campo abierto: eran blancos perfectos. Corrieron entonces hacia los bosques. Ni miraban atrás, pero estaban seguros ya de que algunos de sus compañeros habían muerto, tal vez muchos (“Tal vez todos”, murmura Dani ahora, en esta otra ciudad lejana). Quizás también ellos morirían. No había nada qué hacer.
Dani recuerda un helicóptero que volaba tan bajo que parecía iba a aterrizarles encima. Una sirena ensordecedora parecía anunciar el Apocalipsis.
Pero sí hubo sobrevivientes. Algunos pasaron la noche de la masacre escondidos en los bosques que cubren parte de las tierras disputadas. Otros, los que tenían celular para comunicarse con algún conocido, lograron refugiarse en casas cercanas.
Se ocultaban sin saber bien por qué o hasta cuándo. Pasaban las horas sin comer ni beber. Esperando. Algo raro se había cocinado ese día –algo que no era como lo que habían conocido hasta entonces y que lo cambiaba todo. Temían que la policía aún estuviera en el campo esperando para dispararles. No sabían, no tenían manera de saber –así dicen–, que en ese momento los acusaban de haber perpetrado la masacre.
Ni, muchos menos, que lo que acababa de ocurrir en sólo unos segundos de terror acabaría por derribar a un presidente.
El 21 de junio de 2012, Lugo fue acusado ante el Congreso. Pese a las marchas a favor, las gestiones de todos los cancilleres de la UNASUR –entre ellos, la Argentina y Brasil–, que viajaron a Asunción para entrevistarse con representantes del parlamento y con el vicepresidente para pedirles que no siguieran adelante, el presidente fue destituido al día siguiente.
El fiscal Jalil Rachid encabezó la investigación oficial de la masacre de Curuguaty. Su conclusión fue simple: los campesinos eran culpables de haber asesinado a seis policías. Pero ¿quién había disparado? ¿Con qué arma?
Estas preguntas jamás fueron respondidas. En su lugar, una lista de nombres garabateados en un papel días antes de la masacre con el objetivo de pedir en grupo víveres al gobierno se convirtió en la lista de culpables a los que detener. Hubieran estado o no en Marina Cué ese día, todos los que figuraban en la lista fueron acusados de homicidio doloso agravado, homicidio doloso en grado de tentativa, lesión grave, asociación criminal, coacción grave e invasión de inmueble ajeno.
Así, muchos de los sobrevivientes acabaron detenidos. Permanecieron todos en la cárcel hasta que, gracias a una huelga de hambre, se concedió a algunos la prisión domiciliaria.
***
Dani y Héctor se quedaron encerrados en sus casas los cuatro meses que siguieron a la masacre. No salían en ningún momento, salvo cuando se enteraban, gracias a una red de vecinos amigos, que habría un allanamiento. Entonces se escondían en otra casa hasta que la policía se iba. Era una vida a saltos a la que no estaban acostumbrados. No podían dormir tranquilos, dejaron de trabajar, vivían como presos.
Por el noticiero se enteraron de todo: de la cantidad de compañeros muertos, de los policías fallecidos, de la destitución de Lugo. También así supieron que la justicia acusaba a todos sin distinción.
A través de un amigo abogado comprobaron que sus nombres figuraban entre los buscados. En algún momento los arrestarían.
A menos que siguieran huyendo.
***
Alcides Ramírez, hermano de Héctor, que estaba preso, les dijo que había una posibilidad para salir del país, al menos hasta que las cosas se aclararan.
“Acepté inmediatamente, me arrepentí inmediatamente -, dice Dani, apenas levantando la cabeza, con la pierna aún temblando y las manos juntas, apretadas, sobre la mesa-. Pero después comprendí que no tenía otra opción”.
Ramírez asiente. Aunque él había vivido en Buenos Aires durante cinco años, era muy distinto. En aquel momento se había venido a la Argentina porque en Paraguay no conseguía trabajo. Visitaba a su familia cada vez que podía. De hecho, cuando se planeó la ocupación de Marina Cué, Ramírez estaba ahí mismo por las vacaciones. Pero se sumó a la toma igual y su nombre estaba en la lista.
Fue el político liberal Domingo Laíno quién los ayudó a huir de Paraguay. Desde Plataforma de Estudio e Investigación de Conflictos Campesinos (PEICC), fundada poco después de la matanza, Laíno lanzó una investigación paralela convencido, como muchos otros, de que lo ocurrido en Curuguaty había sido fraguado para destituir a Lugo.
Según él mismo lo cuenta, como parte de sus indagaciones, Laíno hablaba con la madre de Dani, una enfermera que vive cerca del terreno de Marina Cué y temía por la seguridad de su hijo. Agregó a la lista a Fredy , recomendado por Ruben Villaba, uno de los cordinadores de la ocupacion. Según Laíno, Fredy era mano derecha de Villalba en la organización de la ocupación y estaba a su lado en el momento de la balacera. (Fredy no aceptó hablar con el puercoespín).
Luego de algunas conversaciones telefónicas, acordaron el sitio de encuentro: Marina Cué.
“Terrible” es la palabra que usa Dani para describir cómo fue para ellos volver a ese lugar. “Terrible, terrible…”, repite, y aprieta los labios. Y mira hacia la puerta.
De Curuguaty viajaron en autos particulares hasta Asunción. Allí estuvieron alojados en casa de Laíno, mientras éste les buscaba una salida.
Laíno había estado exiliado en la Argentina en los largos años de la dictadura de Alfredo Stroessner. Según su relato, hizo contactos en la embajada argentina en Asunción y acordó que se recibiera a los tres prófugos en la frontera (NdR: ni la embajada, ni la Cancillería, ni la oficina de Migraciones, ni la Conare de la Argentina aceptaron confirmaron ni desmentir la información, alegando la confidencialidad impuesta por ley en los casos de refugiados).
Luego de papeleos y algo de planificación, siguieron en auto hasta el límite con la Argentina. Con el corazón palpitante, las manos sudorosas y la boca seca, cruzaron la frontera a pie. Se sentían personajes de una película, viviendo una vida clandestina que jamás imaginaron ni quisieron.
Al entrar en la Argentina, pidieron refugio. Podían decirles que sí o que no. Durante 12 horas interminables fueron entrevistados por guardias de frontera argentinos. Los sometieron a revisaciones médicas. Tuvieron que explicar por escrito los motivos de su solicitud de refugio, por qué tenían que irse de Paraguay, por qué entraban en la Argentina.
Finalmente, acompañados de dos gendarmes, viajaron en colectivo hasta la Estación de Retiro, en la ciudad de Buenos Aires. Llegaron un sábado de octubre.
Otro hermano de Héctor vivía en un asentamiento de la zona sur de la ciudad: hacia allí planeaban ir. Los gendarmes se ofrecieron a llevarlos. Pero era de noche y entrar en la villa con unos gendarmes no les pareció un buen plan.
Pasaron el fin de semana en Retiro, en un edificio de la Gendarmería. Fue una noche triste, aunque tranquilizadora. Al menos, se decían, estaban lejos de la policía paraguaya, nadie iba a entrar allí a detenerlos. Pero estaban en territorio desconocido y no sabían cómo seguirían sus vidas.
Los gendarmes les ofrecieron mate, comida y un lugar para dormir. Era el primer refugio.
El lunes llegaron al asentamiento para comenzar la nueva vida.
En forma temporal, aclara Dani, que no puede dejar de pensar en Paraguay
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El estatus de refugiado se concede a una persona que debe abandonar su país de residencia porque su vida o su libertad corren peligro debido a violencia generalizada, conflictos armados o violaciones masivas de Derechos Humanos. La Comisión Nacional para Refugiados (Conare) es la encargada de otorgar el refugio y de ayudar a que se integren en su nuevo país. Entre los deberes del país hacia los refugiados, que constan en la Ley N° 26.165, está “el respeto a los principios de no devolución, incluyendo la prohibición de rechazo en frontera, no discriminación, no sanción por ingreso ilegal, unidad de la familia, confidencialidad, trato más favorable y de interpretación más favorable a la persona humana”. Se aclara que “tales principios se aplicarán tanto al refugiado reconocido como al solicitante de dicho reconocimiento”.
Héctor, Fredy y Dani pidieron refugio, pero su solicitud todavía está en trámite. En teoría, ninguno de los tres puede ser expulsado, devuelto o extraditado mientras perdure el peligro a su vida, libertad o seguridad. También se les debe conceder un permiso de trabajo temporal para asegurar su sustento económico y un Documento Nacional de Identidad (DNI) para que ejerzan sus “derechos civiles, sociales y culturales”.
el puercoespín pudo corroborar que hay expedientes abiertos para resolver la situación de cada uno de los tres sobrevivientes de Curuguaty que han terminado en la Argentina. ¿Cuál será su futuro? Probablemente deban esperar a que algún día se aclare cuál de las dos versiones de lo ocurrido en Curuguaty es la verdadera.
En la versión oficial que se ha vertido en el proceso judicial instruido por el fiscal Rachid, los campesinos son los acusados y los policías son testigos o víctimas. Es la versión según la cual el instigador de los hechos es Rubén Villalba, uno de los líderes de la ocupación.
La imposición de este relato avanza lentamente. El juez Jorge Benítez, a cargo del caso, fue recusado tras un fallo de la Cámara de Apelaciones de Paraguay que aceptó un pedido de la defensa. La causa pasó entonces a la jueza Rosa Yanine Ríos, que en febrero de 2013 dictó la primera condena del caso Curuguaty contra uno de los dos menores de edad que había entre los procesados.
A mediados de junio de 2013 hubo otra audiencia: los abogados de los campesinos reclamaron a la jueza que determine a quién pertenecen las tierras reclamadas, ya que el título de propiedad aún no ha aparecido. El proceso fue suspendido hasta que la justicia se expida al respecto, mientras recibe críticas de la opinión pública local y de varios organismos internacionales, como la ONU y Amnistía Internacional, que reclaman “una investigación imparcial e independiente”. De las futuras resoluciones judiciales depende el destino de los 14 campesinos que siguen detenidos, cinco de ellos con prisión domiciliaria, y de los 50 prófugos, entre los que se encuentran Dani, Héctor y Fredy.
La otra versión de los hechos se sustenta en la investigación paralela realizada por la PEICC, a cargo de Laíno, que defiende a los campesinos y reclama la anulación de lo actuado por el fiscal Rachid. Esta pesquisa señala que en Curuguaty sólo se hallaron cinco escopetas de caza y un revólver, lo que –se argumenta– difícilmente hubiera causado tantas muertes. También sostiene que en la masacre se utilizó al menos un fusil automático, arma inaccesible para los campesinos. Por otra parte destaca la presencia de niños y mujeres el día del enfrentamiento: ¿planearían los campesinos una emboscada poniendo en riesgo a sus propias familias?
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Mientras dos Estados deciden cómo gestionar su destino, los tres jóvenes prófugos alquilan un cuarto cada uno en una villa donde vive una gran comunidad paraguaya. Trabajan como albañiles de lunes a sábado y de la mañana al anochecer. Como todavía esperan que les entreguen un DNI, sólo consiguen empleos informales.
Con el dinero que ganan se pagan sus gastos. Una vez a la semana telefonean a sus familias en Paraguay. Evitan hablar de Curuguaty; prefieren enterarse de nacimientos o bodas. Ni Dani ni Héctor tienen hijos ni esposa. Por suerte, dicen.
Los fines de semana, a veces, van a algún boliche de Constitución. Extrañan la familia, la tranquilidad del campo, el tallarín casero de sus madres, la posibilidad de recorrer las calles de su barrio sin miedo a ser detenidos por la policía. Y el calor. Esas altas temperaturas que, en medio del invierno porteño, recuerdan con nostalgia.
Dani todavía tiene pesadillas. Por las noches, giran en su cabeza imágenes de sus compañeros huyendo. Escucha los gritos de los niños y sus madres, los disparos. Se ve corriendo por el campo, mientras otros campesinos caen muertos en el camino. Se ve entrando en el bosque. La sirena del helicóptero lo aturde.
Luego despierta, lejos de su casa, en una villa de Buenos Aires.
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A un año del crimen de Ángeles Rawson
Hace exactamente un año, la búsqueda de Ángeles Rawson, una adolescente de 16 años que había desaparecido cuando volvía de su clase de gimnasia, terminó de la peor manera posible: no sólo la encontraron muerta, sino que su asesino trató su cuerpo como un desperdicio y lo descartó arrojándolo a la basura.
El cadáver fue hallado en una de las cintas clasificadoras de residuos de la planta de la Ceamse en José León Suárez, lejos del barrio porteño de Colegiales en donde había sido vista por última vez.
El caso tuvo un boom mediático: durante meses apareció en todas las portadas de los diarios, en todos los canales de televisión y en los sitios de noticias. Tanto se hablaba del crimen de la adolescente, que el tema fue tratado hasta en los programas de chimentos de la TV.
Lo cierto es que la causa se encaminó a los pocos días del hallazgo del cuerpo: cuando los medios hablaban del entorno familiar, Jorge Mangeri, el portero del edificio en donde vivía la joven, pasó a convertirse en el único acusado formalmente por la justicia. Mangeri está hoy detenido en el penal de Ezeiza, a la espera del juicio oral, acusado del crimen de la adolescente.
Aquí les comparto un fragmento del libro Ángeles, mujeres jóvenes víctimas de la violencia. Es parte del capítulo escrito por Federico Fahsbender sobre el caso Ángeles Rawson:
Ángeles Rawson fue la adolescente más tristemente célebre de 2013: ningún noticiero habló de otra cosa en las semanas que siguieron a su muerte. El 10 de junio de ese año, su familia, encabezada por su abuela, María Inés Castelli, había enfrentado a las cámaras para pedir ayuda tras su desaparición. Su foto, un perfil sonriente, empezaba a multiplicarse a través de las redes sociales. Era una cara atractiva, fácil de recordar. (…) La chica -el mejor promedio en el cuarto año del Instituto Virgen del Valle, un colegio católico de Belgrano- había ido ese lunes por la mañana a su clase de gimnasia en el campo de deportes de su escuela, junto a la planta procesadora del CEAMSE en Colegiales. Tras esa clase, Ángeles no volvió a entrar a su departamento en la planta baja de la calle Ravignani 2360, en el barrio de Palermo. Alguien se interpuso en el camino.
Hija de padres divorciados, convivía con una familia ensamblada: su madre, María Elena Aduriz, empleada administrativa en la empresa de fumigaciones de su hermano; su hermano mayor, Juan Cruz Rawson, estudiante; su padrastro, Sergio Opatowski, un pescador profesional que había sido despedido de su trabajo el año anterior y vivía de rentas de dos departamentos y Axel, hijo de Sergio de un matrimonio anterior, de 17 años. Jerónimo Villafañe, hijo de una relación previa de María Elena, cajero del Banco Galicia, había dejado la casa dos años antes. Franklin, su padre, ingeniero, había vuelto a formar pareja. En la tarde de ese día, la ausencia de Ángeles -que no respondía a llamados en su celular, que no había sido vista por nadie se había vuelto evidente.
(…) El Virgen del Valle -un colegio chico, tradicional de la clase media de Belgrano y Palermo- cerró dos días por duelo. Ángeles tenía el mejor promedio en toda la institución, un nueve, pero no era su rendimiento académico lo que la destacaba. “Tenía una voz muy suave, delicada. Cantó en varios actos”, recuerda una directiva del lugar. Juan Cruz, en un momento, mostró a un periodista una cartuchera de CDs de su hermana, con bandas como Linkin Park y Evanescence, sus preferidas. “¿Vos tenés forma de llegar a los grupos? Quiero grabar un video homenaje con la música de ellos, ella los amaba, estudiaba canto con una profesora acá cerca. Mumi quería ser cantante y soñaba con eso”, dijo.
(…) Las declaraciones testimoniales de Juan Cruz y Jerónimo ante la fiscal Asaro fueron quizás el mejor retrato de la joven. Jerónimo, tras dejar la casa familiar, volvía de visita una vez por semana.
Describió a su hermanastra como “una persona bastante introvertida fuera de su familia y sus amigos, aunque dentro de su entorno era muy contenedora, divina, divertida, despierta, responsable. Si Ángeles tenía que ponerse firme en su postura alguna diferencia o conflicto, lo hacía, no era sumisa”. Dijo que jamás la vio confrontar con Opatowski, y que si discutía con su mamá, no la contradecía ni intentaba imponerse: apenas se ponía a llorar.
Juan Cruz, según Jerónimo, era mucho más temperamental, capaz de golpear con el puño la pared de su casa tras discutir con su madre, aunque jamás fue violento con su familia. Y el hermano mayor también era un pilar en su casa: se vistió más de una vez con saco y corbata para oficiar de promotor en el lanzamiento de un microemprendimiento de Maria Elena que no prosperó. También hacía su propia historieta al estilo japonés en su notebook. El día del funeral de Ángeles, usó un saco negro de poliéster con una remera de dos dragones rodeando el símbolo del ying-yang. Y fue él quien introdujoa Ángeles y Axel en el cosplay, en el juego de disfrazarse como héroes de los dibujos animados de Oriente, la mayor afición de la chica. “Team Saint Seiya”, se hacían llamar con Ángeles y Axel junto a otros amigos, en honor a Los Caballeros del Zodíaco, su serie favorita, para llenar de amigos el living del departamento en Ravignani los fines de semana. Ahí, confeccionaban trajes elaborados y armaduras, pelucas, un juego infantil e inofensivo. No era una rareza lo que hacían: el cosplay y el animé están entre los cultos adolescentes más visibles en Buenos Aires, con convenciones masivas frecuentes y reuniones en el Jardín Japonés. En esa escena, Ángeles era una suerte de celebridad.
(…) Lucas Eliel Sosa, un ex novio de Ángeles de 26 años, no estuvo en la mira de la Justicia. Había salido con él por pocas semanas en noviembre de 2012, “para probar”, como declararon sus hermanos.
María Elena no se había espantado tampoco de que su hija adolescente saliese con un hombre diez años mayor. Empleado en la fumigadora familiar, Lucas era un atleta eximio. La madre de la chica, ávida nadadora, charlaba sobre deporte con él con frecuencia.
Ángeles misma terminó la relación, no estaba convencida. Tiempo después, comenzó a salir con un chico del Virgen del Valle, Nahuel, dos años mayor. Los dos corrieron a Ravignani tras enterarse de la desaparición.
Hubo otro chico, el último amor de Ángeles, un chico de catorce años llamado Magno, que apenas había comenzado a conocer. Magno tampoco estuvo bajo sospecha.
(…) Los hermanos Rawson crecieron bajo un régimen judicial, el esquema de visitas acordado tras la separación de sus padres, una ruptura que fue en buenos términos. (…) Y lo que rodea a Franklin Justo Rawson y su impronta indican una vida y un pensamiento típicos de la clase patricia porteña: ingeniero con credenciales educativas como la Universidad Católica Argentina según su currículum online, tuvo cargos jerárquicos en empresas como Roche y Techint. Aficionado al rugby –fue capitán en el equipo de veteranos del exclusivo club La Salle- y a los desfiles militares; hasta tuvo un sitio de venta de vinos de pequeñas bodegas por Internet. Algunos lo describen como una figura seca, severa y a la vez tranquila en la vida de sus hijos. Antes de separarse, la familia había vivido en un departamento de Belgrano, cerca del ex Instituto Geográfico Militar.
(…) Detenido automáticamente tras su declaración testimonial el 14 de junio, su aparición marcó un giro dramático en la causa. Mangeri había visto desde la vereda, con gesto casual, cómo la Policía irrumpía dentro del departamento de los Rawson para allanarlo la misma noche del funeral. Nunca se había llevado mal con la familia, realmente. En su declaración, Juan Cruz lo describió como alguien “macanudo”, siempre servicial, que hasta tuvo una llave del departamento de la familia antes de que cambiaran la cerradura en 2012. (…) En su cuadra de la calle Ravignani, nadie tenía nada excepcional que decir sobre él tampoco.
Todos describían a un portero que lavaba obsesivamente su Renault Megane los fines de semana, que hacía trabajos de albañilería para sus vecinos y piropeaba chicas desde la vereda de vez en cuando. Pero el viernes 14 mismo, Diana Saettone recibió un llamado desconcertante.
Jorge García -un portero amigo de su marido, a cargo de un edificio en Barrio Norte- le comentó que Mangeri lo había visitado “hecho una piltrafa”, llorando sin parar. Algo no estaba bien.
(…) Al portero Mangeri, lo mejor que le pasó en su vida fue ser portero. Había llegado a Ravignani doce años atrás, a través de un familiar lejano de su mujer que administraba el edificio. Nunca fue parte de la vida política del SUTERH, del poderoso sindicato de porteros al que pertenecía, de sus elecciones internas, pero le gustaba disfrutar de sus beneficios. Nunca faltaba a la cena masiva que ofrecía el gremio a sus afiliados para fin de año. El sindicato le proveyó casa, una cobertura de salud, y hasta la chance de viajar a los centros vacacionales del sindicato en provincias como San Luis. Era un cambio: hasta ese entonces, Mangeri jamás había ido más allá de la provincia de Buenos Aires. Venía del barrio Muñiz en San Miguel; ahí se crió en una casa con pasillo al fondo junto a dos hermanos, hijo de Antonio, un albañil y Norma, ama de casa.
(…) Nunca terminó la secundaria. Toda su vida se dedicó a trabajar: de adolescente, como asistente en una panadería; más tarde, en una tornería. Su padre, Antonio, albañil, murió por problemas cardíacos luego de una vida de cigarrillos y esfuerzo físico. “Le explotó el corazón”, relatan en San Miguel. Sus padres se separaron cuando tenía 25 años. El portero le recriminó durante años a su mamá el hecho de que dejase morir a Antonio sin compañía, en una relación que se volvió fría con los años. Al morir Ángeles Rawson, Norma seguía ahí, en la casa al fondo del pasillo.
(…) Diana recuerda la relación de su marido con su sobrino Lorenzo, una suerte de hijo para ellos, que compartía fines de semana enteros y hasta dormía entre ella y Mangeri.
Lorenzo era celíaco: frente a él, el portero nunca se atrevió a comer una factura o un pan. Y el chico resumía todas las esperanzas de la pareja, en cierta forma: nunca pudieron tener hijos, debido a un problema congénito en Diana, que fue diagnosticada hace cinco años de un cáncer de tiroides, algo que eliminó cualquier chance de quedar embarazada. Intentaron con tratamientos, que no funcionaron.
Al momento del crimen, Diana y el portero no habían resignado el deseo de ser padres: ya habían comenzado a informarse para el largo trámite de adoptar un hijo. “Hay una burocracia terrible. No es que vas y listo. Pero sí, estábamos con eso, teníamos esa ilusión”, dice Saettone.
(…) Mangeri se había instalado en Los Troncos poco después de la separación de sus padres para trabajar con un tío diariero como canillita. Diana ya tenía un kiosco-almacén. Mangeri la visitaba ahí, intentando cortejarla. Cuando llegaba y veía que ella no estaba, compraba un sobrecito de champú para disimular. No le servía de mucho; ya en ese entonces se había quedado calvo. El cortejo resultó: ya portero en Ravignani, se casó en el 2003 con Diana en la parroquia Purísima Concepción de Pacheco. Carlos y la madre de Diana, Salvadora, fueron los padrinos. Norma, la madre de Mangeri, no estuvo en la ceremonia. Hasta el momento del crimen, los padres de Diana no la habían conocido. La distancia se mantenía. Y con su mujer, era protector al extremo, algo que se volvió más notorio tras el diagnóstico de cáncer. Salvadora cuenta: “A veces no la deja ir sola a hacer los mandados por miedo a que se caiga o le pase algo”. Para Diana, eso es un ejemplo de la caballerosidad de su marido: “Todavía en la cárcel me corre la silla cuando me siento”.
(…) El portero panzón de camisa y pantalones Ombú, calvo y buenote, el mismo que abrazaba a sus sobrinos en fotos íntimas y videos extraídos de Facebook y reproducidos en cada revista y noticiero, ya no existe: Mangeri perdió veinte kilos en sus primeros seis meses de cárcel. Bajo un régimen de resguardo impuesto judicialmente, no puede transitar solo los pasillos cuando va a sus tratamientos bisemanales de contención con una psicóloga -jamás había hecho terapia antes en su vida-, o cuando va a las salas de visitas para encontrarse con su mujer y llorarle en el hombro. (…) Comparte su encierro con presos famosos como José Ángel Pedraza, alojado en Ezeiza por la muerte del militante socialista Mariano Ferreyra, y Eduardo Vázquez, ex baterista de Callejeros, condenado por la muerte de 194 personas en la masacre de Cromañón y por incendiar a su propia esposa, Wanda Taddei. Pedraza y Vázquez lo apoyan, lo animan, lo tratan con afecto, le piden que coma, que le va a hacer bien, lo alientan para que no pierda el ánimo. En el pabellón, el portero les retribuye cocinando pizza de vez en cuando.
(…) En octubre del 2013, Diana todavía vivía en el departamento del octavo piso en el edificio de Ravignani, reservado al portero. Las aberturas fueron renovadas por Mangeri poco antes del crimen, las paredes repintadas, los escalones rotos reparados con cemento. Diana, acompañada de su hermana Susana, casi idéntica a ella, pasaba tardes encendiéndole velas a la Virgen de San Nicolás, jugando con sus sobrinos que la visitaban. La temperatura mediática del caso había bajado; ya no era invitada con tanta frecuencia a defender a su marido en los programas de televisión. Ya no trabajaba en ese entonces, gozaba de una licencia: Diana limpiaba pisos en el Instituto de Menores Manuel Rocca. Dice que los chicos detenidos siempre la trataron con respeto, que el miedo que experimentó al comenzar a trabajar ahí no le duró demasiado. Durante los últimos 5 años, mantuvo a raya a su cáncer de tiroides, del cual no está completamente curada. La medicación del tratamiento le provocó una arritmia cardíaca. Su fragilidad física fue siempre la debilidad de su marido.
Mangeri, en sus pocas entrevistas a la prensa, negó una y otra vez que fuese culpable, aún con las pruebas apiladas en su contra. Hay voces ligadas al expediente que dicen que, si es en verdad culpable, solo confesará el día que muera su mujer.
(…) (Ricardo) Canaletti reconoce: “Una noche a la salida del canal me suena el celular y escucho: ‘Soy Berni, quiero hablar con vos.
Dijiste en Telenoche una cosa que no es así. Diste a entender que nosotros tenemos una inclinación para ocultar a la familia’.Yo le digo: ‘Pagaste el entierro’. Él responde: Sí, pero se lo hacemos a mucha gente. Me dijo que le pagó un alojamiento porque les había allanado la casa. Y me pregunta: “Che, ¿qué onda esta mujer que apareció?” Ese, para mí, era el verdadero sentido de la llamada”.
Esa mujer a la que refiere Canaletti, que llamaba desde del sur del país, fue el centro de una polémica que terminó en un fiasco judicial.
La mujer contactó a los estudios de TN, luego a una productora de Canaletti, para revelar que habría visto a Opatowski teniendo una sugestiva y airada discusión con Ángeles en el edificio. Desde el canal, no quisieron arriesgarse a lanzar el testimonio al aire. Enviárselo al abogado Lanusse fue el paso siguiente. Este testimonio motivó que, en plena noche, todos los ocupantes del edificio de Ravignani, ancianos incluidos, fuesen cargados en combi en plena noche para declarar en Tribunales. Tampoco sirvió de nada. Nadie reconoció haber visto una discusión así. La mujer fue imputada por falso testimonio, el equivalente procesal de una torta en la cara.
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Algo importante para agregar…
Como una macabra coincidencia pero –lamentablemente- con mucha menos difusión, a pocos días de que se cumpliera un año del hallazgo del cuerpo de Ángeles, la semana pasada los operarios del Ceamse encontraron otro cadáver. La víctima era Paula Giménez, tenía 31 años, era oriunda del Chaco y padecía de esquizofrenia. Por el momento no está claro cuáles fueron las circunstancias que causaron su muerte.
Lo que sí se sabe es que la joven fue vista durmiendo en un contenedor días antes de aparecer muerta, pero nadie se tomó el trabajo de identificarla, lo que le hubiera salvado la vida ya que había un pedido de averiguación de paradero a su nombre.
La familia de Paula también espera que se haga justicia. #JusticiaporPaulaGiménez
Un habeas corpus colectivo por los menores alojados en institutos de la Sennaf
La Procuración Penitenciaria de la Nación presentó un habeas corpus colectivo en favor de todas las personas menores de edad alojadas en establecimientos dependientes de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Sennaf) dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Dicha presentación contó con el apoyo del Centro de Estudios Legales y Sociales, y de la Fundación Sur Argentina.
Según explicaron desde la PPN, el objetivo es cuestionar el impedimento ejercido mediante la mencionada Secretaría y el Ministerio de Desarrollo Social, de que se realicen inspecciones en los mencionados Institutos conforme lo establece la ley 25.875, el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y la Ley de creación del Mecanismo Nacional N° 26.827.
“La SENNAF ha impedido el ingreso de esta Procuración cada vez que se ha intentado abordar alguno de los establecimientos a su cargo, incluido el Centro de Admisión y Derivación que fuera creado luego de diversas acciones judiciales en defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en conflicto con la ley penal”, informaron desde la PPN.
“Con esta conducta el Ministerio de Desarrollo Social, mediante su Secretaría especializada, viola los derechos de los niños agravando sus condiciones de detención”, añadieron.
“Es de destacar que no existe control alguno de organismos externos respecto de los chicos detenidos en dichos establecimientos, y por ende no hay dato alguno respecto de cuantos son, qué actividades realizan, en qué condiciones ni bajo qué supervisión”, explicaron.
Para la PPN, la situación “se agrava con el dato de que existen actualmente denuncias por malos tratos y hechos de tortura formuladas por personas menores de edad privadas de su libertad contra el personal de centros de detención”.