Hoy en Cinescalas escribe: Soledad Lamacchia
Resulta difícil no girar la cabeza ante una persona con alguna anomalía física o enfermedad. Intentamos no ser groseros. Intentamos ser disimulados. Intentamos incluso no mirar, pero es más fuerte que nosotros. Algo en esa persona despierta nuestro lado más morboso.
La RAE define grotesco como un adjetivo aplicable a algo ridículo o extravagante. También para remarcar la condición de irregular, grosero o de mal gusto. Se conoce también como grutesco (derivado del italiano “grottesco”, que deriva a su vez de “grotta” que significa “gruta”), al tipo de arte decorativo que se encontraba en las cuevas de la Roma del Siglo XV. Su condición de estilo extravagante, considerado a veces vulgar o absurdo, extendió el uso del término grotesco como sinónimo de estos adjetivos. Referencias al término se encuentran también dentro del arte pictórico relacionándolo con los símbolos, con los mitos, con lo imposible, con lo que está más allá, con los elementos o los seres, en apariencia, antagónicos, lo grotesco interroga la naturaleza humana y su relación con las cosas. Para muchos artistas el grotesco fue la mejor herramienta para poner de manifiesto las contradicciones, los vicios y las debilidades del ser humano. Obras de Picasso, Da Vinci, Magritte y el Bosco y hasta personajes de Alicia en el país de las maravillas han sido consideradas por algunos expertos como grotescas.
El estilo fotográfico de Diane Arbus podría considerarse grotesco. Hay detalles de su biografía que resulta interesante resaltar para disfrutar aún más el viaje fantástico que propone Fur: An Imaginary Portrait of Diane Arbus. Arbus nació en 1923 en la ciudad de Nueva York dentro de una acaudalada y tradicional familia. La fotografía no era algo ajeno a su vida. Su esposo era fotógrafo especializado en modas y ella solía trabajar como su asistente. Entre 1955 y 1957 comienza a tomar clases de fotografía y abandona a su marido. Diane, quien aparentemente sufría de trastornos emocionales y fuertes depresiones, acabó quitándose la vida en 1971 sumándose así la lista de grandes artistas que no lograron convivir con su genialidad en la sociedad cerrada y pacata en la que se criaron. Fur no es una película biográfica, es un recorrido imaginario por la mente de esta gran artista.
Nicole Kidman le pone el cuerpo a la mente de Diane Arbus. Corporizar sus pensamientos es indispensable para asistir a la transformación de esta mujer de esposa sumisa a artista excéntrica. Para materializar aún más esta metamorfosis, el director Steven Shainberg (escritor, productor y director de la genial Secretary) recurre a Lionel Sweeney, un extravagante y enigmático hombre que se muda al edificio de Diane y con quien ella comenzará una reveladora relación. Lionel, magníficamente interpretado por Robert Downey Jr., la cautiva desde el primer encuentro: Diane ha escapado de una fiesta familiar, se asoma al balcón de su casa que da a la calle y respondiendo a un impulso desabotona lentamente el vestido que lleva puesto desnudando su pecho al tiempo que con una gran bocanada de aire colma sus pulmones. Cada músculo de su rostro expresa primero satisfacción y después vergüenza. Lionel, con la cabeza completamente cubierta por una máscara, la observa desde la vereda. En ese íntimo instante sus miradas se cruzan por primera vez.
Una llave arrojada a través de una cañería abre a Diane las puertas del mundo de Lionel. Él la seduce incitando su curiosidad. Diane se rinde ante la atracción por lo oculto y lo diferente. La lucha interna entre el debo y el quiero se desata lenta pero firmemente. El quiero gana. Los sentimientos y necesidades reprimidas afloran. Lionel esconde más secretos. La máscara usa no sólo sirve para incrementar la curiosidad de Diane. Cubre también una enfermedad que Lionel no comparte con cualquiera: hipertricosis (la enfermedad de “el hombre lobo“). La imagen de Robert Downey Jr. es grotescamente bella: cada milímetro de su cuerpo se encuentra cubierto de fino y sedoso cabello. Sus tremendos ojos oscuros transmiten todo lo que su piel no puede decir. El mundo de Lionel es fantástico. Un desfile de siameses, enanos, hombres extremadamente altos, mutilados, nudistas y fenómenos de circo sacan a Diane de su letargo y ponen ante sus ojos una belleza inusual y desconocida. Todos son hermosos y perfectos. Necesita tenerlos, fotografiarlos. Los disparos son directos. Los retratados nos sostienen la mirada sin vergüenza. No hay nada que ocultar. Diane se enamora. No sólo de Lionel. Se enamora de este mundillo dentro del cual encaja por primera vez. Y mientras la mente de Diane se expande su familia se desvanece.
Destaco dos momentos cautivantes de la historia. Aquellos que aún no vieron Fur pueden detenerse aquí.
Las miradas entre Diane y Lionel dejan sin aliento. Lionel, al principio seductor y distante, poco a poco deja caer sus defensas ante la persistencia de Diane y le permite conocer su ser más íntimo: en una escena colmada de amor y erotismo, Lionel pide a Diane que afeite su cuerpo por completo. Las imágenes se suceden una tras otra: Diane enjabonando el cuerpo de Lionel. Diane afeitando suavemente cada centímetro hasta dejar al descubierto la blanca piel. El sonido de la rasuradora recorriendo el cuerpo de Lionel se mezcla con las respiraciones entrecortadas de ambos. Diane necesita conservar ese momento para siempre y toma una conmovedora fotografía del rostro desnudo de Lionel. Sus ojos traspasan la lente. Qué hagan el amor devorándose después de este momento es casi anecdótico.
El final es desgarrador. La enfermedad llevará a Lionel a morir asfixiado. Él lo sabe. La decisión estaba tomada. Juntos caminan hacia el mar. Ella acepta el final de este recorrido en el que se embarcaron juntos, pero el corto viaje que Diane emprenderá sola apenas comienza. La herencia que Lionel deja a Diane no desentona con el mundo en que vivieron: un abrigo que el mismo confeccionó utilizando su cabello y el aire de sus pulmones, el cual deja dentro de una ridícula colchoneta inflable a la que Diane se aferra desesperadamente para aspirar las últimas gotas de su aliento.
La transformación de Diane se ha completado. Ella es libre.
Por Soledad Lamacchia
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► [ESCENA]: Un momento de la película Fur:
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► [DOCUMENTAL]: El fragmento de Masters of Photography dedicado a Diane Arbus:
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¡Buen comienzo de semana para todos! Este lunes, tres consignas: 1. ¿Vieron Fur? ¿Qué les pareció el film de Shainberg? 2. Aprovecho este gran post de Sole para abordar un tópico que nunca discutimos: la fotografía; ¿tienen artistas favoritos? ¿les atrae ir a muestras? ¿cuál es su relación con este arte? 3. Por último, ¿qué cosas consideran bellas ustedes? Como siempre, ¡leo sus comentarios! ¡Que tengan un gran lunes! ¡Nos reencontramos mañana!
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—> La última vez escribió Mauro Zanier sobre… THE BLING RING
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