La anécdota de los almohadones

Poco tiene de casual el hecho de que, así como vinculo ciertos momentos de mi cotidianeidad con ciertas personas, también relaciono circunstancias puntuales con el cine. No es algo que necesite reconfirmar y, sin embargo, me sorprende advertir hasta qué punto tengo una alta predisposición a conectarlo todo con todo. Pensé en este post cuando, haciendo la cama, me encontré acomodando todos los almohadones y me acordé de Polly Prince y su objeción respecto a esa actividad. Me reía sola porque, de alguna manera, le estaba atribuyendo a un personaje ficticio una cuota real. Polly parecía adquirir otra tesitura, la de una amiga que me hacía ver cómo esos almohadones son decorativos y no sirven ningún propósito. Pero antes de hacer ese paralelismo, antes de ponerme a hacer la cama, antes de abrir los ojos, mi teléfono se (y me) despertaba con la voz de Oscar Isaac y su “If I had wings…”, primera frase de “Fare Thee Well”. Y si prosigo con la enumeración de situaciones rutinarias en las que el cine está presente, es innegable el enorme espacio (literal) que ocupa. Desde bajar las escaleras y ver un cuadro hasta hacerme un té que me gusta más por el nombre que por el sabor. Todo eso me gustaría compartir hoy. Corrobar cómo las películas se entrelazan con nosotros y cómo el abocarse a lo mundano puede tener mucho (bastante) de extraordinario.

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► [ESCENA] Reuben, Polly y los almohadones:

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¡Buen martes para todos! La consigna de hoy es amplia pero me gustaría que se explayen en detalle: ¿en qué cosas/situaciones/instantes de la vida cotidiana está presente el cine en sus rutinas, independientemente del hecho de sentarse a ver una película? Por ejemplo, ¿han nombrado a una mascota por un personaje de película? ¿tienen de ringtone para despertarse la canción de un film?  Como siempre, espero sus comentarios y anécdotas (pueden mencionar de series si quieren); ¡que tengan un excelente día! ¡hasta mañana, muchachada!

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Lo mejor de nuestras vidas: Un rompecabezas chino a la francesa

Hoy en Cinescalas escribe: Tais Gadea Lara

*Atención: se revelan algunos detalles del argumento

Muchas veces nos preguntamos por qué las situaciones de la vida no son tan simples, por qué la complejidad es protagonista de nuestra propia historia, por qué algunos proyectos no salen como uno espera. ¿Será que la base de esos interrogantes se encuentra en el misterio que genera lo diferente, lo complejo o lo imprevisto? Vivimos en una sociedad en la que a los treinta ya uno “debiera” estar pensando en casarse (en especial esto se acentúa en las mujeres) con alguien con quien estará toda la vida para formar una familia, tener un trabajo y… “vida resuelta”. ¿Será tan así de lineal la vida? A este interrogante busca responder el director Cedric Klapisch con su filme Lo mejor de nuestras vidas, a través de una historia compleja, divertida, llena de imprevistos, pero también llena de amor, amistad y familia. Un hecho tan común por estos tiempos como la separación de un matrimonio es el puntapié inicial que rompe con toda tradición, que quiebra lo establecido, que cambia los proyectos y altera los rumbos de la vida de Xavier. Esa ruptura se evidencia en múltiples aspectos, desde intentar relacionarse de otra manera con su ahora ex mujer hasta abandonar su tranquila, clásica y adorada París por una aturdida, moderna y fría Nueva York. Esta búsqueda de darle un nuevo sentido a su vida, no sólo se pone de manifiesto en Xavier, interpretado por un excelente y atractivo Romain Duris, sino en cada uno de los personajes que lo acompañan. Desde una lesbiana sin pelos en la lengua, interpretada por Cécile de France, pasando por una ex esposa decidida en manos de Kelly Reilly, hasta una dulce y profesional Audrey Tautou, encarnando a la ex y amiga a la vez. Todos y cada uno de los personajes son un eslabón importante en la vida de Xavier y en la construcción de esta historia plagada de complejidad, pero al mismo tiempo de situaciones que perfectamente pueden ocurrir en la vida de cualquier espectador. Y allí creo es donde radica la magia de Lo mejor de nuestras vidas y del cine francés en general.

Sus historias nos remiten a las situaciones cotidianas que puede atravesar cualquier espectador: una separación, trabajar de manera ilegal, mudarse a otro país totalmente diferente, aprender a convivir con familias ensambladas, romper (aunque sea un poco) las reglas para salir adelante. Lejos del cine norteamericano que busca estar en la cima de la taquilla cinematográfica (y monetaria), las producciones francesas nos invitan a disfrutar, cuestionar y celebrar aquellos aspectos que hacen al motivo de nuestra existencia. Las relaciones entre seres humanos, la disputa entre la familia versus el crecimiento profesional, la importancia del sexo en la pareja, son sólo algunos de los temas que se expresan en cada filme, a veces de manera más explícita y otras de modo indirecto. Ese predominio sobre las emociones de los personajes y su análisis psicológico (o filosófico para quienes ya vieron el filme) se evidencia en Lo mejor de nuestras vidas, que cumple con estas características para convertirse en un filme que nada tiene que envidiarle a las grandes producciones más de estilo “hollywoodense”, al lograr emocionar al lector con humor, conflicto, amor y locura en locaciones de la vida diaria.

Cabe destacar que el filme es el tercer capítulo de una historia que fue elaborando paso a paso Klapisch. A través de sus dos anteriores películas L´auberge spagnole (Una casa de locos o El albergue español) y Les Poupées russes (Las muñecas rusas), el director nos relata la vida de Xavier, sus relaciones amorosas, sus deseos profesionales y sus experiencias alrededor de distintas ciudades. Con este último capítulo cinematográfico se busca dar final a este gran viaje. “Nueva York es el mayor crisol de culturas de todo el mundo. Todos los continentes se hallan en Nueva York, todas las razas, todas las religiones. Mucho más que en Londres, Shangai o Pequín, que asimismo son ciudades muy cosmopolitas. Esos tres largometrajes, que ahora bautizo como `la trilogía de los viajes de Xavier´, narra la historia de cómo las vidas de la gente de esa generación se han visto marcadas por la cultura del viaje. Esos tres filmes describen una generación de gente que creció en paralelo con la forja de Europa y la noción de globalización”, aseguró Klapisch al referirse al último

Cinescalas en la Feria del Libro

Hoy presenté Démosle un buen final a esta historia en la Feria del Libro. Gracias a todos los que estuvieron, lejos o presencialmente, con una palabra de apoyo. ¡Nos reencontramos el lunes, muchachada!

La película de Cinescalas: Sus preguntas para el documental

*MILI Y LORE TIENEN UNA CONSIGNA PARA USTEDES (yo regreso con el blog el 5 de mayo; por otro lado, los espero el sábado 3 en la Feria del Libro de 16 a 17hs. en el stand 823 de Dunken del Pabellón Verde, ya que estaré firmando ejemplares de mi libro allí; por último, no se olviden de seguir el rodaje del documental acá mismo en la cuenta de Instagram y esperen nuevos posteos de la filmación que saldrán en breve; gracias por todo, yo me voy a descansar unos días 😉 ):

Diario de rodaje: Quinta y sexta escala

*UN VIDEO (Con Rodri):

*OTRO VIDEO (Con Lore):

*MUCHAS MUCHAS FOTOS: