De menor a mayor: Leonardo DiCaprio

*Figura del día: Leonardo DiCaprio

*Una cita memorable: “I will not die sober!!!” (The Wolf of Wall Street)

*El podcast express de mañana será sobre: Black Mass

*Post del lunes: Homenaje a Federico Fellini por Sofia de Cucco

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*DE REGALO: 15 AFICHES ALTERNATIVOS DE PELÍCULAS DE LEO:

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Trainwreck: Necesito que me tengas paciencia

“I should warn you when I’m not well I can tell
Oh, there’s nothing I can do
to make this easier for you
You’re gonna need to be patient with me”

Muerto de frío en una estación de servicio, Jimmy sostiene en su mano el anillo con el que va a proponerle matrimonio a Christy. Muerto de frío y muerto de nervios. Intenta calmarse autoconvenciéndose de que puede ser un hombre confiable, de que va a resistir la tentación de aspirar esos gramos de cocaína que le quedaron en la guantera del auto y de que cinco vasos de cerveza no van a darle más cintura para manejar esa situación en la que jamás había esperado encontrarse. Christy lo observa de arriba a abajo, se detiene en sus pupilas no solo para ver si están dilatadas sino como manera de meterse dentro de su cabeza. ¿Por qué Jimmy tiembla tanto? ¿Qué hacemos en una tarde tan gris como esta en una estación de servicio? Christy piensa en todas las veces que se separaron por las adicciones de Jimmy y por su imposibilidad para comprometerse y de repente le asaltan las ganas de salir corriendo. Unos días atrás, descubría que estaba embarazada y pensaba que la única alternativa era volver al hogar. Al hogar más concreto. A los brazos de su mamá. Su mamá que está a un colectivo de distancia geográfica y a unos cuantos más de distancia emocional. Ahora quiere llorar pero él no deja de hablar y entonces se distrae. ¿Hacia dónde está yendo con este monólogo? Las piernas de Jimmy empiezan a tambalear cuando observa que Christy está en otra parte. Cuando se arrodilla y saca el anillo, su novia está girando la cabeza y dándose soplos de aire caliente en las manos para combatir la helada. Así no era cómo lo había imaginado en su cabeza. No se suponía que tenía que ser así. Se suponía que tenía que dar saltos literales de alegría. Qué carajo está pasando. Christy mira el anillo pero no reacciona. No puede. Mejor dicho: reacciona en relación a su futuro hijo. Esta vez no solo quiere correr sino que lo hace. Chau, Jimmy. Es muy tarde para esto. Jimmy piensa que es hora de agarrar esa bolsa de esa guantera o de sucumbir al alcohol. Le había prometido a Christy mantenerse sobrio. Sin embargo, su rechazo no le permite pensar con claridad. De repente, la palabra “gracia” se le mete en la cabeza para destronar a otras más oscuras. “Gracia” se dice a sí mismo. “La habilidad para aceptar el cambio”. A los segundos, sabe lo que está pasando y corre hacia su mujer. Esta pequeña escena de la vida conyugal yace – con otras palabras – en la novela Ash Wednesday de Ethan Hawke. Sucio, desprolijo, algo beat y con pretensiones bien resueltas, el relato circunda a esa pareja que, por traumas y debilidades de una de las partes, arranca y frena en un ciclo infinito, y se vuelve fría cuando los viajes en carretera que emprenden esos jóvenes les están demandando otra cosa. Un poco más de optimismo, quizás. El Sol quemándoles la cara, probablemente. Un poco más de paciencia, en definitiva. “Gracia: la habilidad para aceptar el cambio”. Hawke deja esa frase suelta, en otro párrafo, como si quisiera que se la adjudiquemos no tanto a Jimmy sino más bien a nosotros mismos. La frase está ahí, en la página 49, inmóvil, digna de una calcomanía como decía su Jesse de Before Sunset. Una frase, un mantra, un diálogo que nos queda grabado puede incidir en decisiones futuras. Siempre lo decimos: la palabra tiene un poder inconmensurable. “La monogamia no es realista” les dice Gordon Townsend (un excelente Colin Quinn) a sus pequeñas hijas Amy y Kim, en vistas de un inminente divorcio. En este preámbulo, Trainwreck expone la gestación de dos posturas ante un mismo consejo impartido. Kim opta por el libre albedrío y decide por sí misma qué es efectivamente realista (resulta que lo realista, para ella, es formar una familia) y Amy, por el contrario, opta por hacer suya la frase de su padre. Así, repite patrones de conducta, desde el ciclo de un alcohólico incipiente (que la película muestra con una mezcla de humor y respeto por la enfermedad) hasta el disfrute sexual sin consecuencias. Resulta que para ella lo realista es eso. Exactamente eso. Exactamente lo que decía su papá. “La cabeza me gana” me dijo una vez el mío. Resulta que cada vez que me siento débil vuelvo a esa frase. Resulta que tengo la teoría de que voy a parecerme a mi papá. Resulta que no tengo en cuenta un detalle: mis herramientas son otras. “Gracia: la habilidad para aceptar el cambio”.

Con el guión que escribió para la flamante película de Judd Apatow, Amy Schumer se erige como algo más que esa gran comediante de los sketchs de Comedy Central. Si bien en esa plataforma demostró que tiene un ojo agudo para las relaciones (se permite parodiar tanto el uso que hacemos de las redes sociales como peleas mundanas con un fulgurante humor negro) y para las nomenclaturas que reciben las mujeres que no se ajustan a ciertos estándares, en los episodios de Inside Amy Schumer no hay espacio para momentos de humanidad deliberados ya que el contexto es otro y la finalidad es otra. En sus sketchs, Schumer golpea desde un costado menos conmovedor, sin ninguna clase de límite para generar críticas genuinas a situaciones reconocibles, como lo puede ser la superficialidad del hombre en ciertas citas o la superficialidad de la mujer en algunas otras. Trainwreck, sin embargo, la muestra dominando todos los frentes. Por un lado, su acidez se refleja en la manera en la que aborda a Amy como personaje. Schumer no la culpa por ninguna de sus actitudes (muchas de ellas cuestionables, pero todas entendibles) sino que encuadra esos hechos con admirable nivel de detalle. Desde su lucha interna contra la fobia a que la abracen después del sexo hasta su lucha interna por comprender mejor a su sobrino y ser paciente al momento de comunicarse con él, Amy es más que ese trainwreck del título. Por lo tanto, y contrariamente a lo que se podía esperar de Schumer guionista (e incluso de Schumer actriz), el aporte más valioso que le hace al film de Apatow es el de darle tiempo a esa mujer que no sabe manejarse a otra velocidad de amoldarse a la dinámica de una pareja. La entrada en escena de Aaron Conners (el médico de las estrellas del deporte, interpretado por Bill Hader, cada vez más cómodo en situaciones más medidas), un hombre a simple vista menos “fiestero” pero igualmente capaz de generar con ella interacciones veloces e hilarantes, la hacen cuestionar esa frase inamovible (“la monogamia no es realista, Amy” – “la monogamia no es realista, papá”) pero al mismo tiempo la vuelven consciente de que, al enamorarse, puede reírse de esa veta desconocida de sí misma. “Bienvenidos a la pareja más blanca de Estados Unidos” dice en la brillante voz en off, antes del clásico muestreo de situaciones compartidas, como picnics en el parque y paseos por la rivera. Wilco, la banda elegida para un episodio clave de la película de Apatow, abre su disco Sky Blue Sky con la canción “Either Way” y la siguiente frase: “maybe the sun will shine today, the clouds will blow away, maybe I won’t feel so afraid, I will try to understand…either way”. Trainwreck muestra a esa mujer conflictuada por el temor a irse “hacia el otro lado”, a repetir viejas conductas. En síntesis: a parecerse a su papá. Schumer no solo ilustra ese miedo a partir de la relación de Amy con Aaron (a quien deja solo cuando él más la necesita, detonando el conflicto final del film) sino también a partir de la relación con su hermana (Brie Larson), a quien originalmente considera una mujer conservadora que solo busca la postal de familia feliz, pero a quien eventualmente le habla como par, como quien también se vio afectada por una infancia compleja. En lo que es una escena de no más de cinco minutos, Amy se sienta con su sobrino luego de haber perdido todo y le pregunta, visiblemente atemorizada de no poder hablar el mismo idioma, qué es lo que dibujó en el cuaderno que sostiene en sus manos. El niño le muestra un plano de su casa, y una habitación extra, “para que vos y Aaron puedan visitar a mi hermanito cuando quieran”. Los ojos de Schumer se llenan de lágrimas y la escena posterior nos conduce directamente a la clásica declaración de amor que toda comedia romántica despliega con explosiones y brillitos.

“You and I will stay together, yeah. You and I will try to make it better, yeah”. Con esa otra frase, Jeff Tweedy cierra su disco conceptual. Sin embargo, en el medio, incluye “Please Be Patient With Me”, como sabiendo que para llegar a un entendimiento, para que las piezas encajen en su lugar, hay todo un proceso, una batalla con el pasado y las mochilas, que las películas generalmente no muestran. Con Trainwreck, Amy Schumer no solo lo hace sino que logra revitalizar el cine de Apatow, dándole un mayor vuelo a los personajes (vuelo metafórico y, según el final del film, dolorosamente literal) y permitiéndose narrar la génesis de una relación pero también la génesis de todos esos temores que nos asaltan a medida que nos volvemos más grandes y que la espontaneidad para recibir un abrazo post-sexo o para decir “te amo” sale con mayor dificultad. “Let’s do some livin’, after we die”. Ethan Hawke toma esa frase de los Stones (otra vez la importancia de las frases) para abrir Ash Wednesday y resulta que creo saber lo que está presagiando. Para que Jimmy y Christy no padezcan el frío, hay que sacar de raíz el temor a fallar. Hay que ser un poco más pacientes. Así se renace [de esos “miércoles de ceniza”]. En el último plano de Trainwreck, cuando esa mujer que tanto criticó el optimismo finalmente se adhiere a éste, se percibe cómo se debería empezar a vivir después de haber sufrido una pequeña muerte: sonriendo, en el aire, y con la persona que te ama esperándote abajo, fuerte, en calma, con los brazos desplegados, lista para atajarte cuando estés cayendo al suelo. 

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► [TRAILER] Algunas imágenes de Trainwreck:

Trainwreck Trailer from Connection III Entertainment on Vimeo.

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► [COMPILADO] 10 sketchs de Inside Amy Schumer:

Comedism - Top 10 Inside Amy Schumer Sketches (Season One) from Ross Danbruen on Vimeo.

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¡BUEN MIÉRCOLES PARA TODOS! Hoy dejo tres consignas: 1. ¿Vieron Trainwreck? ¿Qué les pareció? Los invito a dejar un ranking de sus películas favoritas y no tan favoritas de Judd Apatow 2. Por otro lado, me gustaría que mencionen personajes “desastrosos/trainwrecks” del cine a los cuales es imposible no tenerles empatía; 3. Por último, ¿qué frase o consejo que les ha quedado grabado les gustaría mencionar en este post? Nos reencontramos mañana con un De menor a mayor de Leonardo DiCaprio; ¡los leo, como siempre! ¡que tengan un excelente día, muchachada!

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Manglehorn: Todas las llaves, mi llave

“Stop sending letters, letters always get burned”

A diferencia de Undertow – a mi criterio, su película más lograda -, en Manglehorn David Gordon Green no permite que nadie interfiera entre la experiencia de su protagonista y la forma en la que esa experiencia le llega al interlocutor (personajes, espectadores). En su tercer largometraje, un abuelo describía el germen que ocasionó una disputa familiar signada por la violencia (subrepticia primero, táctil después), con cierta melancolía atravesando su relato: “I never dreamed that the life of my grandsons, which began with such love and comfort, would turn to see so much violence and bloodshed. This is their story as it was told to me”. La tradición oral puede devenir en reformulación de las vivencias y Undertow es, sobre todo, un drama cruel sobre la intersección de esas dispares perspectivas. Manglehorn (personaje) no tiene a nadie que hable por él y posiblemente no quisiera que nadie lo hiciera. Es su autoconsciencia lo que lo salva de engañarse a sí mismo y es su autoconsciencia lo que lo convierte en alguien que tiene a su disposición diferentes llaves – que el guionista Paul Logan le haya dado el oficio de cerrajero es todo un símbolo que funciona acorde a lo metafórico del universo Gordon Green – para destrabar un presente desenfocado. Angelo es un hombre confinado. Su casa está descuidada. No puede conectar con su hijo. No extraña a su difunta a esposa sino a un amor idílico. No tiene deseos de superación. La única realidad que lo protege es la conocida, la cómoda, la del trabajo de toda su vida y la del cuidado de su gata. Este sería el momento en el que Logan debería, por lógica, introducir un conflicto que empuje a Manglehorn a huir de esa cárcel autoimpuesta. Sin embargo, el cine de David Gordon Green es uno que cuestiona con buenos (All The Real Girls) y malos (Your Highness) resultados cualquier clase de narración apegada a las fórmulas.

En consecuencia, el realizador emplea su ya clásico enfoque saturado en la fotografía – cortesía de su colaborador habitual Tim Orr – y reposa en planos de rostros que se deforman bajo la visión del protagonista. Así, lo onírico se convierte en un elemento cohesivo y las viñetas surrealistas que cada tanto resaltan en Manglehorn representan dos aspectos vitales del devenir del personaje homónimo. Por un lado, nos terminan de sumergir en su existencia borrosa, cansina, autómata. Por el otro, hablan de un pasado trágico, de un vacío, de esa pieza (o llave) faltante. En este reverso de Danny Collins (ese hombre que lo tiene todo pero en el fondo no posee nada), Al Pacino interpreta a Manglehorn (ese hombre que no tiene nada pero en el fondo lo posee todo) como ese individuo se lo requiere: disperso, agotado, hermético. Porque si bien Logan incluye dos subtramas que nos muestran el carisma que Manglehorn supo tener – por cómo conecta con una empleada bancaria interpretada por Holly Honter y por cómo reconecta con un ex alumno de béisbol, personificado con perfecta inconsciencia por Harmony Korine -, a fin de cuentas los momentos más honestos del film son aquellos en los que se lo ve en soledad escribiendo persistentemente cartas que nunca van a llegar a destino, o rodeado de esa infinidad de llaves que no abrirán su propia cerradura. En Manglehorn parece no suceder mucho, y la música shoegaze contemplativa de Explosions in the Sky refuerza esa suerte de irrealidad en la que Angelo (sobre)vive, como si estuviera moviéndose al paso de una melodía de otro mundo. Hasta que llega el final. Con una sola escena, Green se afianza como uno de los grandes directores contemporáneos en conjugar dramas mundanos de pocos personajes con elementos de realismo mágico que tan bien les sientan. “This is the story as it was told to me” decía el abuelo de Undertow, tajante y resolutivo. Manglehorn, en cambio, verbaliza entre esperanzado y acompasado que “someday you’ll know how much love you’ve got inside you”. Algún día, quizás. El día en que la llave mágica aparezca. ♦

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► [TRAILER] El adelanto de Manglehorn de David Gordon Green:

Manglehorn 2014 Trailer from Dziaulis on Vimeo.

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► [GALERÍA] 50 guiones originales del cine mencionados en el post de hoy (¡gracias por los aportes!):

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¡BUEN MARTES PARA TODOS! Dos consignas para este post: 1. Quienes hayan visto Manglehorn los invito a debatirla en este espacio, junto a todo el peculiar cine de David Gordon Green 2. Es hora de elegir los mejores guiones originales del cine (por “original” aludiremos a los que no están basados en material previo), así luego les dejo una galería con citas de los mismos; como siempre, los leo y, por otro lado, los veo mañana en el post de Trainwreck; ¡hasta entonces! ¡que tengan un excelente martes!

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El futuro ya llegó

Hoy en Cinescalas escribe: Eduardo Blake

*Atención: se revelan algunos detalles del argumento de la saga de Back to the Future; pero si a esta altura no la vieron… ¡dejen de leer ya mismo y háganlo!

Miércoles

21 de Octubre

2015

Una fecha mágica, casi única, que será por siempre parte de la historia pasada, presente y futura de muchos amantes del cine. En tan solo unos días, seremos testigos de cómo uno de aquellos futuros fantásticos y delirantes de nuestra infancia y adolescencia se convertirá en presente y, de repente, en un pasado que jamás sucedió.

Por si queda alguna duda, sí, estamos hablamos del futuro presentado por Back to the Future Part II (1989), la segunda película de una de las mejores (sino LA mejor) trilogías de la historia del cine. Con las actuaciones de los entrañables Michael J. Fox como Marty McFly y Christopher Lloyd como Emmett “Doc” Brown, la saga de Back to the Future (en sus tres entregas con dirección de Robert Zemeckis y guión de Bob Gale) es un clásico que ocupa un lugar especial en el corazón de muchos, entre los que me cuento. ¿Qué se puede decir de una trilogía que está por cumplir treinta años de su estreno, con una popularidad que parece inquebrantable? ¿Qué se puede escribir que ya no se haya escrito, dicho o publicado? Cada aspecto de la saga y cada cuadro de las películas han sido analizados minuciosamente en todos sus detalles, tanto por críticos como por fans; incluso recuerdo, en mi primer año de facultad, tener que leer un texto de Linda Seger que mostraba la estructura en tres actos de una trama, la presencia de las subtramas y los puntos de giro utilizando la primera Back to the Future como ejemplo (hay que reconocer que fue una técnica efectiva, porque hasta el día hoy me lo sigo acordando).

La saga – en especial la primera Back to the Future (1985) -, es un componente fundamental de mi infancia. Cada vez que la veo funciona como una verdadera máquina del tiempo: con tan solo escuchar la música del principio (la maravillosa “The Power of Love” de Huey Lewis), o con ver al Doc finalmente hacer su entrada triunfal junto al DeLorean, vuelvo inmediatamente a la primera vez que la vi, y las emociones y sonrisas cómplices con Marty y el Doc afloran con una espontaneidad genuina. Pero creo que ésto no sería posible sino fuera porque las películas en sí exudan dedicación por sus poros. El nivel de detallismo del equipo de producción no deja de sorprenderme, llenando de pequeños chistes internos, referencias y sorpresas las diferentes escenas. En particular, mi favorita es la “subtrama” del nombre del Mall Pinos Gemelos, que no es algo que se pueda apreciar necesariamente en la primera mirada, pero que al volver a ver la película (o cuando te lo cuenta un amigo), se vuelve un detalle genial e inolvidable. Y no podemos omitir las numerosas referencias a otras obras del cine y la televisión, desde el genial “Mi nombre es Darth Vader, soy un extraterrestre del planeta Vulcano” hasta el afiche interactivo de Jaws 19, sin olvidar las diversas alusiones a la trilogía del Hombre sin nombre de Sergio Leone e incluso a algún dialogo de Taxi Driver.

El centro de la saga es la amistad pura, y casi única, entre dos personajes absolutamente dispares, dos outcasts que carecen de intereses comunes; una amistad que atraviesa el tiempo, donde el Doc y Marty se cuidan el uno al otro, sin importar los riesgos involucrados. En la primera Back to the Future podemos identificar al personaje de George McFly (interpretado por Crispin Glover) con el miedo a ser rechazados, el pánico al fracaso, que termina dominando su vida y que transmite a su familia, atrapada en una existencia suburbana infeliz. En su personaje se encarna también la respuesta a ese eterno dilema que persigue a aquellos que no dejan ir al pasado, el famoso “¿Qué hubiera ocurrido si hubiera hecho algo distinto en aquella ocasión? ¿Cómo sería mi vida hoy?”. A lo largo de la película, por la interferencia de Marty, se producen una serie de cambios que tendrán un efecto dominó en el resto de su vida. Al regresar Marty al presente de 1985, se encontrará con unos padres y hermanos muy similares pero distintos a los que dejó al principio, más seguros de sí mismos y más felices.

Pero como Marty sigue siendo la misma persona criada por sus padres antes del viaje temporal, no se ve beneficiado (salvo materialmente) por estos cambios. Sigue manteniendo las mismas inseguridades y problemas, y solo será a través de la odisea de la segunda y la tercera película que Marty madurará. En este proceso se enfrentará al miedo de obsesionarse por lo que piensen los demás sobre uno, encarnado por el no poder retroceder cuando alguien le dice gallina, arriesgándolo todo sin importar las consecuencias. En un raro ejemplo de una buena continuación, la segunda película juega a recrear la fórmula exitosa de la primera de maneras distintas. Por un lado, en vez de mostrarnos el pasado de hace treinta años, decide mostrar el futuro en treinta años, especulando con cómo será la tecnología y la vida en el lejano año 2015, pero a la vez planteando similitudes y ecos entre ambos tiempos (“cuanto más cambian las cosas, más se mantienen igual”, perfectamente simbolizado por el viejo Biff sufriendo un deja vú al ver la persecución en el futuro). En algunas predicciones estuvieron cerca (el cine 3D y las secuelas sin fin), pero en otras no tanto (¿¡¿dónde están mi hoverboard y mis zapatillas autoajustables?!?).

Tras un breve desvío por un 1985 alterno, más cercano a la Nueva York de John Carpenter que a otra cosa, la película nos llevará nuevamente a esa noche mágica del Encantamiento bajo el mar de 1955, para agregarle más tramas, más eventos y más viajeros temporales. El esfuerzo en la recreación de los detalles y escenarios de la primera es sublime, una verdadera obra de arte. A su vez, esta segunda parte prepara con varias menciones y pequeños detalles la tercera y última aventura, ya sea mostrando la habilidad de Marty con los videojuegos de vaqueros como con Biff mirando A Fistful of Dollars.

Back to the Future Part III (1990) se focaliza también en el Doc Brown quien, angustiado por las consecuencias producidas por su mayor invención, está decidido a destruirla y nunca más viajar por el tiempo. En una Hill Valley del Viejo Oeste (1885), Doc y Marty tendrán su última gran aventura, mientras juegan con las convenciones de los westerns clásicos. Y será aquí que el Doc se enamorará perdidamente de Clara Clayton (Mary Steenburgen), en un romance de naturaleza imposible, un amor entre alguien que debería haber muerto y alguien que no debería estar en ese tiempo.

TO BE CONTINUED?

Nunca sentí que una cuarta aventura fuera necesaria, y por suerte Zemeckis y Gale concuerdan. Zemeclis en particular ha dicho que harán una cuarta parte o una remake por sobre su cadáver. La trilogía es una obra maestra, atemporal a pesar de su temática de viajes en el tiempo (una verdadera paradoja), que no requiere de nuevas secuelas ni continuaciones, porque los temas que toca (la amistad, el pasado, el destino, el miedo, el futuro) son constantes de la vida humana, que permanecerán en el tiempo. La trilogía concluye, apropiadamente, con una hoja en blanco, pues, como explica el Doc, el futuro no está escrito, y será lo que queramos hacer de él. Nada está predestinado, y todo puede cambiar.

Dicho todo esto, para los amantes de la saga que necesitan más, hay algunos productos secundarios para satisfacer esas necesidades:

♦ En 1991, en el parque de Universal Studios en Florida, se inaugura el juego Back to the Future – The Ride, para el cual Christopher Lloyd y Thomas F. Wilson (Biff Tannen) filmaron algunos segmentos introductorios. Después que el Doctor Brown estableciera un Instituto de Tecnología Futura dedicado al estudio de los viajes temporales, Biff roba el DeLorean y viaja al futuro. Serán los visitantes del parque reclutados por el Doc los encargados de atraparlo utilizando un DeLorean especial para ocho personas. En 2007 fue reemplazado por una atracción de Los Simpsons (pero sigue funcionando en Universal Studios de Japón).

♦ También en 1991 se comenzaría a emitir Back to the Future – The Animated Series, una serie animada basada en la trilogía, que duraría dos temporadas con un total de veintiséis capítulos. Con un tono más infantil, los episodios giraban en torno a los esfuerzos de Marty y la familia Brown contra algún familiar de Biff, mientras conocían a más parientes de Marty en algún periodo del pasado o del futuro. Como dato curioso, Christopher Lloyd aparecía como el Doc al principio y al final de los capítulos, mientras que la voz animada de su personaje era de Dan Castellaneta (Homero de Los Simpsons). Tras años de ser pedida por los fans, la serie saldrá completa en DVD por primera vez para el Día del Futuro.

♦Luego de numerosos juegos de calidad cuestionable (yo tenía uno en el Family que era espantoso), en 2007 Telltale Games anuncia Back to the Future – The Game, un videojuego en cinco episodios que continúa la saga y que cuenta con las voces de Christopher Lloyd y Claudia Wells (la primera Jennifer), entre otros. La historia comienza con Marty revisando las pertenencias del Doc, cuando de la nada llegará un DeLorean que lo llevará a una nueva aventura en el tiempo, a través de la Era de la Prohibición y algunos presentes alternos, mientras, fiel a la tradición, se enfrenta un pariente de Biff. Bob Gale fue consultor de la historia del juego y, en sus propias palabras, “es bastante cercano a lo que una parte cuatro podría ser”.

♦ Por último, el 21 de octubre saldrá Back to the Future – The Comic, co-guionado por Bob Gale, que contará historias complementarias a la saga. Por ejemplo, el primer número revelará cómo se conocieron el Doc y Marty.

*TRIVIA ROUND! ¿Sabían que…?

Billy Zane aparece en la saga?

Elijah Wood aparece en la segunda película?

¿Eric Stoltz era el Marty McFly original, pero fue reemplazado después de más de un mes de filmación?

Crispin Glover no aceptó aparecer en la segunda película, y posteriormente demandó a los productores por usar sus escenas de la primera sin su autorización?

en las últimas escenas de la tercera película se puede ver que el barranco Clayton ahora se llama barranco Eastwood?

en la sitcom Spin City se produjo un reencuentro entre Michael Fox y Christopher Lloyd?

Por Eduardo Blake

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► [COMPILADO] Un repaso por la trilogía en 1.21 minutos 😉 :

Back to the Future Trilogy in 1.21 Minutes from Burger Fiction on Vimeo.

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► [DE YAPA] Un interesante análisis de la creación de Robert Zemeckis y Bob Gale:

BACK TO THE FUTURE (The Economy of Storytelling) - FILM ANALYSIS from MUST SEE FILMS on Vimeo.

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¡BUEN LUNES PARA TODA LA MUCHACHADA! Edu les deja tres consignas en el día de la fecha: 1. ¿Qué piensan de la trilogía? ¿Cuales son sus escenas o personajes favoritos? ¿Alguna trivia para agregar? 2. ¿Alguna vez quisieron viajar a su pasado y cambiar algo de su historia? ¿O espiar su futuro para tomar una decisión en un momento de incertidumbre? 3. ¿Cuáles de los inventos de Back to the Future II quisieran que se hubieran vuelto reales? ¿El clima 100% predecible? ¿La campera que se autoseca y se autoajusta? ¿Los autos voladores? ¿Las hoverboards? ¡Esperamos sus aportes! [OFF TOPIC] Por mi parte, yo les cuento que fui seleccionada para oficiar como jurado de la sección HORA CERO del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata junto a Ezequiel Acuña y Ayar Blasco, por lo cual en un par de semanas vuelvo a viajar para trabajar en dicho contexto, nos reencontramos mañana con el post de los mejores guiones originales del cine y Manglehorn; ¡Que tengan un excelente día!

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*EL RECORDATORIO DE CADA LUNES:

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 La última vez escribió Verónica Stewart sobre… CÓMO LAS PELÍCULAS NOS RECUERDAN A ALGUIEN

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Composición: Tema libre (vigesimoquinta entrega)

¡Buen miércoles para toda la muchachada! Les cuento que estoy partiendo para Córdoba por segunda vez en el año para dictar un seminario de Análisis Cinematográfico en la escuela de cine La Lumière que tan bien me recibió unos meses atrás. El curso se llevará a cabo en dos días y con la Teoría de autor de Andrew Sarris como base, vamos a estar viendo los mejores videoclips de realizadores que luego dieron su salto al cine, para comprobar hasta qué punto mantuvieron intactos dichos rasgos autorales. En consecuencia, el blog volverá el lunes 19 con un post sobre Back to the Future en el marco de su aniversario. Sin más que agregar, los invito a dejar sus videos favoritos de directores ya instalados en el mundo del cine y a divagar a gusto. Gracias por la paciencia, que tengan un excelente día y nos reencontramos ese lunes. Un saludo para todos. 

*EN ESTE VIDEO EXPLICO EN QUÉ CONSISTIRÁ EL SEMINARIO: