Lo mejor del 2015: Los personajes

Por el grado de velocidad con el que se mueve, uno podría llegar a creer que Tangerine es una película que pasa por alto los detalles, que se queda en el enorme impacto visual que tiene esa búsqueda frenética, que su narración está supeditada al gimmick de haber sido concebida enteramente con un iPhone. Sin embargo, detrás de todo eso (o por encima) está Sean Baker, un director cuya filmografía no solo refleja un sincero interés por microcosmos de idiosincrasias bien reconocibles pero no siempre comprendidas (la industria de la reventa en Prince of Broadway, el cine porno en Starlet) sino que también sabe que para que sus personajes estén por arriba del vertiginoso montaje tienen que (re)presentar lo genuino, lo humano, lo honesto. Sin-Dee Rella – una prostituta transgénero que recorre las calles de Los Ángeles en la víspera de Navidad para encontrar a su novio/proxeneta quien la engañó mientras ella estaba en la cárcel – no solo no es necesariamente querible desde el vamos sino que no prentende serlo. Los personajes de Baker (y Sin-Dee en particular) no intentan ganarse al espectador con un puñado de secuencias “de redención” ni tampoco pretenden pedir disculpas por sus acciones. Así son en el único ámbito que conocen y así se manifiestan cuando el caos se desata. No hay tiempo para eufemismos. Kitana Kiki Rodriguez – ella misma una mujer transgénero, lo cual es sumamente valioso para un cine que refleja sus cambios y necesidades – le aporta a Sin-Dee un histrionismo desde el minuto uno, aquel en el que pone una dona arriba de una mesa como regalo para su mejor amiga Alexandra (Mya Taylor, también mujer transgénero) hasta el gran final, uno de los pocos instantes en los que la película, tan ahogada en su vorágine, sale a la superficie, toma aire y resignifica todo el accionar previo. En Tangerine poco importa si la protagonista encuentra a Chester o si logra vengarse por el desengaño padecido. El film es único porque va de frente, se ensucia los pies junto a sus mujeres en esa caminata incesante del día, se sube y baja de colectivos, se desarrolla con una personalidad tan avasallante que es imposible no sentir, al concluir la odisea, una profunda familiaridad con ese espacio tan alejado de nuestra realidad. Desde la bolsa con olor a mandarina que cuelga del taxi de un hombre vacío hasta ese atardecer naranja que cubre las ganas de Alexandra de ser cantante (el ser escuchado es fundamental en Tangerine) y las ganas de arrastrar todo a su paso de Sin-Dee, Baker construye una película clave no solo para la comunidad transgénero sino también para quienes se sienten abrumados por la connotación festiva de una celebración que a muchos les pesa. A continuación les dejo mi entrevista con Sean Baker, cuyo film se presentó en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.  

*BREVE ENTREVISTA CON SEAN BAKER, DIRECTOR DE TANGERINE

Sean Baker y su director de fotografía Radium Cheung dirigen a Mickey O’Hagan y a Kitana Kiki Rodriguez en Tangerine

¿Cómo fue el primer encuentro con Kiki Rodriguez y Mya Taylor? ¿Se conocían mutuamente? ¿Tuvieron un período de ensayo?

Sí, mi co-guionista Chris Bergoch y yo conocimos a Mya en el LGBT Center de Los Ángeles. Nos acercamosa a ella porque nos dejó de una gran impresión de inmediato. La vimos a través de un patio y supimos que teníamos que hablar con ella. Cuando le conté del proyecto ella expresó su entusiasmo también, que era algo que yo estaba buscando. Luego Mya nos fue presentando a muchas de sus amigas para entrevistar y un día fue con Kiki a un lugar de comidas rápidas donde estábamos almorzando. En ese momento ellas vivían juntas. Cuando las vi a ambas interactuar me di cuenta que teníamos a un dúo dinámico frente nuestro. Se complementaban y al mismo tiempo se diferenciaban muchísimo entre sí. A partir de eso, Chris y yo supimos que teníamos que contar una historia con dos personajes femeninos protagónicos y que esos personajes tenían que ser interpretados por Kiki y Mya. Hubo un largo período de pre-producción en el que ambos trabajamos y ensayamos mucho. La escena del lugar de donas en particular nos llevó mucho tiempo porque básicamente no teníamos demasiado margen disponible para filmar ahí y teníamos que aprovechar lo que durara el permiso

¿Cuánto tiempo te llevó el rodaje y cuáles fueron los principales desafíos de filmar tu película con un iPhone?

Filmamos la película en un margen de veintitrés días y hacerlo con un iPhone fue sorprendentemente liberador, nos sacó muchos dolores de cabeza. Más allá de que el iPhone tiene lentes de calidad inferior, no hubo demasiados aspectos que nos jugaran en contra. Una vez que el material se pasaba a la computadora, editarlo era lo mismo que con otra clase de filmación. Personalmente, la clave fue aceptar al teléfono como una cámara, sentirlo tan importante como una cámara de 35 milímetros. Hubo un poco de ego en eso. Al comienzo dudaba de poder hacerlo todos los días pero eventualmente entendí que iba a fallar si no me tomaba al iPhone con seriedad

En el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se hizo la observación de que Tangerine es una película que de algún modo reversiona La Cenicienta, de hecho el personaje de Mickey O’Hagan pierde un zapato y el apodo de Kiki en el film es Sin-Dee Rella,  ¿concordás con esa apreciación?

Bueno, mis guiones de por sí generan muchas alegorías vinculadas a Disney, eso pasa cada vez que escribo con Chris Bergoch. Él conoce a Disney como nadie

Sean Baker en el rodaje de la secuencia de “The Donut Shop” de Tangerine

Una de las escenas más brillantes del film es la discusión en The Donut Shop, ¿cuán difícil fue filmarla teniendo en cuenta el caos intrínseco que la lleva adelante?

Esa escena fue un desafío, sobre todo porque solo teníamos el lugar disponible por dos noches y media y tampoco podía controlar el espacio completamente. Tuvimos que prometer que no íbamos a interfir con sus negocios así que trabajamos alrededor de lo que sucedía con los empleados y los clientes, alrededor de sus salidas y sus entradas. Desde el comienzo que estuvo muy guionado, es una de las pocas escenas que no tiene casi nada de improvisación. Por otro lado, yo no conozco el idioma armenio así que todo el diálogo armenio tenía que estar escrito en inglés primero, ser traducido después y para nada modificado. Mi objetivo era tener mucho material de esa secuencia para después reconstruirla en post-producción. Todo tiene que ver con el caos controlado

Tus películas, desde Take Out hasta Starlet, están focalizadas en trabajos y ámbitos sumamente específicos, con mucho nivel de detalle; ¿cuándo se despertó tu interés por la historia de Tangerine?

Sí, soy una persona que se interesa mucho por los detalles y es muy importante para mí que las personas en cuyas áreas me focalizo puedan apreciar la representación que hago de las mismas. En el caso de Tangerine, quería hacer una película sobre la intersección entre Santa Mónica y el Highland, así que tenía que llevarse a cabo en Los Ángeles. Yo soy un “transplantado” reciente, ya que viví casi toda mi vida en Nueva York, y me terminé enamorado de la ciudad en los últimos cuatro años. Cuando me mudé acá por primera vez, me di cuenta de que Los Ángeles es mucho más que lo que se nos muestra en el cine o en la televisión. Los estudios se encargaron de presentarla a través de imágenes de Beverly Hills, el cartel de Hollywood, Venice Beach y el Paseo de la Fama, pero lo cierto es que hay mucho más. Yo encontré numerosas comunidades, vecindarios, sub-culturas, en las que nadie profundizaba y eso era una lástima. Por otro lado, en el proceso de investigación, Kiki nos dijo que ella sospecha que su novio estaba engañándola con una mujer cisgénero. Chris y yo usamos esa información como puntapié para la historia. A fin de cuentas, la película es ciento por ciento ficticia pero observamos mucho a las mujeres con las que trabajamos para inspirarnos

En la última escena de Tangerine, la película toma aire para mostrar un gesto vital para la comunidad trans. ¿Siempre tuviste ese final en mente? ¿Cuán emotivo fue para Kiki y para Mya el proceso de sacarse la peluca?

Muchas gracias. Es la escena de la que me siento más orgulloso. La escribimos desde el comienzo así que sabíamos cómo iba a terminar la película desde las primeras cinco páginas que concebimos. Quise que fuera una secuencia que no tuviera ni un solo elemento manipulador: sin movimientos de cámara y sin música. La intención era que las interpretaciones hablen por sí solas. Kiki y Mya fueron extremadamente valientes por permitirnos filmar ese momento ya que, como vos decís, es un acto muy difícil para ellas, incluso actuando. Fue tan perfecto lo que hicieron en la primera toma que no pedí una segunda. Sabíamos que teníamos lo que buscábamos. Además, realmente no tenía ganas de que pasaran por eso una vez más

¿Qué directores del cine independiente han sido inspiraciones para tu trabajo?

Hay tantos…pero de los contemporáneos puedo mencionar a Antonio Campos, Josh Mond, Alex Ross Perry y Josh y Ben Safdie. 

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 * BRIEF INTERVIEW WITH TANGERINE’S DIRECTOR SEAN BAKER (ENGLISH VERSION)

Director of Photography Radium Cheng shooting Mya Taylor and Kitana Kiki Rodriguez

Where did you met Kiki and Mya? Did they know each other? Did they have a rehearsal period? 

Yes, Chris Bergoch (co-screenwriter) and I met Mya Taylor at the local LGBT Center.  We approached her because she made an instant impression. I noticed her across a court yard and knew we had to speak with her.  When I told her about the project, she expressed that enthusiasm I was looking for. Mya was then introducing us to many of her friends who we would interview. One day, she brought Kiki to the fast food restaurant where we were hanging out. They were actually roommates at the time. The moment that I saw Mya and Kiki together, I realized we had a dynamic duo on our hands. They complimented yet contrasted one another. Chris and I knew we would have to construct a story with two lead characters that Mya and Kiki would play. There was a long pre-production period in which we both work-shopped and rehearsed. The Donut Time scene in particular required the most rehearsal mostly because we had a limited time available to us to shoot in that location and had to make the most of it

How long did it take you to shoot the film and which were the most challenging parts on shooting it with an iPhone?

We shot the film over a 23 day period. Shooting on the iPhone was surprisingly headache free. Besides the phone having an inferior lens, there really aren’t any cons. Once the media was in the computer, it was the same as editing any other piece of media. Personally, it was about accepting the iPhone as a camera that was just as important as a 35mm camera. There was ego involved. At first, I doubted myself everyday but eventually understood that i would fail if I didn’t accept the iPhone and take it seriously

In the Mar del Plata International Film Festival someone pointed out that Tangerine is sort of a retell of the Cinderella story. Mickey’s character loses her shoe and of course we have Kiki’s nickname. Do you see it that way?

Well, my scripts naturally get Disney allegories everytime I co-write with Chris Bergoch. He knows Disney like nobody else

Sean Baker directs Mya Taylor in Tangerine

I was in awe of The Donut Shop scene. How long did it take you to shoot it? Was it vey much scripted? I imagine shooting such a chaotic moment should have been chaotic as well

That was a challenge. Mostly because we only had the shop for two and a half nights and could not completely own it. We promised that we would not interfere with their business so we had to work around customers entering and exiting the shop. It was very tightly scripted. One of the few scenes that did not have much improvisation. Also, I don’t know Armenian so the Armenian dialogue had to be scripted in English, translated to Armenian and locked. My goal was to have as much coverage of the scene as possible and then construct the scene on post-production. It’s all about controlled chaos

Your movies, from Take Out to Starlet, are about very specific places and professions, were you always interested in the details of different enviroments? How did the Tangerine story come alive in that regard?

Yes, I’m very interested in details. And it is very important to me that people from the areas I’m focusing on appreciate the representation. In the case of Tangerine, I wanted to make a film about the intersection of santa Monica and Highland so it had to take place in Los Angeles. I’m a recent transplant (lived my entire life in the NYC area) to LA and I’ve fallen in love with it over the past 4 years. When I first moved here, I realized that LA is alot more than what we’ve seen presented to us in film and TV.  Studio films have presented the city as Beverly Hills, the Hollywood sign, Venice Beach and the Walk of Fame… however there is so much more. I found numerous communities, neighborhoods, sub-cultures, etc that haven’t been focused on and I think this is a shame. While in the research process, Kiki told us that she suspected that her boyfriend had been cheating on her with a cis-gender woman. Chris Bergoch and I used this as a launching pad for our story. In the end, the plot is 100% fictionalized but we looked to the people we met for inspiration
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The last scene of the film is my favorite because it’s the first time the characters take a time to breathe along with the movie, was that always the ending in mind and how hard was it for Kiki and Mya considering that the removal of the wig is a very emotional moment for the transexual community?

Thank you. It is one of the scenes I’m most proud of. It was a scene that I scripted early on so I knew it was going to be the ending since our first 5-page treatment. I wanted to strip away all manipulative tools. No camera movement and no music. Just let the performances speak for themselves. Kiki and Mya were extremely brave for allowing me to shoot that scene because as you stated, it was a difficult act for them to perform even while in character. They were so wonderful in the first take that I didn’t ask for a second one. I knew then that we had it. Plus, I didn’t want them to go through that again.

Which other independent american directors inspire you and influence your own work?

There are so many… but of the contemporary ones, there are Antonio Campos, Josh Mond, Alex Ross Perry and Josh and Ben Safdie. 

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►[TRAILER] Algunas imágenes de Tangerine:

Tangerine - Official Trailer from Radium Cheung (H.K.S.C.) on Vimeo.

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*[TOP FIVE] GRANDES PERSONAJES DE ESTE AÑO:

► 1. MARK WATNEY en The Martian

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► 2. TAYLOR JAMISON en The Visit

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► 3. AMY TOWNSEND en Trainwreck 

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4. FURIOSA en Mad Max: Fury Road

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 ► 5. SADNESS en Inside Out

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► DE YAPA: AARON WILLIAMS & CHARLES POOLE en 7 Days in Hell

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►[GALERÍA] 30 GRANDES PERSONAJES DEL 2015 mencionados en el post de hoy:

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¡BUEN JUEVES PARA TODOS! Hoy es momento de elegir a sus personajes favoritos del cine del 2015 para armar una galería alusiva; por otro lado, me gustaría saber qué opinan de Tangerine quienes hayan tenido la posibilidad de verla; como siempre, los leo y los reencuentro el miércoles 9 luego del fin de semana largo con el megapost que vengo retrasando de The End of the Tour que requirió de mucho trabajo porque viene con entrevista incluida; ¡que tengan todos un gran jueves! PD. Inauguro el tag Posts bilingües, pueden revisarlos acá mismo; ¡eso es todo! ¡hasta el miércoles, muchachada!

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► MI PERSONAJE FAVORITO DEL 2014 HABÍA SIDO… EVE en GOD HELP THE GIRL

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No te mueras nunca

En la cena posterior a la proyección de No estás solo en esto en la UNA surgieron prolongados debates cinéfilos – uno de ellos vinculado al film analizado en el post de ayer, Aloha -, entre los cuales se coló el interrogante que planteo en la consigna de hoy. Fito preguntó cuáles son los directores imprescindibles en la vida de uno, aquellos a los que les deseamos la inmortalidad. Nadie dudó en sus respuestas porque todos, fieles a esa rabiosa cinefilia, tenemos bien presente al realizador que nos inspira, a aquel cuya nueva película esperamos con las expectativas completamente enceguecidas por la admiración. La pregunta de esa cena, a su vez, me recordó a un capítulo de una serie televisiva noventosa llamada Once and Again. Karen, una de las protagonistas, asiste a una sesión de terapia en medio de una crisis depresiva. Su psicólogo le solicita que haga el ejercicio de anotar cuáles son aquellas cosas por las cuales decide levantarse a la mañana, como forma de recordatorio de lo emocionante e impredecible que puede ser encarar una nueva jornada. Luego de mencionar a sus hijos y a sus amigos, Karen escribe que una de las motivaciones que tiene para vencer el desánimo es el estreno asegurado de un film de Woody Allen (“a Woody Allen movie, even if it’s bad” anota en su diario). No recuerdo muchas otras escenas de esa serie pero esa siempre me quedó presente desde la adolescencia y supongo/creo/estoy segura de que la razón detrás de esa memoria arbitraria es porque tanto en mis dieciocho años como en mis treinta y dos me sigue pasando lo mismo que a Karen: las películas son, sin dudas, una razón tan válida como cualquier otra para sentirme viva. Por lo tanto, mi respuesta a la pregunta de Fito es unívoca. Mi respuesta es Richard Linklater. Curiosamente (o no), quisiera volver inmortal a alguien que alude al tópico del tiempo en toda su filmografía, a alguien capaz de hacer eterna una relación, a alguien que quiebra cada vez con mayor fuerza y poder de invención las limitaciones y/o cánones cinematográficos. “You cannot conquer time” dice Jesse en Before Sunrise citando a W. H. Auden pero yo, desde mi humilde posición, quisiera que Linklater pueda hacerlo. ♦ 

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► [COMPILADO] De Slacker a Boyhood: la fotografía en el cine de Richard Linklater:

Press Play VIDEO ESSAY: From Slacker to Boyhood: Cinematography in the films of Richard Linklater from Nelson Carvajal on Vimeo.

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► [AUDIO]  Richard Linklater explica cómo fue que descubrió el cine y su pasión por filmar:

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¡BUEN MIÉRCOLES PARA TODA LA MUCHACHADA! Hoy la consigna es mencionar a esos directores que nos gustaría que fueran eternos y a aquellos que nos gustaría traer de vuelta; nos reencontramos mañana en los jueves de balance para elegir los mejores personajes del cine del año y para debatir Tangerine de Sean Baker; ¡hasta entonces! ¡los leo! PD. El post de este jueves lo voy a subir durante la mañana, por algunos temitas familiares; ¡gracias por la paciencia!

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Mejor callar

En su análisis de Elizabethtown, el crítico de cine Nathan Rabin acuñó, hace exactamente una década, el término Manic Pixie Dream Girl para describir, de la manera más sintética posible, al personaje de Claire Colburn interpretado por Kirsten Dunst. Lo que contienen esas cuatros palabras son una idea, un cierto imaginario concebido por el hombre en relación a una mujer que solo se cruza en su camino para despertarlo a la vida, con la dosis justa de efervescencia, sentido del humor, sensibilidad artística e inteligencia. Posteriormente, el término fue aplicado de modo retroactivo y las Manic Pixie Dream Girls se fueron multiplicando, desde Margo en Paper Towns y sus críticas al respecto hasta Me and Earl and the Dying Girl y su apego al desglose del concepto. Cada vez que una chica enérgica aparece en el universo masculino sin demasiadas motivaciones más que la de salvar a ese hombre, el imaginario se expande y los personajes femeninos pierden, por lógica, peso, pluridimensionalidad e incluso atractivo. Al revisar la filmografía de Cameron Crowe que precede a la mencionada Elizabethtown, indudablemente se puede argüir que el término concebido por Rabin estaba destinado a aplicarse a las mujeres de su cine. Desde Dorothy en Jerry Maguire (quien literalmente deja todo por seguir a un hombre) hasta Penny Lane en Almost Famous (ídem), estamos ante jóvenes vivaces que luchan por tener una identidad al tiempo que deben acompañar al objeto de su afecto en función de sus caprichos, desde empezar un nuevo trabajo hasta emprender una gira musical. Sin embargo, y a pesar del cliché, Crowe había logrado que su talento para la escritura se hiciera visible en citas más sensibles que sentimentaloides. “You had me at ‘Hello'” (cortesía de Dorothy) y “You are home” (cortesía de Penny) hablan de una apelación al otro (el “vos” por delante del “yo” nos hace inferir que la otra persona es más importante que uno) pero también de sus insoslayables realidades. Tanto Dorothy como Penny tambalean en la búsqueda de una estabilidad y, cuando la encuentran, el logro resulta genuino. Aloha, la flamante película de Crowe, es por lejos el punto más bajo de su filmografía, en gran medida porque se autoparodia inconscientemente. Tomemos como ejemplo a una charla entre Brian Gilcrest (Bradley Cooper como un contratista cuyo trabajo en Hawaii nunca queda demasiado claro) y Allison Ng (Emma Stone, en una decisión de casting directamente ofensiva, por la que Crowe debió disculparse). En pleno flirteo vergonzoso y sin chispa alguna, ella le pregunta por la historia detrás de los stickers de su computadora y luego agrega, exaltada e infantil, la frase “I don’t want to be another decal on your laptop”. La analogía de la mujer como una figura accesoria e indistinguible de otras no solo resulta torpemente obvia sino una declaración de amor penosamente escrita, verbalizada y dirigida. Ese momento tiene sus réplicas a lo largo de todo el film, uno que trastabilla al usar y abandonar la voz en off a su antojo, al empleo de una constante puesta a prueba de nuestra paciencia para lo inverosímil (Brian se encuentra trece años después con su ex novia Tracy como si en ese lapso de tiempo nada hubiera sucedido en la vida de ella), al enarbolar un mensaje sobre la preservación de la identidad y de los espacios naturales que jamás se profundiza y, sobre todo, al volverse patética en su sobreexplicación. “Why don’t you just have what you want?” le inquiere Tracy (Rachel McAdams) a Brian. “Do you have what you want?” le retruca él, precediendo un intercambio de miradas tortuoso e irrisorio. Lejos de confiar en lo sutil, Crowe traiciona sus propios consejos, aquellos que mencionaba en sus conversaciones con su venerado Billy Wilder, aquellos en los que se exigía ser “más valiente y personal” en su cine. Aloha es la antítesis de sus deseos. Aloha es la prueba viva del peligro de construir algo genérico. Aloha es un film que esclarece un solo interrogante dentro de su caótica narrativa: cuando quedan pocas cosas buenas para decir lo mejor es, como hace el personaje de John Krasinski y el de Cooper sobre el final, callar un rato, conservar la dignidad y confiar un poco en los demás. 

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► [TRAILER] Algunas imágenes de Aloha de Cameron Crowe:

Aloha Trailer 1 from We Are Movie Geeks on Vimeo.

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¡BUEN MARTES PARA TODOS! Hoy, a pedido del público, inauguramos nueva sección del blog de Lo peor del año, eligiendo nuestras máximas decepciones cinéfilas del 2015; ¡hagan catarsis a gusto! Nos reencontramos mañana con el post de NO TE MUERAS NUNCA, dedicado a nuestros directores favoritos cuyas filmografías queremos que se extiendan por la mayor parte del tiempo posible; ¡hasta entonces! ¡que tengan un excelente martes!

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► [GALERÍA] 50 PELÍCULAS MALAS Y/O DECEPCIONANTES DEL 2015:

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*ASÍ REACCIONÉ ANTE ALOHA:

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Rescate nostálgico: Las canciones de I’m Not There (y nuestra música favorita del 2015)

Hoy en Cinescalas escribe: Diego Valente

“If they follow you, don’t look back, like Dylan in the movies”

Belle and Sebastian

Caleidoscópicamente, I’m Not There proyecta múltiples visiones de todas aquellas personas que Bob Dylan fue. Por momentos, incluso pareciera que la película pusiese al propio Dylan dentro de un cuarto de espejos y lo enfrentase a sus diferentes reflejos deformados por la crítica, los fans y por sí mismo: el cantautor alucinógeno que se reía de todos en la última mitad de los sesenta, el cantante folk de protesta de la primera, el compositor más cool y estilizado envuelto en problemas de pareja, el aprendiz de poeta simbolista francés (con Arthur Rimbaud como guía), el renegado country fascinado por Billy the Kid, el músico convertido el catolicismo y entregado al gospel, todos entran y salen de la película como fantasmas que atraviesan paredes, demostrando que Bob era todos ellos y ninguno al mismo tiempo. No en vano, “Nunca reveles tu verdadero nombre” es una de las “siete reglas simples para esconderse de la vida” que se mencionan en el filme y es ésa constante fuga hacia adelante, ese impulso camaleónico (un poco como Bowie, aunque el gran David es infinitamente inglés y Dylan representa como ningún otro músico a la Norteamérica profunda) donde I´m Not There hace foco. Es interesante observar que esa zona de confusión e irresolución que Dylan alimentó durante toda su carrera es la misma en la que el film de Todd Haynes (que se graduó en Arte y Semiótica, por lo cual en este film parece que aplicó todo lo que aprendió en la Universidad) se ubica. De hecho, la pregunta que surge es a qué género pertenece este largometraje. ¿Biopic? ¿Falso documental? ¿Ficción? Otra vez, a todos y a ninguno. Por supuesto, también está el mito. Se sabe que Dylan construyó su imagen pública alrededor del misterio y Haynes no hace más que abonar la tierra fértil de la leyenda colocando aquí y allá pistas y guiños para los más acérrimos fans de Bob sin dar demasiadas explicaciones a los legos. Y ése es uno de los grandes logros de esta fascinante película: la manera fragmentada, aleatoria, caprichosa por momentos, pero siempre cohesiva en que se desarrolla una trama que no busca la vana tarea de abarcar la vida de un hombre que vivió varias vidas en una sino en recorrer fragmentos de esa vida imposible de manera no lineal. Los otros dos aciertos son la elección del reparto y de la banda sonora.

Del combinado de estrellas que actúan en la película, desde luego sobresale la impresionante, convincente y andrógina caracterización de Cate Blanchett, pero también hay que prestar atención a la mucho menos publicitada interpretación de Richard Gere, como un forastero melancólico y misterioso que refiere a Billy the Kid y a la fascinación que Bob tiene con él (de hecho, el propio Dylan musicalizó y actuó en el western Pat Garrett & Billy the Kid de 1973). Otras dos actuaciones impecables son las de la conflictiva pareja que forman Heath Ledger y la gran – y no siempre reconocida – Charlotte Gainsbourg, en un papel sobrio y sin fisuras. En cuanto a lo que nos ocupa, el maravilloso soundtrack, el mismo también está rodeado por el halo de misterio y la confusión que trabaja la película. De hecho, la canción que la titula es una gema que Bob jamás grabó oficialmente (una suerte de work in progress continuo) y que circuló durante décadas de forma pirata como parte de sus míticos Basements Tapes junto a The Band. Este tema se editó por primera vez oficialmente con la banda sonora de la película y es la única versión original de Dylan que aparece en el álbum. Y aquí surgen los malos entendidos. El CD incluye una magnífica cantidad de covers, varios de ellos musicalizados por “The Million Dollar Bashers”, un supergrupo creado especialmente para la ocasión con miembros de Sonic Youth, Wilco y, entre otros, Tom Verlaine y John Medeski, pero en la película se usan básicamente las versiones originales de Dylan que, por otra parte, producen algunos momentos memorables. En este sentido, vale la pena chequear esa especie de videoclip incluído en medio del film de la maravillosa y alegre “I Want You” o la irrupción desoladora de esa obra de arte de la melancolía llamada “One More Cup of Coffee (Valley Below)” En cuya letra Dylan podría estar haciendo referencia a sÍ mismo cuando canta aquello de que “tu corazón es como un océano oscuro y misterioso”.

Asimismo, dentro de los covers sin dudas sobresalen la demoledora versión de “Ballad of a Thin Man” (esta sí está incluida en una de las escenas claves del film, cuando Blanchett devenida Dylan descarga toda su furia sobre la figura de un crítico musical) a cargo del líder de Pavement Stephen Malkmus junto a The Million Dollar Bashers y la relectura que hace Sonic Youth del track que titula a la película son dos picos dentro de una lista de interpretaciones de un seleccionado indie que incluye a Calexico, Cat Power y Jeff Tweedy.

Una posible traducción de la bellísima dedicatoria que hizo Jorge Luis Borges a un amor imposible en Historia universal de la infamia es la siguiente: “Te ofrezco ese núcleo de mí mismo que he salvado, de algún modo: ese corazón que no comercia con palabras, que no trafica con sueños, y que no ha sido tocado por el tiempo, por el júbilo, por las adversidades”. Y es ése mismo núcleo el que los álter egos de Dylan en I’m Not There parecen querer conservar intacto a lo largo de la película. Tal vez Por eso, luego de cruces, saltos temporales y cambios de identidades varios, todos ellos confluyen en la escena final que muestra al verdadero Bob Dylan tocando la armónica en una presentación clásica de los años sesenta.

Por Diego Valente

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► [DE REGALO] El enorme soundtrack de I’m Not There:

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*TOP FIVE MUSICAL DEL 2015:

► 1. MI DISCO DEL AÑO: HONEYMOON (Lana Del Rey)

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► 2. MI CANCIÓN DEL AÑO: “Hasta la raíz” (Natalia Lafourcade)

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► 3. MI MOMENTO MUSICAL (dentro de una película) DEL AÑO: “Wonderwall” suena mientras Steve abre la pantalla en Mommy:

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► 4. RECITAL DEL AÑO: BLUR EN PLAZA DE LA MÚSICA

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► 5. SOUNDTRACK DEL AÑO: LOVE & MERCY

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► [LISTA DE REPRODUCCIÓN / AWESOME MIX VOL. 2015] 60 canciones que marcaron el cine de este año + las canciones que los acompañaron a ustedes durante el mismo:

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¡BUEN LUNES PARA TODOS! Seguimos de balance en el blog eligiendo, como hicimos en el 2014, los mejores momentos/escenas musicales que nos ha dado el cine en el año; asimismo, están más que invitados a mencionar los discos, canciones, soundtracks y recitales que los marcaron en el 2015; como siempre en estos casos, voy a dejarles una playlist con sus aportes; desde ya que también pueden debatir I’m Not There y el indeleble cine de Todd Haynes; nosotros nos reencontramos mañana con un post sobre Aloha y las películas que más nos decepcionaron en el año; ¡hasta entonces! ¡los leo!

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*EL RECORDATORIO DE CADA LUNES: 

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 La última vez escribió Luis Alberto Pescara López sobre… LA INTERTEXTUALIDAD EN EL CINE

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Lo mejor del 2015: Las citas

La frase que elegí como la mejor del año resume, a mi criterio, dónde reside la fortaleza de una película como The Martian: en esa fusión del humor con el conocimiento. En la novela de Andy Weir – perfectamente adaptada por Drew Goddard y protagonizada por Matt Damon -, el personaje de Mark Watney toma cada eventualidad, cada problema a solucionar en Marte, como un vehículo para hacer un remate, para el tan esperado punchline. Sin embargo, su astucia para convertir distintas situaciones alarmantes (desde la inminente falta de comida hasta un despegue sin techo) en gags autoparódicos está muy lejos de la burla vacía y más emparentada con su poder resolutivo, con enfrentar la realidad de la única manera que conoce, con la determinación de que todo junto no se puede, de que cada enigma se tiene que descifrar a su debido tiempo. Mark, sin decirlo nunca, se pregunta para qué sufrir si no es necesario, si las herramientas para comunicarse con la NASA y para volver a la Tierra están presentes tanto a su alrededor como dentro suyo. La inteligencia nunca se mostró tan sexy y divertida como en la novela de Weir y como en este gran regreso de Ridley Scott. Watney se enorgullece del camino recorrido previamente, de cómo cada frase leída en un libro de botánica y de ingeniería mecánica lo prepararon inconscientemente para salir del aprieto en el que se encuentra.

Sin embargo, su incesante optimismo no solo está supeditado a lo esencialmente práctico (él es la clase de persona que puede concebir una oda a la cinta para ductos) sino también a la relectura de lo mundano. Los tiempos muertos en Marte, para él, no son nunca tiempos muertos. Watney se ríe de la muy específica clase de melomanía de la comandante Lewis, pero secretamente disfruta de la reproducción en loop de himnos de la música disco que ella dejó atrás. Watney maratonea Three’s Company y se siente más prisionero de esos cliffhangers televisivos que de los que diariamente es cautivo en ese nuevo planeta a conquistar (“I will take control of a craft in international waters without permission; that makes me a pirate! A space pirate!”). Watney no llora ante el deceso de sus botellas de ketchup: Watney llora cuando se sabe solo en Marte. No por extrañar (aunque lo hace) sino por sentirse un privilegiado por poder contemplar esa vista. The Martian es una película sobre la resolución de problemas – mancomunada e individual -, sobre lo mucho que se puede obtener de combinar distintas mentalidades por un objetivo prioritario. Pero, sobre todas las cosas, The Martian es una película que nunca se vuelca a la cursilería que trae consigo la respuesta a un interrogante no siempre sencillo. ¿Para qué sufrir si no hace falta? O en el caso de Watney: ¿para qué lamentarse por oler mal o “estar usando calcetines sudados”? La respuesta, claro, está implícita. No hay que hacerlo. A veces el peor inconveniente termina alojando la mejor experiencia. ♦ 

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*OTRAS CUATRO GRANDES CITAS DE ESTE AÑO:

► [CITA NÚMERO 1 / WHIPLASH] “There are no two words in the English language more harmful than “‘good job'”:

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► [CITA NÚMERO 2 / MAD MAX]Oh, what a day, what a lovely day!”:

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► [CITA NÚMERO 3 / A MOST VIOLENT YEAR] “When you look them in the eye you have to believe that we are better”:

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► [CITA NÚMERO 4 / APPROPRIATE BEHAVIOR]:

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► [GALERÍA] 50 CITAS DEL 2015 mencionadas en el post de hoy:

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¡BUEN JUEVES PARA TODOS! Hoy seguimos con el balance eligiendo las mejores frases que nos ha dado el cine durante el 2015; como el año pasado, con sus aportes armaré una galería; asimismo, este es el post para explayarse sobre The Martian de Ridley Scott (¿qué les pareció?); ¡espero sus comentarios! Nos reencontramos el lunes con un post sobre I’m Not There y el balance musical del año; ¡hasta entonces, que tengan un buen fin de semana!

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► MI CITA FAVORITA DEL 2014 HABÍA SIDO… “I just thought there would be more” (BOYHOOD)

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