50 años de galería Ruth Benzacar

 

Entre dos siglos, entre dos mundos, internacional, política y pionera. Visionaria en la manera de encarar la comercializacicon de obras de arte y sobre todo campeona de la difusión internacional Ruth Benzacar fundó la galería que hoy celebra 50 años. En la foto, arriba, con Federico Manuel Peralta Ramos, Dudu von Thielmann, su hijo Florian, y Mucky Sagramoso. Promotora única del arte argentino de la segunda mitad del siglo XX, arrancó en un PH de la calle Valle, en Caballito, y cumplió el ciclo expansivo hasta consagrarse al arte contemporáneo con pasión. Vio como Berni batía récords en Nueva York; colaboró para que ARCO de Madrid no naufragara en la peor de las crisis y se mudó a Talcahuano al 1200, a un  divino departamento francés con un pasillo de museo, donde hoy cuelga la coleccion de Marlise y Anibal Jozami. En comidas inolvidables, sentó en la misma mesa a comensales impensados desde Carlos Pedro Blaquier a Waldo Rassmussen, Rosina Gómez Baeza, Frances Reynolds, Hugo Sigman, Marcelo Arguelles, Marcantonio Vilaca, Kuitca, Bedel …, al hacerlo, inauguró un estilo de galerista que hizo escuela, bajo la mirada señera de Jorge López Anaya y los consejos de José María Cafferata. Sus mejores alumnas, las herederas de la antorcha, son Orly y Mora que festejarán en el nuevo espacio de Villa Crespo. Atrás quedó la etapa genial de Florida 1000 donde  no cabía un alfiler en cada vernissage. Un búnker  pensado por Tatato Benedit para mostrar arte contemporáneo. Alli  se marcaron hitos históricos. Es fácil comprobarlo al revisar el libro editado por Fundación Espigas, después de su muerte súbita en la edición arte BA 2000. Un volumen que recorre la obra de los artistas que acompañaron la gesta de Ruth. Muchos siguen en la galería y están en el olmpo de los consagrados: Liliana Porter, Jorge Macchi, Ballesteros, Siquier, Costantino, Distéfano, Pombo y Victor Grippo el gran Grippo que supo cambiar la historia en una edición de la Documenta de Kassel. Las fotos del libro, imagino que muchas de Pedro Roth, gran amigo, artista y padre ejemplar,  fotógrafo oficial de los vernissages, muestran de qué manera la zarina del arte, como la bautizó Daniel Viacava, director de  revista LN, armó su estrategia. Ella sabía mezclar la gente, seducir, convocar a nuevos jugadores y despertar el deseo en compradores que hasta que llegó al ruedo solo tenían ojos para Le Sidaner, Mongrell, Anglada, Corot y Fader.

Orly con Mora (arriba en la foto) dieron una vuelta de tuerca más y volvieron al barrio. Se instalaron en la nave indstrial de la calle Velasco para demostrar que cuando una galeria celebra 50 años es por algo. Como Bonino, Juana de Aizpuru, Helga de Alvear, Denise René y Luisa Strina,  Ruth supo hacer el click entre el artista y el comprador. Ahora Orly escribe con Mora la propia historia y vuelve a sintonizar a los artistas de este tiempo con los coleccionistas sub 40 . LO que sigue son fotos del libro homenaje, una bitácora de imágenes para entender los caminos de la galería que Ruth Benzacar inauguró con alegrìa, belleza y enorme sentido de la amistad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Arriba, Ruth con Romero Brest,  con Amalita Fortabat, atrás, un cuadro de Jorge de la ´Vega. Abajo, con Nelly Arrieta de Blaquier. Sigue, Alejandro Furlong con Ruth y Waldo Rassmussen y Nicolás García Uriburu con Claudia Caraballo.

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U$170 millones por un Modigliani

Sino fuera verdad parecería un cuento: Liu Yiqian, un taxista chino devenido multimillonario, pagó anoche el récord de U$ 170,4 millones por un desnudo del Modigliani en la subasta de Christie’s Nueva York. El estimado de la rematadora, conservador visto ahora en perspectiva, era de 100 millones. Este super precio coloca al maestro de los desnudos, de los cuellos alargados y la mirada lánguida a la misma altura de Picasso. Es el segundo cuadro más caro de la historia. Encabeza en singular ranking de los más caros Mujeres de Argel del malagueño Pablo Picasso, rematado también en Christie’s Rockefeller Center por 179 millones de billetes verdes. Desnudo recostado, anticipado como el as de la venta por Cristina Carlisle, representante de Christie’s en la región, tenía las condiciones para ser un récord: calidad, procedencia, época y tamaño. La dueña del cuadro era Laura Mattiolli Rossi que había pedido una “garantía” de 100 millones. Concedida. Es una pintura espectacular y Liu Yiqian se la llevó a su casa.- Ex taxista hoy  “billonario” y coleccionista de arte.

Seis personas pelearon por el cuadro que en 9 minutos se fue a las nubes. El martillo bajó para la oferta telefónica de Yiqian, que hoy se sabe es uno de los más reputados coleccionistas de su país. Piensa llevar el desnudo a Shangai donde tiene dos museos privados.

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Pintura coreana para gozar

Valor en ascenso. La pintura de Lee Ufan (la primera de arriba), que será subastada mañana en Phillips con un estimado de U$ 150.000, es una bella expresión del movimiento Dansaekoewa, minimalismo de post guerra que ha ingresado en la agenda internacional con una enorme repercusión. Tal vez el ejemplo más notable fue la celebrada exposición en el Palazzo Contarini-Polignac, sobre el Gran Canal, con acceso por Dorso Duro, en coincidencia con la 56 edición de la Bienal de Venecia. En las subastas londinenses de la primavera  boreal, sus pinturas despojadas que retoman una larga tradición oriental alcanzaron nuevos récords. Le tocó a Phillips de Nueva York, jugando en las ligas mayores desde hace tiempo, haber llevado la cotizaciòn de Ufan a los 749.000 dolares por la tela reproducida arriba, obra de 1979. Es una buena noticia saber que los artistas integrantes de Dansaekoewa serán parte de la exposición que se verá en el Centro Cultural Recoleta a partir del 20 de noviembre, organizada por el Centro Cultural Corano en Buenos Aires. Una iniciativa que apoyé con entusiasmo para que el público de Buenos Aires conociera la obra excpecional de estos lejanos artistas, que han sabido capturar la esencia de una técnica milenaria. Han logrado que la  pintura hable con elocuencia sin narrar ninguna historia, como en la tela de Ufan que cierra este post, (Gentileza Phillps)


 


 

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Torres García triunfa en el MoMA

El uruguayo creador de la pintura constructiva y fundador de la escuela del Sur, artista reconocido,cotizado y valorado tiene su momento de gloria con la muestra que se exhibe en el MoMA hasta el 15 de febrero. El reconocido crítico del TNYT, Holland Cotter, dedicada la portada de la sección ARTS y elogiosos párrafos para subrayar la manera como Torres García supo unir con sus grafismos y la arquitectura de sus pinturas el arte arcaico, las raíces del arte latinoamericano con las vanguardias, la modernidad y lo contemporáneo. Ha sido el curador Luis Perez Oramas, una vez más, quien ha dedicado el foco del MoMA en nuestra región. Ligado a la coleccionista Patricia Phelps de Cisneros, durante su gestión instauró un espacio permanenente de visibilidad para los artistas latinos como no había ocurrido nunca antes. En 1934, Torre regresa a Montevideo luego cuatro décadas, tenía 60 años y estaba decidido  a traer  al nuevo mundo lo que había  visto y aprendido en París y Nueva York.  Su gesto más conocido es el mapa de América invertido que hace del Sur un Norte, una manera de expresar el giro del centro y perfiferia.

 

Joaquín Torres-García: The Arcadian Modern” es la mayor retrospectiva que el MoMA dedica al uruguayo padre de la pintura constructiva y de las geometrías divergentes, de los concretos y de la abstracción en esta parte del mundo. Coincide la muestra con las subastas latinoamericanas en la última semana de noviembre. Tiene en las gateras Christie’s un Torres excepcional, del mismo “palo” que estupendo cuadro blanco que integra la colección de Mamba. Nada de esto hubiera llegado al museo de la calle 53 en Manhattan sin el impulso inicial que representó la inolvidable muestra Utopías invertidas curada por Mari Carmen Ramirez del Museo de Bellas Artes de Houston. MariCarmen escribió la página que fue punto de partida.

 

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Arte argentino para todos, la inversión del Hipotecario

 

Más de 100.000 libros de pintura argentina en excelente formato y definición destinados a los alumnos del último año de la secundaria son la meta de un proyecto soñado. Un sueño en dos tiempos presentado ayer en el Auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes  por el doctor Julio Crivelli, presidente de la AAMNBA. La voz cantante, como era lógico, fue la de Ricardo Esteves, quien acercó hace años el proyecto a Eduardo Elsztain, director del Banco Hipotecario y un sensible degustador del arte. El programa ambicioso de hacer una gran libro de la historia de la pintura argentina en 200 años, homenaje certero al Bicentanerio, dio vueltas hasta que llegó a destino un año atrás. El Banco Hipotecario asumió la inversión para hacer realidad el sueño. Son tres volúmenes espectaculares que trazan el panorama del arte argentino en dos siglos.

Esteves, coleccionista de un exquisito gusto, tiene sin duda el  mejor Guttero en manos privadas, fue asesor de Eduardo Costantini en el armado de la colección de arte moderno latinoamericano que dio nacimiento a Malba. Obras como Abaporu de Tarsila y  Autorretrato de Frida, entre otras, fueron “registradas” en los catálogos por Esteves y como buen connoiseur supo en el acto que nunca más estarían disponibles en el mercado. Son patrimonio de Malba

 

Hoy, día del artista plástico en memoria del gran Prilidiano Pueyrredón (arriba Los capataces, Colección Privada) quedará en los anales de muchos alumnos de colegios argentinos, cuando tengan en la mano el volumen con texto de presentación de Laura Malosetti Costa. La selección de pinturas es notable, un resumen de los tres grandes tomos, con cuadros que todos amamos y admiramos desde Moinvoisin (arriba) a Berni, de Cunsolo (arriba) a Della Valle. Pintura argentina en formato libro, 64 páginas, 100.000 ejemplares que llegarán a 100.000 familias. Una y otra vez, en cada oportunidad que entrevisté artistas argentinos a lo largo de mi carrera, en algún momento surgió la frase clave. A la pregunta, y cómo te iniciaste en el camino del arte?. La respuesta no se hizo esperar: “En mi casa recibían La Pinacoteca de los Genios“, y la mirada podría extenderse a los almanaques de Molina Campos, de Quinquela Martín, Fader, Pettoruti … y tantos otros. Este contacto con la obra de arte en imágenes de alta calidad es sin duda la más efectiva herramienta de difusión. Un gesto generoso, apasionado y comprometido que tendrá, sin duda, resultados y consecuencias que confirmen la visión del Hipotecario en su brillante inversión .

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Museos de Noche en una milla

Por el Bajo, desde BASAVILBASO hacia el NORTE, el corredor de Libertador concentra la mayor oferta de museos y centros culturales. Una fiesta para los ojos que mañana tendrá su gran noche anual

La milla de los museos es uno de los recorridos imperdibles de la ciudad. Allí están las mejores colecciones de Buenos Aires, con piezas destacadísimas y arte para todo público. Este año la caminata puede comenzar en Basavilbaso 1233, entre Arenales y Juncal, donde se celebra una nueva edición de Casa FOA. La número 30 en el palacete  que fue de los Sastre Estrugamou. Imperdible el espacio recuperado del jardín (arriba), las bibliotecas y la posibilidad de descubrir recursos increíbles como la impresora de tinta para vidrios templados (llegados de Córdoba) que da como resultado efectos maravillosos.  La barra outdoor es ideal para iniciar la recorrida con un suculento tapeo. Sigue la caminata por la calle Suipacha con escala obligada, entre Arroyo y Libertador, en  el Museo Isaac Fernández Blanco, una joya arquitectónica de cuño español que fue la casa de Martín Noel. Tiene un corazón verde espectacular y la mejor colección de arte hispanoamericano: mates, abanicos, grabados, litografías, platería, imaginería barroca. Mención aparte para la restaurada capilla convertida en auditorio y sala de música de cámara.

Por Libertador, camino del triángulo de las artes formado por el Palais de Glace, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro Cultural Recoleta, (foto arriba). No perderse,en la intersección con Callao, el MARQ está el Museo de Arquitectura, que funciona en una vieja torre ladrillera de los ferrocarriles, construida por los ingleses. Ese raro formato cumple, curiosamente, con los  fines museológicos.

Basta cruzar Pueyrredón para encontrarse con la cumbre de la milla: el Museo Nacional de Bellas Artes. El edificio supo ser una antigua casa de bombas de Obras Sanitarias, convertida en museo gracias al talento y buen gusto del arquitecto Alejandro Bustillo. El museo, fundado en 1896 por Eduardo Schiaffino, crítico de LA NACION, alberga las colecciones de arte europeo más importantes de América del Sur. La base de esa pinacoteca extraordinaria fueron las donaciones de Guerrico, Santamarina, González Garaño, Piñero, Hirsch, Bemberg y Di Tella,entre muchas otras, además de las compras hechas por Schiaffino durante la presidencia de Figueroa Alcorta.

La colección tiene maravillas: la pintura española de Anglada Camarasa, los dibujos de Piranesi, la bailarina de Degas, el retrato de Modigliani y Picasso, Rodin, Courbet, Sisley, Leger. La lista sigue, pero hay cinco obras en el corazón de esta pinacoteca que merecen más de una visita: La ninfa sorprendida, uno de los pocos desnudos que pintó Manet; Mujeres indolentes, un colosal Guttero pleno de sensualidad y erotismo (arriba); El despertar de la criada, de Eduardo Sívori, retrato intimista de pura cepa criolla; La vuelta del malón, de Ángel Della Valle, memoria de territorio, patria y raza, y Sin pan y sin trabajo, obra maestra de Ernesto de la Cárcova. Esa escena donde la pobreza deja un resquicio para la luz de esperanza que asoma por la ventana es una carta de identidad nacional. Lo sigue siendo.

Consejo: no retirarse del MNBA sin echar un vistazo a las escenas de la guerra pintadas por Cándido López. Soldado en la Guerra del Paraguay, donde perdió el brazo derecho, el manco López empezó de cero y pintó con la izquierda, por consejo de Mitre,  estas telas apaisadas que lo harían inmortal.

El Palais de Glace se perfila con su cúpula inconfundible en la esquina de Schiaffino. Es la sede de las Salas Nacionales de Exposición y hace añares fue una pista de patinaje sobre hielo, muy Belle Époque, lo que explica su nombre. Allí se exhiben los premios nacionales de pintura, grabado escultura y dibujo. Al salir rumbo al Centro Cultural Recoleta se impone la presencia majestuosa de la estatua ecuestre del Alvear de Bourdelle. La mejor obra, sin duda, de ese discípulo aventajado de Rodin, que esculpió un caballo de gran porte (tan poco criollo) y un general sin sombrero y con la mano en alto para recibir a los visitantes en el umbral de la avenida más elegante de la ciudad .

El Centro Cultural Recoleta fue en su origen el Hogar de Ancianos Viamonte y es hoy el más visitado centro cultural del país. La categoría y la variedad de las muestras exhibidas lo convierten en el favorito de locales y visitantes. Tiene más de sesenta salas y una variedad que ha sido siempre su principal atractivo. Los fines de semana se monta en los jardines vecinos de la Iglesia del Pilar y el Cementerio de la Recoleta una animada feria de artesanos donde hay de todo: desde un tarotista iluminado y cinturones de cuero crudo, hasta collares de caracolas marinas y camisolas de batik.

Próxima escala: el Museo Nacional de Arte Decorativo, previo paso por el Museo José Hernández, consagrado a las cosas nuestras. El Decorativo ocupa el palacio que fue del embajador chileno Matías Errázuriz, proyectado por el francés René Sergent. Los retratos de Sorolla de los Errázuriz son una perla. Lo es también la habitación del joven “Mato”, decorada por el maestro catalán Josep María Sert, y el gran Salón Renacimiento. Ahora la visita tiene premio con la restauración del jardín orginal por el bisnieto de Charles Thays, paisajista francés que “plantó” Buenos Aires.


En Figueroa Alcorta y San Martín de Tours está el Malba. Con poco más de una década de existencia, es uno de los más populares museos de la ciudad, punto de encuentro para ver buen cine.

El Museo de Arte Latinoamericano tiene una completa colección de la región, con el acento puesto en arte moderno, y tres obras maestras: Abaporu, de Tarsila de Amaral; Autorretrato con loro, de Frida Kahlo, y el retrato cubista de Ramón Gómez de la Serna, por Diego Rivera.

Fin de recorrido: el Museo Sívori, en los bosques de Palermo. La colección está centrada en el arte argentino de la primera mitad del siglo XX, en medio del parque promete la grata alianza de arte y naturaleza, y un rico té de jazmín con tiramisú.

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Visita guiada a Casa FOA 2015

Casa FOA 2015 en la subida de Basabilvaso, Retiro, hacia PLaza San Martín. Es la edición número 30 y , está lista para cumplir con el destino marcado por la gran vidriera de la decoración: encontrar un nuevo dueño. La casa se vende y según cuenta la leyenda,… si las paredes hablaran, tendrían historias para contar, escritas en el hall majestuoso dominado por una escalera imperial donde hoy manda la escultura-instalación del talentoso Julio Oropel. Balconeando, están las obras seleccionadas por Roxana Punta Alvarez, y destaca, como es obvio, la obra origami de Amestoy.

Una espiral de cintas suma  la mirada contemporánea a una casa clásica construida  por encargo de Alejandro Estrumagou, el mismo de la casa de Esmeralda y Juncal, donde viven Anzorreguy, Solsona, Archi Lanús, Lupita Noble, Miguel Bornstein y un joven coleccionista de talento.  Si las paredes de Basavillbaso hablaran, contarían  la historia de peleas de dos hermanos que no se dieron sin tregua. Carlos y el Rubio. Dicen que por un asunto de mujeres que no terminó bien. La arquitectura de la casa no responde al clásico modelo del hotel particulier. Tiene la entrada de puerta cancel por Basavilbaso y una entrada para coches con un jardín íntimo, que las huestes de Foa han convertido en un espacio outdoor para comer o tomar un drink en las Casa FOA by Night, nueva modalidad de esta edición que los fines de semana queda abierta hasta tarde.

En la visita guiada algunas escalas. El escritorio verde Catalina la Grande, o malaquita si se prefiere, obra de Javier Iturrrioz que ha dado cuenta de sus dos pasiones: los cuadros y los espacios donde no cabe un alfiler. Horror vacui. Hay un clima de altamar con barcos y mapamundi, tocado por la luz que llega de la ventana. En otro tiempo, allí estuvo colgado un divino Sisley. 

La casa responde a la clásica distribución: recepción en planta baja con el gran comedor, siempre abierto para los amigos, donde, cuentan, Charly Menditeguy, el más famoso, único y último, dandy deportista que ha dado la Argentina. Todo lo hacía bien, box, polo, pelota, billar, tenis y eran un corredor imparable, que dejó colgada una carrera de Fórmula 1 porque se fue de fiesta a la Costa Azul con un actriz en ascenso: Brigitte Bardot. Apostaba a todo y de todo. Desde embocar la miga de pan en el vaso del vecino hasta ganarle al golfista Juan Segura, scracht y el mejor aficionado de entonces. En seis meses aprendió y logró el par de la cancha con cero de handicap. Dice el gran  De Vicenzo que fue un récord mundial. Menditeguy  era primo de los Sastre, dueños de casa, por parte de madre. Murió a las 58 años. 

La historia de la casa es el marco perfecto para las nuevas propuestas de los decoradores en las que se destaca el uso de materiales innovadores, espectaculares alfombras y luces, cortinas tamizadoras en secuencias, instalaciones ad hoc, pisos flotantes, bibliotecas (arriba, foto,  Sala de Lectura de Ponce, Rodríguez y Quintero) y revestimentos que dan cuenta de una industria con alas creativas. Sin contar el papel protagónico del arte, con trabajos de Siquier, Ricardo Paz, María Silvia Corcuera Terán (arriba), Mónica Fierro, Jessica Azoulay y muchos más. Muchos para ver y comentar. Acá termina la primera parte de la visita. Continuará.

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Picasso, el más caro de todos

El escandalete desatado por el Picasso del banquerro español Jaime Botín (Santander)  confirma las olas que levanta el malagueño cada vez que su nombre se convierte en noticia por las buenas o las malas razones. Ante un nuevo aniversario de su nacimiento, nació un 25 de octubre, no está demás recordar que Guernica (arriba) colgado en el Reina Sofìa de Madrid es el cuadro más visitado de España. Que nadie tiene tres museos dedicados  a su obra: Málaga, Barcelona y  París y que es el artista más caro de la historia de las ventas de arte. Finalmente, el mercado no hace más que confirmar lo que está escrito en la historia del arte: maestro de las vanguardias, hizo suyo el cubismo, las máscaras africanas, la escultura del Renacimiento... y los secretos de Cézanne, Matisse y Braque. NO se privó de nada. Vivió muchos años y lo hizo intensamente. Su pintura  Las mujeres de Argel (abajo) fue subastada este año en el récord de 170 millones  de dólares y fue Muchacho con pipa, (arriba),  pintura de la época rosa (mi preferida), la llave que abrió otra etapa del supermercado de arte. Rematado en U$ 104 millones rompió  la calma chicha, provocada por la recesión, que comenzó el día después del remate del Retrato del Doctor Gachet, ícono, absoluto, con su “pendent” en el Orsay. Retrato de Gachet fue comprado en mayo de 1990, en  82,3 millones de dólares por el papelero nipón Rioei Saito.  Hay algunos hitos en la vida de Picasso que merecen una línea. Por ejemplo, su encuentro con Gertrude Stein, cuyo retrato es un salto sin red en el arte moderno, o el deslumbramiento que le provocó Dora Maar, una de las tantas mujeres que amó en su agitada y controvertida vida sentimental .

El tema del Picasso de Botín obliga a replantear la legislación vigente en la circulación de obras de arte y exige definir qué es patriomonio y cómo se protege.  En Argentina se ocupó del tema en los últimos años Andrés Duprat, elegido nuevo director del MNBA. Un terreno minado.  Si bien el patrimonio es sagrado, y en buena hora se frenó la salida del país, por ejemplo,  de unos gauchos antológicos, deben existir reglas de juego que protejan, y otras que faciliten la salida y el ingreso de obras de arte, única fórmula para tener un mercado robusto. El nuestro es anémico.

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Pon, coleccionista de arte y de buenas cepas

 

Homenaje a un emprendedor que hizo de la Argentina un destino de grandeza

Minjdert Pon , el hombre y el hacedor

Ayer, en una mañana de sol, la familia, los amigos y gran parte del team  “Salentein”,  la empresa que fundó Minjdert Pon en los tempranos noventa, rindió homenaje a un emprendedor fuera de serie, apasionado e inflexible, que a los 60 y pico, cuando muchos piensan en el retiro, inició un proyecto basado en la agricultura, los vinos y el turismo. El encuentro fue en Las Colas, Entre Ríos, un campo vigoroso con casa solariega de arquitectura italianizante (arriba). Una de las primeras estancias de las muchas que compró “Mister” Pon, tras descubrir nuestro país en una de las cacerías organizadas por el príncipe Kinsky. Era un visionario que amaba la naturaleza, el mar, la pampa infinita y la Patagonia agreste. Dejó su huella en el mundo del arte con una lindisima colección de arte argentino que se exhibe en Killka , las galerías de Bodegas Salentein precedidas de un patio interior con obras de Pablo Larreta, Pájaro Gómez Y Jorge Gamarra.

Éste es un pequeño homenaje a un gran hombre en todo el sentido de la palabra. Conocí a Mijndert Pon en Holanda, en el castillo de Nijkerk, cerca de Ámsterdam, con motivo de una muestra de pintura argentina organizada por Sara García Uriburu, galerista, amiga y consejera del holandés en temas de arte. Eran los años noventa y ya se hablaba de las fabulosas inversiones que pensaba concretar en la Argentina; del collar de estancias con pedigree que había formado y, por supuesto, de la intención de hacer del Valle de Uco un territorio para el buen vino como lo era Napa Valley, en California.

Mijndert no era hombre de medias tintas y no solo levantó una bodega escultórica para Salentein, al pie del Tupungato, firmada por la exquisita arquitecta Eliana Bórmida, sino que también se ocupó personalmente de seleccionar las obras para Killka, el pabellón-museo donde alternaba la exhibición de la colección permanente con muestras temporarias de artistas del interior. Obras de Marcia Schvartz, Gorriarena, Minujin, Polesello, Uriburu, Seguí, Benguria, Dermijian, Hoffmann, Kaplan, Heffnner, Bocaccio, entre muchos otros artistas, forman parte de un patrimonio infrecuente en un lugar espléndido.

 

 

Además de hacer un vino de exportación, Pon mantuvo una activa política de difusión del arte argentino en el mundo; formó una colección personal y organizó muestras en galerías y museos para exhibir las obras de los pintores a los que admiraba. Visitaba los talleres y conversaba mano a mano con los artistas sin perder jamás el perfil bajo, algo muy holandés por otra parte.

Levantar un pabellón-museo al pie de la cordillera no es una empresa de todos los días; tampoco lo es levantar el listón de la calidad de los vinos, de las frutas producidas en el sur y del enoturismo, una novedad en el valle mendocino. La primera vez que vi a este holandés enorme, desmesurado en sus proyectos y en su manera de trabajar, venía pedaleando por el parque de Nijkerk con un canasto de naranjas para el desayuno de sus huéspedes argentinas. Antes de escuchar su voz escuché la risa, sonora y vital, la misma que acompañaba las largas sobremesas en la pampa y la apasionada puesta en marcha de la “gesta” argentina en la que el arte resultó un pilar sólido e irreemplazable. Minjdert Pon murió en su Holanda natal a los 82 años el último julio. Un recuerdo especial para Ingrid, discreta e inteligente compañera de una vida, que tanto hizo para que el sueño de M.P. fuera realidad.

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La Menesunda, el DiTella y un modelo de país

 

Para el libro de Dara 2015 (Decoradores Argentinos Asociados) escribí hace unos meses este texto que cobra vigencia con la apertura ayer de la Menesunda de Marta Minujin, en la que nos topamos de frente con la tevé Zenith y el último modelo de la heladera salida de los talleres de DiTella. La industria nacional, en esa coyuntura genial que tuvo como motor a Jorge  Romero Brest, supo unir el arte y la industria nacional cuando un modelo de país desarrollistaprometía darle tregua al esquema agroexportador. Hay que revisar la historia del arte de ese momento para entender de qué modo los acrílicos de Polesello, los artefactos domésticos de Minujin y la esculturas de Iommi sentaban las bases de un fenómeno único en el país. No se volvió a repetir. Hoy seguimos reeditando con nostalgia aquel momento en el que el deseo, la ilusión y el sueño de dirigentes visionarios pudieron haber dado vuelta la historia. No alcanzó.

Arte, industria e identidad nacional

Por Alicia de Arteaga

 

En vísperas del Centenario de la República, el presidente Figueroa Alcorta designó a Eduardo Schiaffino, fundador en 1896 del Museo Nacional de Bellas Artes, como enviado oficial de la presidencia en viaje de compras a Europa para celebrar la magna fecha. Obviamente, en la shopping list de Schiaffino estaban los grandes nombres del momento, la firmas radiantes de la pintura europea que capturaban la atención, y los pesos , de los coleccionistas argentinos en etapa de formación. Desde los impresionistas, en el modelo hegemónico de Antonio y Mercedes Santamarina, hasta los petites maitres , la pintura española de la luz y la francesa de boudoir.

Eran los tiempos en que Sorolla y Boldini determinaban la pertenencia a un mundo exquisito, selecto y , sobre todo, construido a imagen y semejanza de la París de la Belle Epoque. No demasiado diferente del sueño americano de los señores Vanderbilt, Mellon y compañía que elegían retratos de salón firmados por John Singer Sargent, el más europeo de los pintores norteamericanos; al igual que el sueco Zorn elegido por diplomáticos y clientela cosmopolita.

Argentina era un país que se miraba en el espejo parisino y promovía una manera de vivir y de ambientar los interiores acorde con los tendencias impuestas por grandes firmas como Jansen y Puiforcat, mientras se disputaban los muebles recargados de Link, las volutas de las lámparas de Daum y Nancy, y las tapicerías de Aubusson.

La belle epoque argentina, que se extendió hasta los treinta tras con el golpe de Uriburu, marcó el récord de cincuenta años de prosperidad económica en un país en el que estaba todo por hacer. Coincidió con el período de entre guerras que sometía al Viejo Mundo a un compás de espera en el camino hacia el abismo… que finalmente llegó en 1939. De este lado de Atlántico la fiesta continuaba acorde con el modelo agroexportador que enriquecía las arcas de los argentinos ciudadanos del mundo.

El intercambio comercial y cultural con Inglaterra  y Francia, grandes compradores de nuestras materias primas, sentó las bases de lo que se conocería como “gusto argentino” o más precisamente porteño. Un mix entre los exteriores franceses, influencia de la Ecole de Beaux Arts donde se formaron muchos de nuestros notables arquitectos, cuando la carrera todavía no había sido incorporada a los claustros académicos. La piedra Piedra París fue marca registrada del hotel particulier, en tanto los interiores a la inglesa estaban definidos por el comedor Regency, Queen Anne o Chippendale.

La sintonía entre el gusto por la pintura europea del XIX, la idealización de un mobiliario de raíces lejanas demoraban la asimilación de un estilo nacional. Curiosamente, las ciudades del interior, como Córdoba, Salta y Tucumán, estaban más cerca del Camino del Alto Perú que del puerto. Las grandes familias decoraban sus casas en el modelo español adaptado a un espíritu criollo, las consolas y cómodas que hasta el día de hoy se conservan en las casas tradicionales son de legítima herencia hispana, deudoras de la conquista y del virreinato, y, en paralelo, una pintura de cuño religioso poblada de ángeles arcabuceros y vírgenes coronadas.

El gran quiebre en el gusto vernáculo llegará con los primeros atisbos de una industria nacional en el modelo desarrollista y establece una directa conexión entre el arte y el interiorismo. Quizá el mejor ejemplo lo constituye  la Bienal de IKA (Insdustrias Káiser Argentina) que convirtió a la ciudad de Córdoba en una meca de los artistas del momento, muchos de ellos ligados a la abstracción e influidos por la tecnología, los cambios en la percepción y la aparición de nuevos materiales. Basta pensar en el cinético venezolano Jesús Soto y en el mendocino Julio Le Parc, luego ganador en la Bienal de Venecia, cuya obra tenía el germen de un cambio. Por primera vez la figuración pasaba a cuarteles de invierno, se establecía la abstracción como un lenguaje contemporáneo en sintonía con lo que se producía en el mundo.

A la Bienal de Córdoba , discontinuada acorde con un mal argentino que suele matar las buenas ideas, le sucedió , en buena hora, el Instituto DiTella. Un foco de creación imbatible, sin igual, hasta el día de hoy. A la Menesunda de Minujin y las plataformas de Puzzovio  les sucedieron diseños de muebles geniales como los de Alberto Churba. El sillón cinta presentado en CH Diseño y luego exhibido en el Victoria and Albert de Londres y en el MoMA de Nueva York hizo época y marcó el origen de una dinastía de diseñadores que tiene hoy un epígono impar en el talentoso  Martín Churba.

Por primera vez la burguesía naciente formada por jóvenes profesionales, muchos de origen judío, comenzaba a comprar arte argentino para las paredes de sus casas y a imaginar una disposición del mobiliario acorde.

No otra fue la premisa de dos seres expecionales como Guido y Nelly DiTella cuando encargaron el proyecto de su casa a Clorindo Testa, original e iconoclasta, al margen de los mandatos tradicionales. En esa misma línea la escultora Noemí Gerstein experimentaba con elementos y piezas industriales de Acíndar para crear obras sorprendentes que hoy integran grandes colecciones. Mario Roberto Alvarez proyectó el edificio Somisa, un mecano de acero que fue el primer edificio en su tipo en el mundo, íntegramente soldado. Y para rubricar su desplante estético Alvarez levantó un edificio moderno en la calle Posadas, reinado absoluto de la Piedra París. Un gesto.

Algo había comenzado a cambiar en la Buenos Aires de mediados del siglo XX.  Los argentinos encontraron un adn propio para su gusto, presente en la famosa BKF, en las sillas de Janello y en almas batalladoras como la gran Ruth Benzacar,  dispuesta a vender pintura argentina a los tradicionales coleccionistas  de arte europeo en un departamento de Caballito.

La epopeya de los Madi y el Arte Concreto fue la nota saliente del arte nacional. Cuando se monta la muestra de estos innovadores el mayor coleccionista de arte de nuestro país compra la exposición íntegra a puertas cerradas por consejo de Laura Buccellato.

 Tomás Maldonado, un visionario genial, viaja a Europa, cuando cruzar el Atlántico era un viaje de un mes, y regresa con revistas y libros con las últimas tendencias. Reúne a la crema del arte y comparte experiencia, estética y proyectos con Lozza, Iommi, Kosice y Lidy Prati.

Ignacio Pirovano Lezica Alvear será el taste maker que acelere la transformación. Por un lado contrata para la casa Comte al francés Jean Michel Frank, pionero exquisito del mueble minimal, y por el otro proyecta diseños de raigambre criolla para el Llao Llao y el Hotel Salta con la invalorable colaboración de Celina Pirovano, decana de los decoradores argentinos, por décadas, una mujer de personalidad arrolladora que tapizaba los muebles franceses con barracanes criollos.

El  nuevo gusto “nacional” encuentra en los artistas a los principales agentes del cambio. Son los primeros dispuestos a experimentar con los materiales que la industria coloca en sus manos; acrílico, plexiglás, formica…. La esculturas de Kosice, las puertas e Polessello, hasta Alpargatas encarga diseños para sus textiles.

Ese tren motorizado por el made in Argentina parecía imparable, pero se detuvo por años.

Habrá que esperar hasta fines del siglo XX cuando iniciativas como Casa FOA, DArA y arteBA vuelven a crear las condiciones para que el diseño, el arte y el interiorismo con identidad propia encuentren una vidriera de difusión .

Publicado en la edición 2015 del libro DarA. Por iniciativa del arquitecto Julio Oropel.

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