¿ Dónde fue tomada esta foto ?

¿ Te animás a contarnos donde fue tomada esta foto, y en que año ?

Santa Felicitas pasión en Barracas

  4 de enero de 1957 de la Iglesia de Santa Felicitas por Juan Di Sandro

Se decía que Felicitas Guerrero de Alzaga era la mujer más hermosa de Buenos Aires. Quedó viuda muy joven. Se había casado con Martín de Alzaga, quien le llevaba muchísimos años.

Su belleza y su fortuna la convirtieron en una mujer muy codiciada para la época.  Enrique Ocampo, hijo de una tradicional familia porteña, quería casarse con ella pero apenas el hombre se enteró de que la viuda había aceptado la oferta de matrimonio del estanciero Samuel Sáenz Valiente, enloqueció de celos.

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Puentes de Buenos Aires

El puente Pueyrredón sobre el Riachuelo, 1 de julio de 1958

En épocas del virreinato, Buenos Aires comenzó a poseer innumerables túneles: los caminos que se abrían debajo de las piedras.

Los puentes vinieron después. Porque los primeros  de nuestra historia se trazaron para atravesar los ríos, y dentro de Buenos Aires, para cruzar los arroyos que por entonces bordeaban la ciudad.Compartimos con ustedes estas imagenes de la Revista LA NACION de Marzo de 1980.

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The Chieftains, el eco de la vieja Irlanda

Cuando a fines de los años 60, el grupo instrumental irlandés The Chieftains revivió los sonidos de la tradición celta de su bella y misteriosa tierra (mientras The Dubliners hacían lo mismo desde un trabajo vocal bellísimo impregnado de la atmósfera  alcohólica de los más oscuros pubs) el ambiente musical británico (sobre todo el que provenía de la vertiente del folk-rock de grupos como Fairport Convention o Pentagle) lo tomó como inspiración y las más importantes estrellas de rock de entonces buscaron a The Chieftains y su set de música celta envuelta en un denso cóctel de cuerdas, gaitas, flautas (y de toda una parafernalia de instrumentos tradicionales de la música folklórica), como teloneros de sus shows.

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Natatorio en pleno centro de la ciudad

Este jovencito que mira con desconfianza hacia la cámara, va a lanzarse al natatorio más céntrico de la ciudad. Tanto lo es, que está ubicado a 300 metros del Obelisco, en el corazón de la Plaza Lavalle. Diariamente concurren allí una docena de chiquillos, acompañados de sus padres, a practicar natación. Claro que mucho no se preocupan por el estilo, pero se divierten bastante. Nadie los molesta y tampoco ponen en peligro su vida, porque el agua no es profunda…

 

…Bueno… esto sucedia en la Buenos Aires de hace apenas 46 años atrás.

 

 

Foto del fotógrafo  De Mori (La Nación) obtenida el 23 de enero de 1967.

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¿El fin del libro?

Demostrando que no hay nada nuevo bajo el sol, rescatamos este viejo artículo de La Nación, publicado el 9 de septiembre de 1971, en el que ya se registraba el preanuncio del fin del libro, en este caso, desplazado por el todavía novedoso videocassette.

Lo rescatamos porque aún hoy, más de 40 años después, el final del libro es vaticinado por los defensores de los nuevos soportes digitales. ¿Quién tendrá la razón sobre este tema? ¿Será el libro de papel, simplemente un item del pasado? Como no nos gusta ser agoreros, y amamos el papel (y el libro que podemos tocar, y hasta oler en su encuadernación), esperamos que estos títulos periodísticos no sean más que una burda apuesta futurista.

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El éxodo porteño de 1964

Buenos Aires, calor y una preocupación para seis millones de porteños: escapar”. Así comenzaba la nota publicada en el suplemento huecograbado de La Nación del Domingo 19 de enero de 1964.

Parece que en el verano de ese año se produjo un verdadero éxodo de la ciudad. Según el artículo en cuestión no importaba la manera de huir de Buenos Aires, ni tampoco el destino final. Sólo se trataba de alejarse, para descansar del tan asfixiante trajin de la gigantesca urbe de cemento.

Los invitó que a continuación lean la nota publicada en aquel entonces.

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Martín García un isla con mucha historia

Es difícil resumir la historia de la Isla Martín García, ya desde la lejana fecha de 1516 cuando Juan Díaz de Solís la bautizó con el nombre de su despensero. En 1851 Domingo Faustino Sarmiento desembarcó en la isla y escribió en una roca Argirópolis, (Ciudad del Plata), pensando que ese sitio era el lugar ideal para erigir la capital de los Estados Unidos de América del Sud. Algo con lo que el soñaba.

Antiguamente se encontraba en la isla una importante cantera, donde los presos extraían el material para empedrar las calles de Rosario y Buenos Aires. En 1895 Rubén Dario durante una breve estadía compuso allí la famosa marcha triunfal.

Para alimentar la imaginación los habitantes recuerdan que la isla tuvo su propio pirata: en 1582 el corsario ingles Eduardo Tenton, quien intentó desembarcar allí. Fueron varios los que quisieron apoderarse de la isla. Ya Guillermo Brown en 1827 la defendió con su escuadra y la fortificó estableciendo su base de operaciones durante la guerra contra el Brasil.

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¿ La primera paseadora de perros?

Hace muchos años, Octavio Hornos Paz, un gran periodista de este diario (poseedor de una cultura verdaderamente enciclopédica y una contundente humanidad que nos hacía recordar al gran Chesterton) nos decía que en lo posible, como redactores, debíamos olvidarnos de insistir en las notas que señalaban al primero en haber hecho tal o cual cosa, haber logrado alcanzar tal o cual récord, o haber cumplido tal o cual hazaña.

“Nene –nos decía por entonces, cuando nos merecíamos ese término- hay que evitar ese tipo de comentario enfático y definitivo. Siempre hay alguien que hizo algo importante antes del que se atribuye el récord, o la hazaña, y por supuesto, estará dispuesto a mandarnos una carta de lectores para corregirnos”.

Dando la razón el querido amigo Hornos Paz, descubrimos hoy en un ejemplar del diario del 15 de octubre de 1967 la reseña de varias jóvenes que se ofrecían para pasear perros en el área de Barrio Norte. Un oficio insólito por entonces, que en la actualidad no asombra a nadie.

Registrando entonces que La Nación ya mencionaba la existencia de paseadoras de perros a fines de los años 60 (pero a la vez recordando al bueno de Hornos Paz, sin atribuirles ninguna prioridad en el asunto), compartimos con los amigos del Archivoscopio esta curiosa nota publicada por La Nación en su ya lejana edición del 15 de octubre de 1967.