En París se maneja en metro. Le llama la atención cómo los pasajeros se empujan entre ellos cada vez que entran o salen de los vagones. Dice que, en Buenos Aires, si alguien empuja así “se agarran a piñas”. No entiende si se debe o no dejar propina. Sabe que aquí el “servicio” está incluido, pero él viene con la costumbre porteña. La comida francesa le gusta. El queso brie y las baguettes. Toma cerveza, así que el vino francés no está entre sus preferidos. “Donde comas, comés bien. Los productos tienen sabor”. La idea del encuentro era que recomendara algunos paseos parisinos. Al menos los que a él le gustan. Dice que no conoce tanto la ciudad. El París de Fernán Mirás son los museos.
Le gustan los museos. El Louvre, en particular. La primera vez que vino a París fue hace ocho años. En una semana, lo visitó tres veces. Es actor, pero estudió Artes Plásticas. El interés se mantiene vigente. Y la oferta parisina es fascinante. Puede pasar horas paseando por las salas del Renacimiento italiano. En esa oportunidad estaba de viaje con su mujer, que en ese entonces era su novia. Dicen que París es una ciudad romántica. Ella lo acompañaba a todos lados. Incluso cuando él se quedaba veinte minutos contemplando un cuadro. Incluso cuando él lloraba frente a una obra.
Esta vez, Fernán Mirás vino a París por trabajo. Dos semanas. Es su segunda vez en esta ciudad. Estuvo actuando en una de las dos obras de Daniel Veronese que se presentaron aquí, en el Théâtre de la Bastille, en el marco del Tandem París-Buenos Aires. Y durante el día tuvo el tiempo para dar unas vueltas. Se siente un turista en esta ciudad. Volvió al Louvre. Esta vez le dedicó sólo un día. Aprovechó además para visitar la casa donde Claude Monet vivió durante 43 años, en Giverny (a una hora de París), y el lugar donde Vincent Van Gogh -su pintor favorito- vivió sus últimos dos meses de vida, en Auvers sur Oise (a 30kms de París). Allí pintó más de 70 cuadros. Descubrir los paisajes que lo inspiraron y revivir, mediante las cartas que le escribió a su hermano Theo, sus últimos días antes del suicidio, fue muy emocionante. Fernán conoce todo sobre la vida de su pintor favorito.
París le parece una ciudad “bella”. Le gusta su arquitectura. Pero ama Buenos Aires. Se siente muy porteño. Esta vez, los paseos por los museos fueron más solitarios. Su mujer no estaba, y el resto de los actores no está tan enamorado como para seguirle el ritmo. Ellos también tendrán sus propios intereses a la hora de visitar esta ciudad.