La Real Academia Española contraataca

Si ya leyeron el artículo que hoy publicó La Nación sobre mi visita a la Real Academia Española, -incluida la “frutilla del postre” que es la entrevista con su director, José Manuel Blecua- y se quedaron con ganas de saber más, los invito a que vean y escuchen dos pasajes salientes de la conversación que tuve el honor de mantener con este buen hombre, en las mismísimas entrañas del Palacio de la Lengua (sí, ya sé, la denominación elegida por mí para no repetir “Real Academia Española” en el mismo párrafo es análoga en gusto a El Emporio de la Pizza o a El Reino del Rulemán… pero no me digan que carece de una reminiscencia chic).

En definitiva, estos son los dos videos que tengo para compartir con ustedes… y en el caso de que acumule dos o más comentarios en este post de personas que quieran ver más fragmentos, mañana mismo se los subo:

1) El director de la RAE y la “muerte” de la Sicología



2) Blecua y la gente que ahora escribe más que antes

Como habrán notado, el primer tema no pudo ser incluido en la nota de la edición impresa por falta de espacio (“redactar es reducir”, decía uno de los profesores que tuve… y yo en esta nota me sentí un jíbaro) y el segundo es una ampliación de la respuesta publicada.

Sin embargo, y como les dije antes, también tengo opiniones sobre la supuesta “declinación” del idioma y sobre las próximas publicaciones de la RAE, entre otros temas. Así que, ahora, me voy a cruzar de brazos, voy a levantar el mentón con un dejo de soberbia -a lo Robbie Williams- y esperaré, sin temor a acalambrarme, una explosiva manifestación de clamor popular por más y más conocimientos…

Hasta el próximo post… que será cuando ustedes quieran (qué lindo es ser demagogo)

PD: Si todavía no tuvieron oportunidad de ver el post anterior, con imágenes del edificio de la Real Academia y conceptos de su director sobre La Nación, no tienen más que hacer clic sobre estas palabras. Abrazos por aquí y por allá.

Un paseo por la Real Academia Española

Esta semana me pude dar uno de los grandes gustos que siempre estuvieron en mi lista desde que llegué a España. Sentí, desde siempre, la necesidad de ver dónde se encuentra, cómo es y cómo funciona la Real Academia Española… esa misma que enervó a cientos de lectores que leyeron alguno de mis artículos sobre las reformas y propuestas incluidas en la nueva edición de la Ortografía. Pues bien, el martes me hice presente en la elegantísima sede de la RAE, que fue inaugurada en 1894 y si no conserva el esplendor de entonces, estoy seguro de que lo ha mejorado. Pero no quiero entretenerlos más: espero que disfruten del paseíto que hice con mi cámara por los interiores de este palacete madrileño. Eso sí: por favor traten de mirarlo hasta el final, donde, luego del resumen de la recorrida, encontrarán un fragmento de la entrevista que le hice al director de la Academia, José Manuel Blecua, quien le dedicó unas palabras a sus experiencias como lector de La Nación en las décadas de 1940 y 1950. He aquí el video:

Esta es sólo la primera entrega. El fin de semana, probablemente el domingo, serán publicados aquí los pasajes salientes de la entrevista con el titular de la RAE. Allí, con la nota que adjuntará esa producción audiovisual, les contaré todo lo que pude averiguar sobre este lugar donde se reguló buena parte del destino de nuestra lengua en los últimos 3 siglos… Hasta muy pronto… y si alguien descubre el tema que elegí para musicalizar el video (no vale usar el Shazam!, no se hagan los piolas) y me explica a qué serie pertenece, ser harán acreedores a un viaje en el metro madrileño -los que viven acá- que me está sobrando de mi ticket de 10. Pero los que están allá no desesperen: también tengo un Subtepass en la billetera, medio arrugado en una punta, pero que puede servir. Y si son del Interior… bueno, lo usan cuando viajen a Buenos Aires… Nos vemos el domingo.

¿¿¿Por qué dicen "vale" en España???

Los argentinos que se empecinan en describir a España como un país de costumbres conservadoras nunca dejan de remarcar que en este país “aún se les sigue poniendo a los chicos los nombres con los que nuestros padres y abuelos bautizaban a su descendencia en la Argentina hace 30, 40 o 50 años”. Y es cierto: aquí, entre los más pequeños, abundan los Pedros, los Alfonsos, los Juanes, los Pablos, los Manueles y hasta los Josés. Nada de Lautaros, Nahueles, Lisandros, Félixes ni Francos (estos últimos, menos que menos, aunque por otras razones tan obvias como urticantes).

No obstante, entre las chicas, hay una excepcón. Porque por más que las Anas, las Marías, las Elenas, las Gemas también certifican que se siguen poniendo nombres que en la Argentina se usan cada vez menos, hay un nombre en esa lista tradicionalista que nunca encontré hasta ahora. No pude hacerlo ni entre las niñas, ni entre las jóvenes… ni, tampoco, entre las mayores. Y ese nombre es Valeria.

Yo tengo una modesta hipótesis para explicar esta ausencia: que cualquier mujer con ese nombre está condenada a sufrir una fractura de cuello de tanto darse vuelta al creer ser llamada. ¿Como evitar esa actitud en una población que a cada rato dice, grita, susurra y gruñe “Vale, Vale, Vale” por cualquier cosa? (Los que se sientan asistidos por la más profunda -y legítima- de las iras y quieran aplicarme un mamporro por este chiste, por favor ahórrense el trabajo: hoy, en mi matinal andar descalzo, me apreté el dedo pequeño del pie derecho con la puerta de la cocina, al querer cerrarla. ¿Hay, acaso, algún dolor más estúpido y molesto que ese? Cuento, entonces, con su compasión…).

No obstante, y volviendo al famoso “vale” que tanto escuchamos en las películas, series y calles de “endeveras” españolas, siempre me interesó saber cuál es el verdadero origen de esta expresión que equivale a decir “de acuerdo”, pero con un interesante ahorro silábico.

Hasta ahora, las explicaciones que escuché fueron básicamente tres:

1) El mito urbano: Desde que se empezaron a doblar las películas de Hollywood, se hizo necesario traducir el “OK” tan reiteradamente pronunciado por los actores estadounidenses. Y, como la expresión “de acuerdo” era demasiado extensa para hacerla coincidir en el doblaje con el movimiento fugaz de las bocas de los intérpretes, los dobladores empezaron a traducir con un “vale” a aquella expresión del inglés americano que aún en la España de hoy casi no se utiliza. Pero para mí esta versión chapotea, porque, a pesar de que esta es la hipótesis más difundida, yo no escucho que los españoles -ni los latinoamericanos, en general- estén diciendo “¡caracoles!”, “¡rayos!” y “¡zambomba!” por más que lo hayan escuchado decenas de veces en los doblajes de las producciones extranjeras de cine y televisión…

2) La muletilla: Otros, más intuitivos, se inclinaron por explicarme que es un vicio de dicción, semejante al “hala” (que aquí también se utiliza mucho) e incluso el “tal” de ¿Qué tal?, que por si mismo no significaría nada. Esta interpretación me convence más, porque, después de todo, nosotros decimos “dale”, pero su condición de inflexión del verbo “dar” está presente en muchos de sus usos.

3) La literaria: en un foro de Internet, donde varios navegantes (¡qué noventista suena esa expresión!) debaten este mismo tema, uno de ellos alude a su uso en El Quijote de La Mancha. En la piedra angular de la literatura española, Miguel de Cervantes utiliza esa expresión con una acepción que coincide con la actual… y es nada menos que la palabra final de la obra.

Y hasta ahí llegó mi petit investigación. ¿Cuál les parece a ustedes que es la más creíble? ¿Conocen alguna teoría más? Mientras ya me dispongo a esperar sus respuesta, me voy a aprestar a ponerme la campera proque me tengo que ir a tomar el colect… digo, el autobús, aunque antes de despedirme quiero compartir con ustedes lo que es la típica espera en una parada de colectivos hi-tech madrileña, en la que uno nunca se siente solo. Porque, en esta ciudad, las paredes pueden no hablar, pero las paradas, sí. Miren y escuchen, si no:

Nos vemos pronto. ¡Vale!, ¡Venga! y… ¡Hasta ahora!

Desodorante se busca… y se agradece

Sin ruidosLas maniobras de distracción -esas “cortinas de humo” que tanto vemos los argentinos en todos lados- suelen alcanzar su máxima densidad cuando los problemas duelen demasiado. En ese sentido, la España de hoy es un campo fértil en este tipo de reacciones: si se da a conocer el dato de que el país alcanzó el número máximo de desocupados de la historia (casi 4,7 millones de personas), nunca puede ser el mejor momento para hablar de otro tema menos doloroso, pero igual de preocupante, como el de la necesidad de que los que sí tienen trabajo tengan que hacer aportes durante 38,5 años de su vida para poder cobrar la jubilación en tiempo y forma. Que también es un problema, sí, pero de una calidad superior y una urgencia inferior al que ha reflotado el fantasma de volver a ser, hoy por hoy, el “vagón de cola” de las economías de la Unión Europea.

Pero también hay otros niveles de discusión, quizá menos serios y más cotidianos, donde el grito del tero se escucha con frecuencia. Y aquí, por supuesto, aparece uno de mis temas favoritos por estos días: las consecuencias de la irrestricta prohibición de fumar en espacios públicos cerrados, que ya cumplió un mes de vigencia. Porque, además del gobierno municipal madrileño -que como se ve en la foto que acompaña a estas líneas, impulsó una campaña paralela para promover la reducción de ruidos… así, en una de esas, no nos acordamos más del humo del tabaco- son muchos de los propios ciudadanos asiduos a bares y restaurantes los que también buscan distraer, distraerse y, sobre todo, desentenderse de este nuevo ambiente que reemplaza a su mundo perdido. Que por momentos alcanza, claro está, el status de paraíso perdido.

Por eso quisiera compartir con ustedes lo que me sucedió en mi visita promedio al bar de una esquina promedio en mi encuentro con un madrileño más o menos fumador promedio, mientras intentaba yo pellizcarme a escondidas para convencerme de que ahora sí ninguna emanación de pitillo iba a arruinar a los apetecibles pinchos de tortilla y bocatas de jabugo vistosamente dispuestos sobre la barra.

Madrileño Más o Menos Fumador Promedio: Jo… Esto va fatal. Yo, si fuera el dueño de un bar estaría más deprimido que encuesta del PSOE…

Adrián Sack: ¿Por qué?

MMOMFP: Pues, por lo que ves: la gente ya no se queda tanto tiempo en el bar, y consume mucho menos. Si te fijas bien, todos están mirando hacia la puerta. Afuera hace frío, mucho frío, pero es donde mejor se está, ya que allí se puede fumar, y aquí… aquí sólo se pueden contar los minutos para salir mientras se sufre una caña. Porque ya no se disfruta la cerveza, sino que se sufre.

AS: Vamos, usted porque es fumador. También tiene que pensar que mucha gente no fumadora a la que antes ni se le hubiese ocurrido entrar a este lugar, ahora por fin puede venir. Esto ya no apesta a humo…

MMOMFP: ¡Pero… qué dices! Desde que no está más el humo, ahora se huele todo lo demás que antes no se olía: sudores corporales de todo tipo, el desinfectante con el que el tío de este bar lava los pisos, los excrementos que dejan las alimañas debajo de las máquinas de hacer café, la pestilencia del frito de los churros, la mugre de los vidrios. Pues, todo…

AS: Yo creo que todo eso ya estaba antes… y el humo del tabaco no lo evitaba, sino que lo tapaba. Lo que hay que hacer, en todo caso, es mejorar la higiene de algunos lugares y algunas personas, ¿no?

MMOMFP: Hombre, no pidas demasiado, que esto es un bar, no un hospital. Lo que nos queda es dejarle en claro a las autoridades que esta medida de no permitirte fumarte un cigarro en cualquier lado es para fanáticos, no para la gente real. Tendría que haber bares para fumadores y no fumadores, y el que quiera uno o quiera otro… ¡pues, que lo elija!.

AS: ¿Y qué pasaría con los empleados de sus hipotéticos bares de fumadores, que tendrían que volver a aspirar el humo de los cigarrillos durante toda su jornada laboral?

MMOMFP: Pues, que contraten empleados fumadores, y ya. Hay que terminar con esta hipocresía.

AS: ¿Qué hipocresía?

MMOMFP: La de los políticos, de querer darnos el ejemplo de una vida sana mientras la mayoría de ellos son fumadores. Yo, cuando haya una manifestación contra esta ley absurda, allí estaré, adelante. Y mientras ese momento llega, voy a seguir frecuentando un grupo en Facebook que mola mogollón. Se llama “Gracias a la ley anti-tabaco, ahora necesitamos una ley anti-sobaco”. Entra ahí, que fliparás

Salí del bar, y entré a Facebook. Y tanto en aquella salida como en esa otra entrada, me hubiese gustado ser un personaje de Condorito, para poder tener la virtud expresiva de desmayarme con un “¡Plop!” en el último cuadrito…

La muerte de Borges: intimidad de una decisión

Más allá de que en la entrevista publicada por La Nación el domingo último incluí algunas frases de María Kodama sobre la decisión de Jorge Luis Borges de morir en Suiza, las obvias limitaciones de espacio que impone la edición impresa -junto con la gran variedad de temas abordados en la conversación- me impidieron incluir detalles del relato de la viuda del escritor sobre los últimos días de su efímera vida como esposo. No obstante, la respuesta al por qué de esta siempre comentada decisión de Borges la podrán encontrar aquí, con el testimonio más íntimo que podría existir:

Con este video concluyo, entonces, la serie sobre María Kodama en Madrid.

Gracias, estimados lectores… y hasta el próximo blog, siempre.

¡No! María Kodama no engordó…

Entre la oleada de comentarios que recibí por la entrevista que le hice el sábado a María Kodama,  -y que publicó La Nación el domingo- hay uno que se repitió bastante, en especial por parte de las lectoras mujeres. “Se la ve muy bien a María Kodama… elegantísima, como siempre. Ahora… ¿no está un poco gordita?”, coincidieron ellas tras ver el video que mandé para complementar la nota de la edición impresa. Y aquí, debo aclarar algo con suma urgencia: Kodama está igual que siempre, sólo la “engordó” mi urgentísima edición del video, en la que, luego de haber empleado una cámara nueva para la entrevista, no logré impedir que saliera más “achatada” que de costumbre por las bandas negras de la pantalla. Y sí… alguna vez me iba a pasar, y me tocó un sábado a la noche, con poco tiempo para editar y corregir el material grabado ese mismo día… y con un artículo del doble de extensión de lo habitual para mí aún por delante, con apenas dos horas de margen para su entrega.

No obstante, siempre hay tiempo para adelgazar… digo, para rehabilitar la verdadera imagen de las personas, y de mostrarla tal como la vio mi cámara antes de que el traicionero software la aplastara. Por eso les aconsejo que miren este segundo video- con material inédito- que sigue a continuación, donde, por debajo de la superficie de aquella observación pueril, tenemos más para escuchar de la siempre interesante viuda de Borges. Sobre todo, de las alusiones tinellescas que ella hizo y que más de un lector prefiere creer que las inventé, sugerí o induje yo:

Nos vemos pronto… y si más de dos seguidores lo piden, mañana habrá Kodama 3. Si no, seguimos con las fotos de Madrid.

Vamos, que ustedes tienen la palabra… y el mouse para decidirlo.

Messi no come panqueques

Mis días como enviado especial a Barcelona -donde me deshice los puños de pegarle al muro del secreto de sumario judicial en el caso del Narcojet argentino- no me dejaron tiempo de sobra ni para mirar de reojo a las inconclusas agujas de la ahora basílica de La Sagrada Familia. No obstante, en una de mis corridas entre  la Ciudad de la Justicia, mientras esquivaba peatones por el Passeig De Gràcia, el que alcanzó a mirarme -y no de reojo- fue Lionel Messi.

Claro que no se trataba de su versión humana, sino de una curiosa caricatura suya con la que hicieron el imancito turístico de resina que ya está pegado en la puerta de la heladera de mi casa madrileña, como pueden ver acá:

Messi llegó a casa

Si observaron bien, habrán notado que tiene una “lesión” en la oreja derecha, producto de una caída accidental desde mis torpes manos que, además, en ese momento estaban apuradas. Pero él, igual, siempre parece ser y estar completo… tanto como el de carne y hueso, que luego de recibir el Balón de Oro al mejor jugador del planeta y sus alrededores, debió soportar una andanada de críticas insólitas por parte de la mayor parte de la prensa española. Y digo inédita porque hasta Ana Pastor, la coqueta conductora del programa matinal Los Desayunos, de Televisión Española (TVE)-a quien nunca le escuché hablar de fútbol- se quejó de que el premio no fue a parar a las manos de los otros ternados de la selección campeona del mundo.

Es decir, que lo que me tocó oír el día de mi regreso de Barcelona -porque doña Pastor no fue la única, por supuesto- fue geométricamente inverso al diálogo que me tocó mantener con el futbolero español promedio, que, palabras más, palabras menos, siempre fue así hasta la entrega de este premio:

Futbolero Español Promedio: Qué jugador de la leche que es Messi, nunca he visto nada igual, ni en la época de Maradona…

Adrián Sack: Psé…

FEP: El Barça tendría que erigirle un monumento… aunque -acá fruncen el ceño- hay algo que no termino de entender…

AS: ¿Qué?

FEP: ¿Por qué no le queréis a el Pulga en la Argentina? ¿Cómo es posible que un jugador con ese regate, con esa puntería para chutar a portería, con este estilo y esa estampa… ¡jolín! Que no lo entiendo (y acá es cuando abren oídos y ojos con un dejo de morbo ante la posible contestación indignada).

Pero admito que mi respuesta, ante el enigma ibérico -que en este caso no parte de premisas ciertas, porque la mayoría de los compatriotas que conozco lo adora… a excepción de los hinchas de Estudiantes de La Plata- nunca tuve una respuesta estandarizada. A veces era porque tampoco yo entendía las diferencias entre su rendimiento en la selección y en el Barcelona, y a veces, también porque nunca vi que jugara realmente mal en la selección.

Sin embargo, el día posterior a la entrega del Balón de Oro, el morbo lo tuve yo.

Adrián Sack: ¿Cómo puede ser que el mismo jugador que era un ídolo de la Liga española incomprendido por las fanáticas mentes argentinas ahora pase a ser el ogro que sólo ganó el premio al mejor jugador el año por culpa de un sistema de votación que ahora “permite la participación de personajes de pequeños países que nadie sabe dónde quedan en el mapa”, como mencionó un importante diario local?

Aunque mi diálogo, esta vez, sólo alcanzó el umbral del efímero monólogo. Por suerte, no me encontré con el Futbolero Español Promedio de nuevo, porque si hay algo sobre lo que detesto discutir, es sobre fútbol. Pero, si me lo llego a cruzar, me encantaría recordarle que en los países más pequeños, también tienen televisores: los mismos con los que vieron ganar el Mundial a España con un gol de promedio por partido -aunque con justicia- y los mismos con los que están viendo a un delantero que, semana tras semana, viene jugando y haciendo goles como para llenar las páginas del manual del futbolista ideal.

Y lo digo yo, que vengo del país donde protestan porque Lionel Messi no recuerda bien la letra del Himno Nacional, pero donde tampoco se repara que, a pesar de que está en Barcelona desde hace una década, no perdió ni una coma de su tonada argentina… ni rosarina. He conocido tantos y tantas que por estar 4 meses paseando por Puerta del Sol y Vallecas ya te hablan de “tú”, pasan a usar el “fatal” y el “fenomenal” para referirse de su estado de ánimo, o hablan por el “móvil” para invitar a sus amigos a “irse de tapeo”… que Messi, al lado de todos ellos, ya no es que parezca sólo un patriota argentino: es la bandera de ceremonia que camina. Y que, por suerte, además juega y que hace unos goles bárbaros.

Pues… qué guay.

Madrid, ¿cuna del calzado antiperonista?

Mis queridos lectores de este blog me enviaron bastante material en las últimas semanas, que por distintas razones no alcancé a publicar. Pero empecemos a hacer justicia justicialista… bueno, o precisamente de ese color partidario. Porque el fan de “Vivir en Madrid”, Esteban Marelli, asegura haber encontrado en la zapatería de un shopping del elegante madrileño barrio de la Moraleja -que compite en elegancia con el de Puerta de Hierro, donde supo alojarse el General Perón- el calzado presuntamente diseñado para competir con las célebres alpargatas peronistas. “A mí me resultó sospechosa la marca de esos zapatos, pero terminé de convencerme de que se trataba de una maniobra política de cierto sector de la sociedad argentina cuando vi, en el mismo anuncio, el año en el que empezaron a fabricarse”, razona el irónico Esteban, quien quiso compartir con ustedes una instantánea de su histórico hallazgo:

Calzado antiperonista

En tanto, Josefina Iraola nos manda desde Ciudad Rodrigo una imagen que podría inspirar -aunque no de la mejor manera- a las tabaquerías que se sienten perseguidas por la nueva ley libre de humo que rige desde el 2 de enero pasado. “Yo tengo miedo de que las casas de venta de tabaco encuentren rebusques como este”, dice la joven, mientras se restriega los ojos ante el local de la foto:

Almacén drogui

No menos preocupada la noté a Ángeles Somoza, quien cuando salió de compras se encontró con una sorpresa que no le agradó. “Yo siempre tuve pánico de encontrar una cucaracha en mi comida… pero no menos repugnancia me produjo que un supermercado quisiera venderme ciruelas hechas con células animales”, dice, añorando los tiempos en que esas frutas traían carozos en su interior:

Ciruela ósea

Empezamos el año a pura denuncia… y si quieren continuar la onda expansiva, por favor no dejen de mandarme sus hallazgos a mi dirección de correo electrónico: Asack@lanacion.com.ar , o a mi cuenta twittera, @AdriSack.

¡Salud y euros!

FELIZ AIRE NUEVO

Hoy es un gran día para España: al fin, entró en vigencia la ley nacional que prohibe fumar en todos los espacios públicos de este querido país… y esto incluye los bares, restaurantes, negocios y, por supuesto, el hasta ayer pestilente aeropuerto madrileño de Barajas, donde existían abundantes cubículos llamados “puntos de fumadores” que, llamativamente, no tenían puertas y obligaban a los pasajeros no fumadores que formaban las filas para esperar sus vuelos en el preembarque a respirar los residuos de sus vicios.

Pero ya nada de esto se podrá hacer a partir de ahora, con lo que se abre una gran oportunidad para poder disfrutar aún más, por ejemplo, la riquísima variedad de sabores de la gastronomía ibérica en los restaurantes que antes reservaban sus mejores espacios para los fumadores. O también de los bares del centro madrileño, donde el vaho y la bruma del tabaco nos avisaba a los orgullosos intolerantes del egoísmo y la prepotencia que no éramos bienvenidos. Pues bien, esa era ha terminado… y yo, que todavía no he salido a la calle hoy, admito que no voy a durar mucho tiempo más sin hacerlo: estoy como los perritos que quieren salir y corren y saltan por los pasillos de su casa, con la correa entre los dientes y esperando que los demás miembros de la familia se terminen de “aprontar” (como dicen en el litoral argentino) para iniciar la recorrida. Quiero ver con mis propios ojos y oler con mi propia nariz a esta nueva España, que por fin recibe una buena noticia… a pesar de que los defensores de uno de los más torcidos de los derechos sigan con su pataleo, como el que me tocó leer en este cartel:

Fumadores rebeldes

Saludos, salud y… feliz aire nuevo para todos. Aunque yo, todavía, debo oler para creer…

Un abrazo.

Los españoles enlatan su festejo

Nochevieja Nochenueva Si algo me llamó la atención en los festejos del Año Nuevo madrileño (este es el tercero que me toca vivir en forma consecutiva) es que no es tan común encontrar las famosas uvas que deben comerse de a una y en simultáneo hasta contar una docena con las campanadas que preceden a las 0 horas del año a estrenar. ¿Y por qué es difícil? No porque la tradición haya expirado, sino porque se ha reconvertido: ahora, lo más habitual y práctico es comprarse una latita -como la que gentilmente muestra la mano de mi esposa en la foto- que ya viene con las doce uvas contadas, peladas y sin semillas, absolutamente listas para ser consumidas con el único traspié posible para el que celebra de cortarse los dedos con los bordes generalmente rasposos de la lata.

Pero más allá de la anécdota, lo que más quería compartir con ustedes es mi deseo de que tengan un 2011 mucho más lindo del que imaginan…

Un fuerte abrazo desde Madrid

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