Pero cuando yo ya me imaginaba a este caballero como un viejo soldado de la causa republicana, un par de palabras mÃas bastaron para que la situación cambiara de inmediato. En pocos segundos, adivinó mi acento y se despachó con un increÃble popurrà musical criollo… que no muchos en la Argentina, creo yo, podrÃan hacer de memoria:
Les escribo con la letra casi borroneada por el apuro, dado que estoy cerrando un artículo importante para la edición de mañana.
Pero lo hago porque no quería dejar pasar la oportunidad de compartir con ustedes mi diálogo de esta mañana con el colega Facundo Pastor, en su programa “Foja Cero”, que es transmitido los sábados de 8 a 10 de la mañana por AM La Red.
Quise armar un videoclip super express con algunas imágenes que yo había tomado, pero por apurado salieron mal comprimidas… así que les recomiendo que se concentren más en el audio que en las imágenes de este video que les paso a continuación, y que pudo ser hecho gracias a la gentileza de la productora Soledad Guillén, que me envió con celeridad y presteza los archivos de audio de nuestra conversación.
He aquí el videíto:
Gracias y un fuerte aunque atolondrado abrazo desde Madrid
En mi reciente visita a Buenos Aires, no podía dejar de ver los vagones de la línea B de subterráneos -esos colorados que importamos reciclados de Japón hace poco más de una década- sin que dejara de herirme la misma queja. No necesité ponerme en el odioso traje del periodista golpeamesas para sentirme indignado por la pavorosa roña que opaca a los portaequipajes transparentes, a los vidrios o, peor aún, a las paredes exteriores de los coches. “¿Tanto cuesta una hidrolavadora para un sistema de subterráneos urbano… o, aunque sea, pasarles un trapito húmedo día por medio?”, resoplaba mi bronca… hasta me acordé de que en la Argentina sigue proscripto el uso de una palabra que es muy mala para muchos: mantenimiento. Porque, claro, siempre la culpa es del “vandalismo” o de la “mala educación” de la gente que vive en “stepaí”. Este país, claro, como si no fuera nuestro…
De todo eso me acordaba ayer, cuando me tocó convivir con la marcha madrileña de los “Antisistema”, un nutrido grupo que se define heterogéneo pero que profesa a través de cánticos, banderas y pancartas su ateísmo combativo y militante, y que porta enseñas de estados fósiles como la Unión Soviética y la Segunda República Española. ¿Y qué tiene esto que ver con el recuerdo de mi querido y muy tomado subte B? La manifestación, en sí, nada… pero el ejército de camiones y personal de limpieza que dejó limpio el lugar de botellas, papeles, colillas de diversa calaña, pancartas desechadas y otros desperdicios dejados atrás por los 25.000 manifestantes domingueros, mucho. Y acá no hay “Primer Mundo” que valga, con cuentas en rojo y empleo faltante (y mucho), lo que marca la diferencia… es la actitud.
Los invito a ver el videíto de mi contrastante experiencia:
En este enésimo regreso a la Argentina -que aún me retiene en Buenos Aires- descubrí, como en cada uno de mis regresos, algo que para mí es nuevo pero que, para la inmensa mayoría de ustedes es una obviedad. Así que me voy a poner en la piel del periodista golpea-mesas y maltratador de personas (entrevistados y aludidos) que tanto rating suele dar por estas tierras, y les voy a preguntar: “¿Qué es esto de adaptar programas enteros de televisión -no ya formatos, sino libretos completos- y hacérselos interpretar a artistas nacionales que bien podrían representar obras de guionistas y/o libros argentinos y nuevos, que no deben faltar? ¿No somos, acaso, exportadores de ideas televisivas, eh?” (en el “eh” pongo cara de enojado y luego miro para abajo. Luego la imagen pasa a un fundido en negro).
Ahora que se me pasó la bronca -porque las preguntas retóricas estériles suelen ser mi cable a tierra- quiero compartir con ustedes un ejemplo contrario al caso que acabo de citar, aunque en el rubro alimenticio… y que me traje bien guardado en la valija: se trata del exitoso paso de la representación argentina por el madrileño mercado de San Miguel, donde durante tres meses se vendieron innumerables alfajores y confituras argentinas… y tal fue el suceso de estos, nuestros representantes, que ese transitadísimo lugar va a volver a tener un puesto similar a partir de octubre.
No obstante, sobre este reciente “hit” les dejo este video, que, naturalmente, es una nueva producción de Altas Definiciones:
Si se tentaron, aprovechen los que están (estamos) en la Argentina, que en este terreno no hay nada que envidiarle al “tapeo”…
Los desasno -verbo que no existe, por burro, pero que se entiende- sobre el título, que tiene un significado doble:
1) Este blog no tiene fronteras geográficas porque seguiré haciendo algunos posts estos días, aunque esté en estos momentos de vacaciones en mi querida Buenos Aires.
2) Este blog no tiene fronteras mediáticas porque unos pocos días atrás me pude dar el gusto de hablar de este espacio y de los temas que tratamos aquí con don Víctor Hugo Morales, quien hizo una emisión especial de su programa radial de radio Continental en los estudios de Cadena Ser en Madrid. Los invito escuchar este fragmento de nuestra conversación, que fue merecedor del siguiente comentario -entusiasta y estimulante- de mi ingeniera mujer: “ustedes los periodistas sí que tienen el admirable talento para hablar 7 minutos seguidos sin decir absolutamente nada…”:
En mi viaje de regreso desde el Santiago Bernabeu tras el superclásico de ayer, a bordo de un vagón de la línea 10 de un metro madrileño cargado hasta el tope de hinchas merengues y culés, (y muchísimos extranjeros disfrazados de ellos) hablando tranquilamente sobre el partido que pasó y los tres que quedan adelante, no pude menos que sacar el “comparómetro” una vez más. Sí, a mí, que como buen argentino, me gusta comparar lo incomparable, vino a mi recuerdo la siguiente escena:
Junio (creo) de 2007. Estaba yo, en una de mis visitas a la Argentina, sentado en uno de los asientos de la estación Avenida de Mayo del subte C, luego de haber salido del A procedente de Primera Junta, donde me había subido tras presenciar el triunfo de mi querido y maltratado Ferrocarril Oeste sobre Tiro Federal (también, creo).
De pronto, escucho el griterío inconfundible de los cánticos de una hinchada de fútbol que provenía desde el mismo túnel por el que había venido yo. Se trataba de un grupo de unos 20 hinchas de Temperley, que también venían de ver otro partido, y regresaban al sur del conurbano bonaerense. Yo no les presté atención, ya que esa tarde no llevaba ninguna camiseta puesta. “Y si la hubiese traído puesta -pensé- igual no hay drama, ya que no recuerdo que haya rivalidad alguna, por lo menos importante, y jugamos en dos categorías diferentes”. Hasta que, súbitamente, la realidad me demostró que tan irracional podía ser mi razonamiento.
Porque, antes de que terminara de pensar eso, un señor de cerca de 60 años, con la camiseta de Temperley, se desprendió del grupo y rengueando, aunque a paso más veloz que el resto de sus compañeros, me tocó la rodilla y me dijo: “pibe, por favor escondé eso que si no los chicos te van a reventar a patadas en el piso”. Yo me quedé mirándolo uno segundos, porque “eso” era un gorrito de tela estilo birrete, que había comprado en la cancha y que en ese momento llevaba trabajosamente plegado sobre mi rodilla.
Todavía no sé si mi reacción de rebeldía o de ignorancia ante ese pedido fue interrumpida por el miedo que sentí en una situación donde no me quedaba más alternativa que perder por goleada, o por la intensidad de la súplica que percibí en los ojos de ese hombre que, después de todo, había esforzado al máximo su tambaleante anatomía para evitar una paliza que no era la propia, ni la de un compañero de hinchada.
Hoy, más allá de ese noble gesto de rescate que fue un destello de luz en la oscuridad de la estupidez que algunos llaman “folclore”, sigo sin entender esa oscuridad. No entiendo por qué es ilógico que no se puedan cruzar dos hinchas de clubes distintos -ya ni siquiera rivales- ni por qué suena impensado que un policía de la montada se deje sacar una foto con la gente.
En fin, antes de que me ponga a golpear el puño sobre una mesa con sobreactuada indignación y seguir haciendo preguntas que empiecen con “no entiendo por qué”, quiero compartir con ustedes este video de la previa del primer Madrid-Barcelona del póquer donde nada -pero nada- ni nadie -pero nadie- haría suponer que el buen señor hincha de Temperley pudiese tener un alter ego aquí:
Pregunta del estribo: ¿Saben qué era lo que promocionaban las chicas que se sacaron las fotos con el caballo de la policía montada? Se trata de algo demasiado conocido en la Argentina, pero no en España… así que espero sus imaginativas respuestas en los comentarios, o bien en Facebook, donde pueden encontrarme por mi nombre… y, si tienen ganas, también por Twitter bajo la no demasiada original denominación de @AdriSack . Y para los más clásicos, aquí tienen mi dirección de correo electrónico: Asack@lanacion.com.ar
Hace varios días que vi este cartel en Castilla La Mancha, y aún no logro resolver el enigma… porque, si los días de luna creciente las españolas se cortan el pelo, ¿los de cuarto menguante se cortan las uñas…?
Alguien que me desasne, por favor… (chistes fáciles -sobre seguir cortándose cosas- abstenerse. Ya se me ocurrieron, claro. Gracias.).
Pero por suerte vivimos en la era digital, y por suerte -o más bien, ya por principio- llevé mi cámara, mi micrófono y mi grabador, del que esta vez se apoderó la traductora para hacer su muy buen trabajo, más allá de que suene extraño, en video, escuchar la voz de este tan espigado como estructurado hacker doblado por una suave voz femenina.
En fin… ¡palabras afuera, que empieza la función!:
Si me lo pide una nutrida multitud -entiéndase por eso, para un hincha de Ferro como yo, a más de 5 personas- voy a prepararles para el finde otro video con más de mi entrevista con este señor “alamán” (como decía el recordado Vicente Larussa), donde, entre cosas, habla del “orgullo” de ser hacker y desmiente lo dicho por una importante personalidad argentina aquello de que los cables de Wikileaks son un “rejunte de chismes de segunda categoría”.
Para terminar, y siguiendo con las citas, les “dejo a su criterio”, entonces, si quieren que haga mi próximo post con este muchacho o si, gracias a su helada indiferencia, me busco otro temita y me hacen sentir como a Johnny Allon y su famoso “¡y cambiame la músicaaa…!”.
El fin de semana último tuve la oportunidad de hacer una escapadita familiar a Segovia, la gran ciudad castellana que no dejaría de visitar todo aquel turista argentino de ley con algo más de unas horas de tiempo en el aeropuerto de Barajas (y algo más de 50 euros en el bolsillo), dado que sus encantos van siempre más allá de los souvenirs “lógicos” que ofrece a través de su bimilenario acueducto romano, la magnificencia de su catedral o la exquisitez incomparable del cochinillo segoviano que sirven en todas las casas de comidas del lugar, ya se trate de fondas o restaurantes de máxima categoría.
Y la prueba de que esta ciudad siempre está dispuesta a darnos algo más la encontré en la coquetísima Plaza Mayor, donde, cerca de su pérgola central, me topé con un grupo de estudiantes de publicidad ataviados con corazones de cartulina en sus cabezas y cantando un tema musical que les va a llamar mucho la atención ni bien lo escuchen en el video que sigue a estas líneas. Por favor mírenlo hasta el final, ya que más interesante que la canción en sí es el origen que le atribuyen estos chicos que pronto publicarán sus propias filmaciones de esta ruidosa experiencia en www.publicatassen.com :
Esta “confusión” -que no es tal- de mi cardíaco interlocutor castellano obedece que el tema “Corazón Contento” estuvo de moda hace ya tres veranos gracias a una remake que se hizo en el programa televisivo español “Operación Triunfo”, la cual tuvo una repercusión tan grande que llegó a transformarse en uno de los ringtones de celular más vendidos de 2008. Pero muchos años antes, en pleno invierno franquista, una muchacha llamada Marisol había importado a España la canción popularizada en la Argentina por el ahora ex gobernador de Tucumán, Senador nacional, candidato a vicepresidente de la Nación y actual rehabilitador de Charly García (miren que hizo cosas, ¿eh?), Don Ramón “Palito” Ortega. Y de ese encuentro entre colosos de la cultura popular y masiva de ambas márgenes del Atlántico queda a mi alcance, por ahora, sólo este video que tiene el sonido fuera de sincronía, pero que igual sirve para entender por qué este hit consiguió brotar de la espontaneidad de los jóvenes un sábado cualquiera de primavera en plena Plaza Mayor de Segovia:
Igual, queridos compatriotas, si se encuentran con españoles que canten “Corazón Contento”, tampoco se copen a invitarlos a animar el fogón, porque tampoco es que van saber las de Sui Generis o Almendra. Quizá, eso sí, alguna de ese verdadero rey paralelo que en España es Andrés Calamaro… pero más allá de eso, el manual del buen argentino recomienda aprenderse alguna de Dyango, José Luis Perales o -si cuesta menos- don Joaquín Sabina…
Con ustedes, las imágenes, las palabras y los duros trazos de esta actualidad española a cargo de Ángel Expósito:
Y ahora espero otro comentario no menos valioso: el de ustedes (ja, ya me siento como el Fernando Bravo de la tele de los ’80… solo me faltó el chistonto, aunque ejemplos de ellos hay en cada post)
Un abrazo desde Madrid y hasta el proximo post, siempre…