Cortinas de humo que apestan

Tabaquismo posta

El crédito de las teorías de la conspiración nunca alcanzará en España los niveles preocupantes que goza en la Argentina, donde más de uno tiene amigos que saben que “todo está arreglado” para que el próximo torneo de primera división lo gane Boca, que tal o cual candidato se imponga en las próximas elecciones presidenciales o que el dólar termine cotizándose a 10 pesos a fin de año.

De esos sabelotodos de peluquería casi no hay por estos lares madrileños, o al menos a mí no me ha sido fácil ubicarlos. Pero sí me cansé de escuchar a los parientes directos de estos personajes, que no paran de hablar de la supuesta “manipulación” que realizarían algunos medios para lanzar “cortinas de humo” capaces de disimular los estragos que está causando la crisis económica más grave que está sufriendo este país desde la muerte de Francisco Franco en 1975.

Aunque, debo admitirlo, a ellos sí les creo: justamente, porque si hay algo que no se puede obviar en esta ciudad son las “cortinas de humo” que trazan -y me atrevo a decirlo, ya que mencionábamos a los xeneizes- la mitad más uno de sus habitantes en edad adulta… y mucho más allá del planeta prensa.

Claro que no son éstas cortinas de humo figuradas, sino bien reales, visibles y, sobre todo, inmediatamente perceptibles por el olfato, que no puede evitar esa violenta irrupción que arruina la promesa de degustar adecuadamente cualquier plato de la variada cocina ibérica servido en bares, confiterías y restaurantes.

En las mejores mesas del interior de esas casas de comidas, y en absolutamente todas las que tienen la mejor vista y la sombra más apacible en las limpísimas veredas de la ciudad, el pequeño edén que todo buen no fumador puede construir al tomar asiento en estos sosegados lugares de Madrid se derrumba, inevitablemente, en cuestión de minutos, e incluso segundos. Basta ordenar la entrada, o esperar el plato principal, para que el chasquido insolente de un encendedor (que aquí responde al químico nombre de “mechero”) termine en producir la célebre cortina, que además es continuada, como si se tratase de una obligación moral tácita, por otros fumadores incapaces de dejar rezagados a sus compañeros de vicio.

Ya mismo me imagino a más de un lector que en estos momentos quiere recordarme que “lo mismo pasa en Buenos Aires” y en otros lugares de la Argentina y el mundo… pero quien ha vivido en esta península, puede responderle por mí que el hábito de fumar aquí bate todos los récords, en especial los cualitativos. En ninguna otra capital de Europa en la que me ha tocado estar, a excepción de Lisboa, he visto que los códigos de los fumadores en los espacios públicos alcance el grado de impunidad conseguido, establecido y consolidado en esta ciudad. No importa que las mesas estén a una distancia de filo de hoja de afeitar, ni que el comensal esté acompañado por niños pequeños, bebés o embarazadas. Ni siquiera, tampoco, que se trate de un lugar donde la estrechez del espacio conlleve serios riesgos para la salud y la seguridad.

Nada de eso cuenta ante la urgencia del fumador español, quien, no obstante, le hará absorber sus humos a quienes los rodean: ellos, con la mano alejada de su propia mesa -no las de los otros- con el cigarrillo, cigarro, cigarrito o habano la mayor parte del tiempo desde que lo encendió, y ellas, con la mano fumadora alzada y el codo recostado sobre la mesa, en una elegante actitud de porta sahumerio humano.

Esas son escenas de todos los días, y de todos los lugares posibles y “visitables”. Por eso, no puedo aún imaginarme qué tan grande será la cuota de ficción tendrá el proyecto oficial que contempla la prohibición total de fumar “en todos los espacios públicos cerrados” del país a partir del 1º de enero del año próximo. Luce como una hermosa promesa de revolución cultural, aunque tan necesaria como difícil de realizar… simplemente, porque las leyes y las revoluciones nunca se han llevado bien en la historia de la humanidad.

A no ser, por supuesto, que toda esta campaña sea una nueva cortina de humo de las autoridades sanitarias… pero, esta vez, de las figuradas.

Bendita rateada: hoy, Valencia

Debo admitir que tardé más de un año y medio en decidirme a descubrir esta ciudad, quizá porque está a mano de Madrid, quizá porque muchos de los argentinos que conozco, y que viven en Madrid, Barcelona y otros lugares de España, por lo general le restaron méritos a la escapada. “Está bien la ciudad, pero las playas no son gran cosa”, o “es un lugar para un fin de semana y nada más” son dos de las frases que rankearon en lo más alto entre las opiniones de mis compatriotas.

Sin embargo -debo decirlo una vez más- me arrepentí de no haber remado contra la corriente. Debe ser porque yo soy de esos que para llevar la contra disfruté mucho más de mis visitas a Rusia y a Alemania que a Italia, un país venerado con y sin razón por la gran mayoría de los argentinos. O debe ser porque las bajas expectativas que tenía para mi excursión potenciaron mi sorpresa. Pero si tengo que ser sincero con ustedes, me encontré con una ciudad que me deslumbró mucho más que Barcelona… y no sólo por la escasa admiración que en lo personal me merece la obra de Gaudí.  Valencia, sin dudas, es una ciudad que lo tiene todo para facilitarle la vida al turista y, por lo que pude ver, también a los residentes: hay muy pocas urbes en Europa que se pueden jactar de tener veredas tan limpias, calles tan bien asfaltadas, con edificios históricos tan bien cuidados y predios de juegos infantiles de primerísima calidad -y variedad- en abundancia, que hacen de la que fuera capital de la España republicana de 1937 todo un placer para pasear en familia.

Y más allá de esta mirada superficial y de primera impresión, puedo decir que es algo más que una injusticia dedicarle tan sólo 3 días de visita a una ciudad que en mi opinión bien debería ser mejor considerada como lugar de residencia para los argentinos que, cuando deciden mudarse a España por un tiempo o para siempre, piensan principalmente en Madrid o Barcelona. Es cierto que no es una capital (o que sólo lo es de la Comunidad Valeciana a la que pertenece) o que no suena tan “progre” mudarse allí como a las inmediaciones del Barrio Gótico… pero sin lugar a dudas en pocas ciudades de su tamaño (el área metropolitana de Valencia tiene 1,8 millones de habitantes, y es la tercera de España) se ha producido una integración tan perfecta entre el casco urbano y sus playas, que en tanto y en cuanto se evite la contaminación visual producida por la vecindad del puerto, son tan agradables para pasar el día como cualquiera de las sur de la península (Costas del Sol y de la Luz) o de la famosa Costa Brava. Y con mayores posibilidades de contar con el respaldo de un buen día de sol, además.

Desde ya, espero poder contarles más en próximas visitas a esta ciudad donde murió el Cid Campeador. Pero, por ahora, como parte de este incompletísimo vistazo, quiero compartir con ustedes una también incompletísima reseña fotográfica que, al menos, puede servir para paladear algunos rinconcitos de esta Valencia tan luminosa e iluminada:

Y por favor no desesperen quienes me han enviado fotos sobre carteles curiosos, que pronto van a ser publicados. Me han mandado hasta muestras de verdadera pornografía verbal (sí, son unos chanchitos) así que me voy a ver obligado a seleccionar cuidadosamente el material. No olviden que pueden seguir remitiendo sus fotos llamativas de España a nuestros ojos criollos a mi dirección de correo electrónico, Asack@lanacion.com.ar , o bien a mi cuenta twittera: @AdriSack . También acepto fotos sobre Valencia, y de parte de detractores y admiradores de la obra de Gaudí. O de cualquier tema vinculado con España, jolín. Os (los) espero.

¡A por el Mundial! (¿Triunfalista, España? No me digas…)

El mejor antes de ganar

La cuenta regresiva hacia el Mundial de Sudáfrica ya se mide en horas, y a la afición futbolera española, lo que más le gusta medirse… es el traje de campeones.

Por estos días, basta con entrar a un supermercado, abrir el diario, encender el televisor o hablar con cualquier parroquiano en un bar para caer en la cuenta, al instante, de que no existe otra foto posible para el próximo 12 de julio que aquella de un colectivo descapotable en pleno desfile por el Paseo de la Castellana con el plantel de “La Roja” (ex “La Furia”) a bordo. Y, por delante de todo y de todos, la copa más linda de todas en las manos, ya sin guantes, de Iker Casillas.

Pero, mientras esa imagen todavía habite el mundo de los deseos más profundos, la industria de la realidad que animamos periodistas y publicistas se encarga de ponerle el marco más optimista al sueño más querido.

Un obvio ejemplo entre muchos obvios ejemplos de este optimismo extremo que me ha tocado ver estos días lo ha aportado la revista dominical del diario El Mundo, que tituló así, en sus páginas interiores, a su artículo de tapa basado en una producción con fotos de las extremidades inferiores de los jugadores rojos :

Optimismo español

Nada de “los pies que se van a jugar el Mundial”, ni de “estos pies tienen hambre de gloria”, ni, menos aún, “les mostramos los pies desnudos, porque el resto no podemos”. No. Acá lo que vale es ir por el Mundial. O, como se dice en España, “a por” el Mundial. Así me lo grabó en el cerebro el cartelito que veo todos los días cuando entro al supermercado de Pinar de Chamartín, mi barrio:

A por el Mudial II

Y ahora vamos “a por” una variante, en la tapa del especial de As sobre el Mundial (con una expresión importada y camuflada de nuestro compatriota Ángel Cappa incluida):

A por As

Sobre este grito de guerra, debo reconocer que es también una cábala para los españoles. Recuerdo que, cuando llegué, se disputaban los Juegos Olímpicos en Beijing, y la principal campaña para alentar a la delegación de este país en China se basaba en un spot televisivo donde los príncipes Letizia y Felipe remataban la arenga con un “A por ellos” que ya pasó a la historia. (Nota: no importó que no funcionara con la candidatura olímpica de Madrid para 2016, ya que, aunque se decía “A por los Juegos”, el slogan oficial era “Tengo una corazonada”… palabra aquella que ahora el inconsciente colectivo les hace evitar a toda costa).

Aunque, también, la euforia previa llega a cruzar, a veces, el límite de lo futbolítico. Aunque sin dejar de lado el mensaje triunfalista, claro:

El Mundo puede

Sin embargo, los que más convencidos están de que España va a ser el nuevo campeón del mundo son los comerciantes. Porque, si bien en Europa no son nuevas y ya son un clásico las promociones que prometen “si el seleccionado de nuestro país sale campeón, te devolvemos el dinero de lo que compres durante el Mundial”, el optimismo desenfrenado que aquí impera sobre las posibilidades españolas ha llevado a algunos a tomar ciertos recaudos. Este es el caso de la cadena Mediamarkt, que promete devolver el importe “en metálico” (efectivo) de cualquier televisor adquirido en sus locales en los días previos al Mundial si España gana la final. Pero, más abajo en el aviso de la promoción -cuya versión gráfica estuve buscando alocadamente desde esta mañana, sin éxito- se aclara, por las dudas que España no sólo debe imponerse en el partido por el título, sino también en los tres primeros del grupo que integra. No vaya a ser que, como todos creemos en esta península, se cumplan todos los pronósticos…

Por último, y para que comparen un poco la “españolitis” que vivimos por acá con la maquinaria propagandística pro-Argentina campeón 2010, les dejo un videíto basado en un tema que suena bastante por acá:

Desde ya, si tienen más material sobre este título mundial que ya ganó España en el futuro cercano, por favor no dejen de mandármelos a Asack@lanacion.com.ar , o bien tutéandome y twitteándome a @AdriSack.

Y aprovecho, también, para agradecerles por las imágenes que me enviaron estos días sobre las “palabras bonitas” que hacen tan deliciosas las diferencias del español en una y otra orilla… y que voy a subir, con mucho gusto, en el próximo posteo.

¡Hasta la próxima…!

Nuevos tesoros hallados por argentinos

Si tengo que serles sincero, no pensaba actualizar esta sección del blog el día de hoy… pero me han llegado varios aportes de muchos de ustedes que no puedo pasar por alto.

El primero de ellos me hizo acordar a mis días inaugurales en suelo madrileño, cuando no dejaba de asombrarme que una de las compañías de seguros con mayor presencia en la vía pública se pudiese llamar “Ocaso”.

Sin embargo, después de ver la fotografía tomada por el lector Fer Zizzias en la localidad de Jávea, le tuve que subir el listón a mi capacidad de sorprenderme en el rubro aseguradoras:

Hermanos Chorro cropeado

No menos boquiabierta quedó la porteña Juliana Gutiérrez Albarello, al ver, en Gran Vía, el aviso de un desodorante que la llevó a desconfiar de las costumbres higiénicas ibéricas. “Si promocionan un desodorante para que su efecto dure dos días… ¿quiere decir eso que no es necesario bañarse a diario? Yo entiendo que sea bueno ahorrar agua para beneficiar nuestro ecosistema, pero no creo que sea positivo hacerlo a costa de las narices de los demás”, nos dice, asustada, al mandarnos esta foto con un detalle del polémico aviso (polémico para los argentinos, que -deberíamos reconocerlo algún día- también somos obsesivos con el aseo personal):

Desodorante SÍ

Mucho más preocupada se la notaba a Lourdes García al mandarnos, desde Barcelona, una foto que abona mis sospechas sobre el crecimiento desmesurado e imparable de mi denunciada campaña española contra la autoestima de las chicas argentinas. En este caso, nuestra lectora nos envía la prueba de que existe la intención de llevar más allá de los mares su osadía, para que muchas más compatriotas de diferentes regiones del globo deban agachar su otrora orgullosas cabezas, oprimidas por el oscuro brazo del poder económico multinacional. En realidad, Lourdes al mandarme esta foto no me dijo nada, pero pude adivinar en su silencio el temor inconfesable de las palabras que nunca llegó a escribir. Miren, miren por favor:

Barcoboluda 2

Impactante, ¿verdad?

De todas maneras, los invito a que, cuando se repongan de semejante bombardeo icónico, no dejen de enviarme sus fotos y/o historias curiosas de España a mi dirección de correo electrónico (Asack@lanacion.com.ar). En caso de que se codeen aún más con las tecnologías, también pueden enviarme su pío (tweet) a @AdriSack .

Por favor no falten…

Hasta el próximo posteo.

La invasión de las blancas palomitas

comunión 4

Mayo nos dejó en Madrid con algunas postales bastantes cruentas, herencia directa de las fiestas de San Isidro y sus corridas de toros con cuernos más que afilados.

Pero, también, se ha ido con una infinidad de postales de niñas vestidas de blanco y niños ataviados como si fuesen pequeños almirantes. Y esto sólo lo puede lograr el mes de mayo, que es sinónimo en España de la celebración de la Primera Comunión, una tradición que no abandona a los madrileños a pesar de la creciente secularización de las costumbres que suele reflejar la mayoría de los medios de comunicación.

Sin embargo, y a contramano de otras festividades religiosas y de las consecuencias de la inclemente crisis económica, el hábito de organizar las “comuniones” no sólo se ha mantenido ajeno a la ola de desaliento que invadió al país en los últimos dos años, sino que pareció potenciarse.

No hubo fin de semana en Madrid en el último mes que pueda contradecirme: sólo bastó con salir al mediodía de uno de los -por suerte y al fin- soleados sábados que tuvimos para poder ver a familias enteras a la salida de las iglesias, en plazas y restaurantes, lideradas por papás que hacían todos los esfuerzos posibles para evitar el desbande de blancas palomitas e infantiles jerarcas castrenses, todos ansiosos por dejar atrás la presión de las formalidades.

Aunque los que más se liberaban, en realidad, eran los propios padres. Parece un poco difícil de explicar para quienes -como sucedió en mi caso- celebrar la Primera Comunión significaba una intensa preparación de catequesis para una misa en la que por fin podríamos comulgar… a la que seguía, después, una modesta reunión familiar reforzada por algunas presencias menos frecuentes y una torta decorada con hostias sin consagrar que era el centro de la parte más “pagana” del festejo.

Claro que lo vivido por mí en aquel Buenos Aires de 1983 poco tiene que ver con la visión que tienen los españoles de 2010, donde la torta (aquí, “tarta”) puede o no estar, porque lo central es lo que quieren los niños… y, a veces, los propios padres.

La lista de regalos solicitados suele superar con creces a la que se confecciona para Reyes, y hasta se saca chispas con esa canción mal traducida de Tiziano Ferro (esa que enumera autos, casas y no sé qué electrodomésticos): viajes a Disneylandia -de París-, paseos por la Costa del Sol, cámaras digitales, televisores,  artículos de joyería -para las niñas-, consolas de juegos, equipos de música… en fin, nada que no haga hace palidecer al clásico primer reloj que nos regalaban en nuestras épocas.

Semejantes obsequios, más los vestidos de las niñas y el cubierto para no menos de 30 personas en un buen restaurante, los amigos ibéricos tienen que pensar en un presupuesto de cerca de 3600 euros por niño. No por nada, la prensa ya ha bautizado este tipo de fiestas majestuosas como “mini bodas”, un calificativo del que los sectores más religiosos y conservadores también se han aferrado para criticar este hábito de tirar la casa por la ventana como un “vicio hedonista” que desvirtúa la raíz de la celebración eucarística.

Y ahora, les dejo unas contadas fotitos que hice con mi teléfono estos días, cuando vi a pocos metros a una chica que, prolija y celosamente vestida de Primera Comunión, hacía equilibrio entre las ganas que tenía de divertirse y el miedo a enchastrarse el inmaculado modelito:

Un volquete insolente y espárragos con superpoderes

El blog aún no cumplió su primera semana de vida, y ya me comenzaron a llover las imágenes enviadas por los argentinos que viven o pasaron por Madrid y el resto de España… y tuvieron que sacar “esas” fotos que no pueden dejar de ilustrar los relatos sobre sus experiencias en tierras ibéricas que, de otra forma, jamás serían creíbles ante la gente de nuestra querida y bicentenaria Argentina.

La primera en enviarme sus fotografías fue Lorena Landau, una directora de cuentas porteña que, en el camino a su oficina de Madrid, todos los días ve un volquete en la vereda que la hace enojar. “Yo quiero creer que no se dirige a mí, así que no me hago cargo… ¡pero igual, esto es inaudito!”, me contó cuando me mandó esta foto que quiso compartir con ustedes:

Blog Boluda

Para ratificar la existencia de esta supuesta afrenta contra el ego de las mujeres argentinas, el colega Bernardo Sagastume Berra también certificó la existencia de esta campaña en Las Palmas de Gran Canaria. Para peor, parece que allí alcanza visos de mayor organización e institucionalidad. Miren, si no:

blog grupo boluda1

¡Esto es terrible! Aunque por suerte, la lectora Gabriela Manuli descubrió en un almacén de Segovia, antes de irse a vivir a Budapest, que las argentinas no están solas en su defensa contra semejante hostigamiento. “Cuando te comés una latita de estos espárragos, no hay insulto que te tire abajo. Es más, si te encontrás con Popeye, lo bajás de una sola trompada aunque se haya comido toda la espinaca del mundo”, nos cuenta. Y acá comparte su secreto con nosotros:

Blog espárragos

Ya más relajada, Gabi me envió, en otro e-mail, un descubrimiento muy curioso en el centro madrileño. Si alguien se pregunta si se puede ser muy original y poco original al mismo tiempo, que le eche una miradita a la siguiente fotografía que tan gentilmente nos cedió Miss Manuli:

Blog Sr. Goma

Está clarito: abrir una casa que sólo venda condones (y no guantes, tetinas y otros derivados del látex) es una apuesta tan original como marketinera. Eso sí, después de ponerle al bolichín “Señor Goma”, parecería que la creatividad alcanzó su techo, ¿no?

Pero ahora voy a pegar un volantazo, porque acá mi señora esposa me llama al recato después de ver tanta chanchada, y me pasa una imagen de un reciente viaje nuestro a Valencia (o sea, ya les dí una pista de la próxima “Bendita Rata”).

“Yo soy de las que siguen creyendo que el matrimonio es para toda la vida”, me dice… y eso que lo asegura mientras, al mismo tiempo, me mira de una manera que me hace dudar de si se habrá comido una de esas latitas de espárragos de la foto de arriba. Pero Laura, ajena a mi íntimo planteo, igual prosigue con el suyo. “Sin embargo -razona- jamás se me hubiera ocurrido pensar que los españoles serían, tan, pero taaaaan conservadores”. Y vaya si lo son en todo el sentido de esa palabra… o eso es lo que nos hace pensar esta “pegatina” (calcomanía para el arrabal, “calcamonía” para los chiquitos):

Blog novia ramo

Amigos, es todo por ahora. Pero voy a insistir: si tienen más fotos curiosas de Madrid y España en general, de esas que nos llamen la atención a argentinos y marcianos por igual, por favor envíenmelas via e-mail a Asack@lanacion.com.ar … o bien agréguenme a su lista de amistades en Facebook a través del iconito que aparece debajo de mi foto. También pueden hacerlo a través de una mensaje directo de Twitter, donde me conocen como @AdriSack .

Gracias y hasta el próximo post…

Avistaje sobrenatural del Colón en pleno Madrid

Hace unos días me di un flor de susto. Mientras caminaba apurado por la avenida San Luis en busca de leche de fórmula para el más pequeño de mis críos -léase “chicos”- me acordaba de algunas entrevistas que había hecho en mi etapa londinense, de esas que siempre vuelven a mi memoria en el yo-yo de mis soliloquios callejeros. Me acordaba de Marianela Nuñez, posiblemente la mejor bailarina argentina del momento, que desde su camarín de la Royal Opera House me decía que “como el Colón, no hay” y, también, del tenor cordobés Marcelo Álvarez, quien en otra ocasión me dijo que le “daba tristeza ver rotos” los baños -ya reparados, supongo- del gran teatro que se reabre esta noche en Buenos Aires. Y ahí me comenzaron a asaltar otros recuerdos, más lejanos, como las visitas escolares a esa sala para ver “El Zar Saltán”, o alguna otra incursión esporádica que hice más tarde.

Y en su cielorraso pensaba… y pensaba también en lo mucho más que me gustaba que la Royal Opera House de Covent Garden y el madrileño Teatro Real… y pensaba, y pensaba, y pensaba… hasta que mi imaginación se quedó en la calle. En la madrileña calle San Luis, sí, en la esquina con la avenida Arturo Soria, donde este cartel for export -pero de los nuestros- pudo más que mi apuro mandadero:

Colón cartel Madrid

… y mi asombro acompañó a mis ojos hacia esta curiosa doble firma:

Colón detalle

Cuando volví a guardar mi celu con cámara en el bolsillo -claro que no las saqué con mi cámara profesional… de ahí que las imágenes tengan más reflejos que el pelo de la cantante de Las Primas (¿se acuerdan?)- seguí pensando en si comenzaría a creer en el poder de mi mente para transformar los pensamientos en realidades más tangibles, o si la casualidad era tan fértil para dar tantos frutos en nuestras vidas. Por suerte, los estrechos horarios comerciales de España, donde la mayoría de los autoservicios y comercios minoristas en general cierran entre las 14 y las 17 (casi como en la Argentina pre-flexibilización de los ’90) me hicieron abandonar mis inútiles cavilaciones en pos de un objetivo algo más humano, como evitar el hambriento llanto de un bebé. Eso sí, luego de semejante experiencia, empecé a pensar más seguido en asados de tira y charlas en bares sin humo con mis amigos de la Argentina, pero todavía mi imaginación no volvió a encontrar la calle correcta…

Aaaaaaaquí, Maaaaadrid…

metro

¡Bienvenidos… y bien hallados!

Desde España, voy a intentar construir junto con todos ustedes este pedacito de opinión sobre lo que significa vivir en la capital de uno de los países más importantes e influyentes en la existencia de los argentinos. Este espacio será, entonces, una bitácora multimedia donde va a primar la mirada con ojos criollos de la cambiante realidad de un país con cerca de 250.000 compatriotas en sus entrañas, y muchísimos más que pasan o han pasado por aquí en busca de lograr un cambio en sus vidas.

Sé que para contar esta historia tendré que sentarme con la objetividad a la derecha y la polémica a la izquierda como compañeras de banco. Y estoy preparado para que me  asesten sus codazos en cada post… porque si algo aprendí en mis días como periodista en estas tierras, es que de España, como sucede con el fútbol, todos los argentinos tienen algo para decir. Desde quienes llegaron exiliados en la década del ‘70 y echaron el ancla aquí hasta los que estuvieron dos días de paseo por Madrid porque la conexión de un vuelo internacional se los permitió (y que vuelven a la Argentina forzando el acento español para reafirmar la veracidad de esa efímera experiencia…). Sí, todos lo tienen.

Por ese motivo, pensé este blog como una sumatoria de miradas: la mía y la de ustedes, porque nunca creí que aquello de “cuatro ojos ven más que dos” sea un dicho sólo útil para quienes usan anteojos. Para mí, en este espacio, contar con la ayuda de cuatro, ocho, treinta mil ojos es una cuestión de principios, y, más que eso, la razón de la existencia de “Vivir en Madrid”.

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El idioma español nos une, nos divide… y nos espanta

Como les comenté en mi primer post, en todas las secciones va a ser más que bienvenida su colaboración.

Pero en esta categoría, llamada “Fotos para argentinos”, yo diría que su participación es imprescindible…

Aquí vamos a compartir todas aquellas imágenes de Madrid y España que nos hayan llamado la atención, especialmente por el sentido que adoptan para nuestra percepción argentina.

Para este primer post, yo seleccioné algunas fotos de carteles que saqué al pasar con la cámara de mi móvil.

Empezamos con este cartel del barrio madrileño de Malasaña, que contiene un término digno de transformarse en un buen eufemismo para cuando me enoje y no quiera utilizar insultos de grueso calibre:

Siguiendo con los carteles, también encontré otro de un negocio céntrico que tiene pinta de muy suertudo… aunque definitivamente no es nada sutil:

MULTIORTO

En la misma línea, me sorprendió otro comercio textil a pasos de Puerta del Sol, que no podría conservar su nombre si quisiera abrir sucursales en la Argentina (y menos en Buenos Aires):

GARCA

… y después me dicen a mí que los argentinos destrozamos el idioma.

Para terminar por hoy, a las señoritas y señoras que quieran hacerse una permanente de esas bien sólidas, les recomiendo una peluquería que encontré cerca de Plaza Mayor, en Madrid. A mí, al menos, me da la impresión de que los peinados duran y mucho:

GARROTE

Bueno, es todo por hoy. Si tienen imágenes curiosas y llamativas (no sólo carteles, aunque también serán bienvenidos, claro), por favor envíenmelos a Asack@lanacion.com.ar , así “nos reímos todos”, como decían las profesoras que se quedaban afuera de los chistes en clase…

¡Gracias!

Trujillo, Cáceres… y las cigüeñas

En busca de la postergada primavera boreal, decidí poner rumbo a Trujillo y Cáceres, las que para el común de la gente son las ciudades más lindas de la región de Extremadura.

Y lo único que lamenté, entre las muchas cosas que agradecí por haber ido allí, fue no haber llevado mi lente de 300 mm. ¿La razón? Muy simple: todo tour fotográfico de estas maravillosas ciudades medievales e históricas -Trujillo fue cuna del conquistador Francisco Pizarro, entre tantos otros hitos- están repletas de cigüeñas que anidan en torres, cúpulas y techos. Todo un espectáculo… especialmente, para los más chicos.

Aunque no llevé el objetivo adecuado para la cámara, igual me las ingenié para fotografiarlas. Descúbranlas entre las muchas otras delicias visuales extremeñas que pueblan esta galería: