Seamos sinceros. Nadie discute la satisfacción que genera el ayudar en cualquiera de todas sus formas, pero eso no quita que no requiera de esfuerzo y sacrificio. En muchos casos implica dejar de compartir tiempo con la familia, con amigos o dedicar fines de semana enteros a una acción solidaria. Anoche, por ejemplo, viví una experiencia que me hizo revalorizar esta verdad de que vale la pena sacrificarse por los demás, porque en definitiva es uno el que se vuelve más “rico”.

Mi amiga Itatí me invitó a la Noche de la Caridad que hacía su parroquia Nuestra Señora del Rosario que queda en Palermo, que consiste en repartir comida a la gente que vive en la calle. Además de voluntarios estaban necesitando autos, asi que accedí a ir con el mío, sabiendo que iba a tener que atravesar toda la capital federal en pleno horario pico de embotellamiento. El diario está al lado del Luna Park, en pleno micro centro y tenía que llegar a las 20 a Bonpland al 1900, en Palermo. Mínimo 1 hora. Salí entonces a las 7 del trabajo, con el compromiso de no ponerme de mal humor por el caos de autos.
Llegué a las 20 en punto y ya estaban todos los voluntarios cargando las cajas en los autos para hacer la recorrida. Me encontré con Itatí y nos acercamos al cura para que nos asignara un recorrido. ¿A que no saben a dónde nos tocó ir? Sí, sí, nada más ni nada menos que a PLAZA DE MAYOOOOOOOOO (a los despistados les aclaro que queda a 5 cuadras del diario). Ergo, teníamos que volver a desandar todo el camino, también con bastante tráfico.
Después de asimilar por unos minutos la noticia, y esperar a otra amiga de Ita que se sumó al equipo, partimos con la alegría de una misión que sabíamos iba a alegrar a muchas personas que duermen solas en la calle o que están cartoneando para poder sobrevivir. Y la alegría fue mucho mayor después cuando nos fuimos encontrando con diferentes personas a las que les dábamos un sandwich y una estampita. Charlar con ellos, conocer sus historias, mirarlos a los ojos y hacerlos sentir por un instante, que no están solos.

¿A qué voy con esta reflexión? A que es verdad que estuve 3 horas arriba del auto yendo y viniendo, pero que sin ese esfuerzo no hubiera tenido al posibilidad de conocer a Franco, que para en la vereda de la AFIP y nos hizo reír un rato con sus cuentos; a un jóven de Campana que dormía en las puertas Catedral esperando hablar con la presidenta para que le consiguiera un trabajo y se ofreció como voluntario para las Noches de la Caridad o a una familia de Avellaneda que cartoneaba en Av. de Mayo y Perú.
Ni tampoco me hubiera emocionado con la gran solidaridad que existe entre la gente de la calle, que experimenta un fuerte sentimiento de hermandad y eso se traducía en que nos indicaban en dónde dormían sus “compañeros” para que ellos también recibieran su ración de comida. De muchos ni siquiera saben sus nombres, pero sí saben que comparten la situación de exclusión y de extrema necesidad.
Justo hace un par de días recibí un mail de Manuel Lozano haciendo un balance de las Recorridas del Frío que hicieron este invierno desde la Red Solidaria y ahí también volví a reconfirmar que si todos hacemos un pequeño sacrificio, podemos de verdad modificar la vida de las personas. Acé les transcribo el mail para que entiendan de lo que les hablo:
Este jueves 29 de septiembre se terminaron las recorridas nocturnas por el frio. Se realizaron en Buenos Aires, Rosario, Cordoba, Concordia y Resistencia. Si pusiéramos las recorridas de este año en número, tendríamos que decir que:
Fueron 140 noches.
Participaron 1500 voluntarios.
Gestionamos 189 DNI.
Repartimos 70.000 sopas, más de 2.000 frazadas, 1.500 pares de medias, 10 toneladas de galletitas, entre otras cosas.
Pero nos olvidamos de contabilizar lo más importante: los abrazos, los momentos compartidos y las historias. Los números, aunque contengan varios ceros, siempre son fríos. Estas recorridas superaron todo lo que podíamos esperar.
Por eso creo es buena recordar algunos de los tantos logros conseguidos:
-A Sergio que recibió su alta, luego de un año de internación por adicciones, y una empresa organizadora de eventos lo empleó y ya alquilo una habitación en una pensión en Bernal
-A Jorge, que está trabajando junto a sus dos hijos y sus dos hijas en una bailanta del conurbano, y regresó a devolvernos las frazadas que le habíamos entregado porque seguramente otro las necesitaría.
-A Sol y Mercedes, de 13 y 15 años, que estaban solas bajo el autopista esperando a su mamá que había ido al médico, y resultó que su mamá había fallecido de HIV. Hoy están reincorporándose a la escuela y viven en un hogar en San Miguel
-A Segundo, que hace 4 meses no consume, arrancó a trabajar en un bar, lo efectivizaron y en sus horas libres está aprendiendo a leer y escribir.
-A Gaby, que no consiguió un trabajo, sino dos, en una empresa y de delivery en una casa de empanadas.
Muchas vidas cambiaron en estas 140 noches. Muchos volvieron a creer en ellos mismos y se animaron a buscar otra alternativa. Muchos nos demostraron que quieren una nueva oportunidad y cuando la tienen, saben aprovecharla. Muchos otros aun siguen esperando.
Gracias a todos los que formaron parte de esta campaña contra el frio.
Gracias a los que nos ayudaron a difundir! Gracias a todos los que hicieron RT!
A Megatlon que nos prestó su casa para desde allí organizarnos y salir a caminar. (Nos hicieron sentir como en casa)
A Knorr, Unilever, Danone y Granix por ayudarnos a que todos los días tengamos para dar.
Y A CADA UNO DE LOS 1500 VOLUNTARIOS. Hace unas semanas atrás una periodista me preguntó: ¿No corren riesgo los voluntarios que salen a caminar de noche? Hubiese mentido si decía que no. GRACIAS POR ENTENDER QUE EL RIESGO AL QUE ESTÁN EXPUESTOS QUIENES DUERMEN EN LA CALLE, ES MUCHO MAYOR AL RIESGO QUE NOSOTROS DECIDIMOS CORRER.
¡Gracias por animarse a correr el riesgo!
ABRAZO ENORME,
Manuel Lozano
USTEDES QUE OPINAN, ¿VALE LA PENA CORRER EL RIESGO?