Mientras pensaba el contenido de este blog decidí hacer una mini encuesta entre mis amigos varones para saber qué les interesaría leer sobre el tema. No sé nada sobre cuestiones de género, pero nunca creí demasiado en aquello de que “todos los hombres son iguales”, simplemente porque la mayoría de los ejemplares que conozco son tipos excepcionales … tan excepcionales como desconcertantes.
“¡¿Leer?! nena, ¡yo quiero veeerrr, no leer!, ¿entendés la diferencia?” me ladró Quique, haciendo montoncito con los dedos. Decido ir a preguntarle a Hugo, hombre sensible, culto y criterioso al que adoro…y que se sumó a la moción anterior. “Carne, tiene que haber carne, sino para qué” (minas desnudas, digamos). Vuelvo al escritorio revolviendo mi té y le pongo un chat a Ignacio, que directamente me pronostica un fracaso si no incluyo historias “bien hot y en primera persona“, o mejor, mis aventuras en la cama. Luis, que acaba de divorciarse, puso la cuota desopilante:“le hace falta poesía, el sexo es poesía”… ¿Eh? ¿qué tomaste vos? ¡con ese verso retro no vas a conseguir ni solo un polvo!, contesté conteniendo la risa (después me dió culpa). A las pocas semanas subo al ascensor y ahí estaba Tute. Genial y gentil, recordó que hacía tiempo tenía guardado un dibujito, nunca publicado y muy oportuno para el blog. Abro su mail esta mañana, y doy con la conclusión de mi encuesta: van a pasar otros miles de años, y hombres y mujeres seguiremos desencontrados. ¿Estoy equivocada?