Los diccionarios describen a las parafilias (del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía: ‘amor’) como “un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en el acto, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña. Suelen, aunque no necesariamente, suceder porque la persona que las practica ya ha tenido una cantidad muy elevada de placer sexual, que llega un momento en que lo poco no la satisface y quiere más y más de aquella actividad para sentir el orgasmo o excitarse”.
Si tuviera yo que inscribirme en alguna de las tantas perversiones del menú, esa debería ser la audiolagnia, de las más livianitas, pero porque de verdad soy sensible a las palabras (no siempre chanchadas) a los tonos, y a ciertas voces y sonidos. Ojo, no a todos. En el edificio donde antes vivía solíamos tener un vecino que cuando recibía sus visitas parecía hacerlo adentro de parlantes y, más que estimular al resto, nos provocaba tensión. Llegamos a pasarle una carta bajo la puerta con la esperanza de que bajara la voz o se amordazara, pues suponíamos que además usaba algún juguete conectado a la corriente o algo así, porque de a ratos eran gritos de doloroso placer.
Esto de las filias viene a la mente leyendo una de las tantas noticias bizarras del día. Un tipo tuvo sexo en un teleférico de La Paz, se hizo selfie, se filmó y subió el material a su FB. A estas alturas las selfies son la gran peste, la verdadera parafilia del siglo XXI, pero claro que más peligroso sigue siendo jugar al sexo en situaciones de peligro, que pueden ser excitantes para los que se creyeron lo de Indiana Jones. Según el sitio The Daily Beast, al año en el mundo ocurren cerca de mil muertes relacionadas con la búsqueda del placer sexual extremo, esto incluye a casi todas las prácticas mediante las que se pretende aumentar la excitación a fin de alcanzar orgasmos y erecciones de película. De hecho según un estudio hoy el 90% de las muertes eróticas suceden por imitar la tontería que le costó el pellejo a David Carradine, léase, ahorcarse o asfixiarse con bolsas de plástico. Respecto de la electricidad, esa sí me parece tremenda. La electrofilia o erotización consiste en conectar a 220 sea el pene, los testículos, la vagina o los pezones o cualquier otra extensión o cavidad del cuerpo, una locura total, sin embargo sucede y hasta parece que la industria del entretenimiento para adultos abastece de chiches a sus practicantes.
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No lo he visto pero dicen que existe un aparato con dos electrodos que el individuo coloca donde quiere, y va controlando la cantidad de electricidad hasta alcanzar el clímax. Esta herramienta suele usarse en caso de hombres que se prestan a la inseminación artificial, pero un mínimo error del pulso y quedás carbonizado, me imagino. Ahora que lo pienso mi vecino murió hace unos años. No supimos la causa….