Cuánto deseo hay en un abrazo

No entiendo cómo hay gente que puede vivir sin abrazos. Dicen que una persona necesita entre cinco a 20 como mínimo por día para “recargar energía y levantar el ánimo”.  Será por eso que me gusta tanto bailar tango:  en la milonga nadie amarretea este gesto tan pequeño y sanador.

Ahí te das cuenta enseguida, por la forma de rodear la espalda, si el bailarín es cálido o distante, si es sensible o está en pose…si trae segundas intenciones o no hay onda. Y así es en la vida también. Un abrazo es una señal silenciosa que indica el tipo de relación que nos une a otra persona: cuando es solo sexo, o sexo con amor, si uno está entusiasmado y el otro no… o bien el vínculo está en el freezer.

autor desconocido

sos mi amor….. via lelove

Un amigo que es muy observador me hizo notar que, a medida que los mineros de Chile emergían del fondo de la tierra, cada uno abrazaba a su pareja de forma distinta: unos se fundieron emocionados, otros hasta juntaban sus cabezas, y hubo uno que estrechó a su mujer pero le dió palmaditas en la espalda, como diciendo “ufff… vos, otra vez”. Según la experta en lenguaje corporal, Patti Wood,  una norteamericana que ha escrito mucho sobre el mensaje gestual, esa podría ser un pista clara de que se acabó lo que se daba.

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Una “gringa” en la milonga, por René

No es que no quiera escribir, es que me duele una muela y encima hay mucho tango en la ciudad. Imposible compatibilizar el dentista, el trabajo y la milonga en una misma semana, aunque estoy muy atenta a lo que ocurre porque muchos amigos y profesores están participando en estos días del Festival de Tango.

La cantidad de extranjeros aterrizados, como siempre en estas fechas, movilizó las pistas donde el resto del año “pastamos” tranquilos los parroquianos de siempre. Todo bien. Los turistas son necesarios para sostener el fenómeno, pero yo prefiero bailar con los locales, que huelen rico y entienden lo que bailan (la poesía de las letras) …bueno, los vascos te dan sorpresas, ¡ay sí!

tangobas

zapatitos en abrazo cerrado, foto diariodelviajero.com

Precisamente, un amigo que baila divino y escribe idem, publicó en su habitual columna de El Tangauta – la biblia del ambiente – un texto precioso que describe mejor que nadie lo que sufrimos las “autóctonas” cuando llegan las foráneas a robarnos el bailarín….

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Test para infieles no asumidos

Hay gente fiel y otra que se considera fiel pero en realidad no lo es del todo. Mientras sigamos sentados en la falsa creencia de que la fidelidad pasa por no acostarse con otra persona que no sea la que tiene nuestra exclusiva, la humanidá entera seguirá “pecando” alegremente y cargando en la cabeza con pesadas cornamentas, ésas que se ramifican enroscadas pero invisibles (invisibles a nuestros ojos, porque el resto del mundo no está ciego).

rodrigomiguel via lavitaebella

solos, a salvo de las tentaciones… rodrigo miguel via lavitaebella

En la milonga, que es una versión abreviada de la vida misma, es muy difícil que una pareja sobreviva a la tentadora oferta de espaldas semidesnudas y brazos que abrazan y a veces piden más que una tanda. La fidelidad, ahí como en la calle, se vuelve un bien imposible de mantener: aunque no te permitas consumar, nada evitará que una noche de éstas vuelvas a casa con los zapatos en la bolsa y el recuerdo de un cuerpo extraño grabado en el tuyo porque, asumámoslo, la fidelidad es más que una cuestión de sexo….

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Sexo en la milonga II

Lo vi entrar con sus zapatitos color crema, jean gastado, el cuerpo compacto y la cabeza calva, recién salida de la peluquería, y me dije: éste tipo no es de acá. Aunque algunos extranjeros intentan mimetizarse, en la milonga se distingue a la legua quién es foráneo y quién no. Según el país de procedencia (Europa, Asia o Estados Unidos) el turista tendrá siempre un aire distinto, mundano, más o menos cool, lo que hará imposible confundirlo con la fauna tanguera local.

El hombre en cuestión llegó con su bolsita y acompañado de un tipo parecido a él, pero más bajo. Los ubicaron en la mesa de al lado, e inevitablemente los escuché hablar. Eran españoles.

-Volvieron los gallegos,  al fin, pero, uf, éstos le dan al puré de ajo, acotó mi vecina de mesa, y yo tragando un sorbito de té recordé a los bailarines pestilentes con los que me crucé en este derrotero accidentado y cruel.


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mejunje de abrazos Foto Graciela Calabrese La Nación

No lo digo con maldad: hay extranjeros que comen fuerte y que cuando bailan exudan lo que comen. Lo hablaba minutos antes con mi amigo Ricardo, que venía de bailar con una japonesa divina pero con “aliento a pecera”, según dijo (será por las algas del sushi, supongo). Pero éste no era ninguno de esos casos: el español era inquietante, muy… La milonga destila sexo, ya lo dije yo aquí.

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Una temporada sin sexo…

– ay… dos minutos de abrazos y ya vuelve el alma al cuerpo, “cierra” mejor el día, ¿viste? – dice Betty, una conocida milonguera con la que compartí mesa hace unas noches.

Es cierto, entre tandas y abrazos casi me sorprende la madrugada. Como hacía tiempo que no bailaba aproveché el feriado largo para desquitarme, y eso que al principio sentí vértigo pensando que había olvidado los pasitos básicos. Pero es cuestión de escuchar la música y dejarse llevar para que los pies recuerden. Mi profesora dice que el tango se “metaboliza”, que una vez que lo aprendiste podés pasar un siglo sin ir a una milonga y, sin embargo, cuando volvés, lo que aprendiste está ahí, intacto. “Es como andar en bicicleta, y como el sexo”…

olala

un mes sin sexo y estoy mareada via codice binario via olala live journal

Efectivamente, Elina, querida. Aunque la araña teja y teja, el cuerpo tiene memoria. Solo que, en estos casos,  si uno deja pasar demasiado tiempo entre “tanda y tanda”, cuando volvés a la pista puede darte algo mucho peor que la amnesia: el pánico “escénico”.

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El sexo del baile

En otra vida debo haber sido odalisca o vedette, porque no imaginan cuánto me gusta bailar. Lástima que para la danza tengo menos gracia que un perro con tutú. Mis padres me desalentaron toda vocación artística viendo que en los actos escolares, cuando me tocaba bailar El Gato, era incapaz de coordinar música y movimiento. Mis compañeritos iban para un lado, y yo automáticamente para el otro. Mi madre insitía en que yo tenía problemas espaciales. En fin. Como Elaine, el personaje de la serie Seinfield (y así me decía mi ex) el baile se me da mal.

Con en el tango me desquité. No es que me sale divino, pero me defiendo con dignidá. Quizá porque es una danza que parte del abrazo, y el resto es técnica y comunicación. Es poderoso. Nadie imagina lo que sucede entre una pareja cuando baila con los ojos cerrados, tejiendo pasos con las piernas. Dicen que el tango es un sentimiento que se baila, y un acto sexual figurado.

En Villa Crespo les hice este videíto (abajo) para que se den una idea de lo que digo.

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Tango para erotizarse bien (post con música)

Mis vecinos de blog me van a envidiar: efectivamente tengo una comunidad de lectores atentos y sumamente informados, lo que estimula un nutritivo ida y vuelta. Por un descuido infame olvidé mencionar a Milo Manara en el post del cómics erótico, pero felizmente ahí estaban Polaca80, y Raul P. , que además aportó una cuotilla de erotismo francés a la tertulia virtual con su “no, pas comme ça, tout doucement, tout doucement…” ¡ohlalalá!, Raúl!

Pero el comentario de La Fulana, recién estrenada en el foro, me puso piel de gallina, así que necesitada como estaba yo de abrazos milongueros el fin de semana corrí al reencuentro de mi pasión mayor: el tango. para los que no creen en el poder afrodisíacos del 2 x 4  les cuento que la Unesco declaró Patrimonio de la humanidad a la danza rioplatense y que al fin se ha demostrado científicamente la dimensión erótica de este baile.

Fotos Graciela Calabrese

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Los dioses no van a la cama

Celebro que esta mujer muestre su anatomía tal y como es, sin trucos. Básicamente porque su franqueza redimió la ingesta de mi segundo Cachafaz de maicena de la tarde, alfajorcito sublime que está sedimentándose alegremente en mis caderas, junto con otros farináceos y azúcares refinados que suelo mandarme. Pero contemplando esa panza plegada por sobre la tanga (de la modelo que publicó la revista Glamour) pienso cuánto daño le hace la técnica del fotoshop a la población en edad de merecer.

Días atrás un amigo al que le pregunté cómo le había caído una chica que le presentaron ese fin de semana, me contestó: “no tiene cuello ni cintura.” Dios mío, ¡lo que está haciéndonos la dictadura estética!.

La imagen retocada construye una realidad distinta de la que vemos en la calle. Yo casi nunca me cruzo con esos seres deslumbrantes que supuestamente reúnen todos los requisitos en el mismo envase: ni estrías ni michelines ni celulitis, piel tersa, dientes enfilados, pómulos altos, vientre plano etc. etc. Tampoco los hombres lucen apolíneos como en el Olimpo Vogue: el promedio tiene barriga, tiende a la calvicie, le falta masa muscular o arrastra problemas de ortondoncia, entre otros rasgos diseñados por la naturaleza y que en definitiva no cuentan a la hora del placer. Pero lo peor es que creemos que sí, y por medirnos con esos falsos paradigmas nos alejamos de las oportunidades de pasarla bien con alguien. Puede uno tener química con el ser menos delgado de la fiesta, o al revés.

Por eso creo en el tango. Aunque confieso que una vez en la milonga me engañó el fotoshop. Creo que fue a principios de este año, cuando en Niño Bien me miró fijo un rubio parecido a Miguelito, el chapista de Merchu. Le corrí la vista. Como no soy profesional siento inseguridad si no bailo con alguien de mi tamaño. Merchu, rápida de reflejos dijo “che, a ese tipo lo conozco, ¿no es actor?”. Yo no logré reconocerlo: era Vigo Mortensen.

Claro, fotomontado y digitalizado da un protohombre. Pero ni es tan rubio ni tan alto ni tan macizo ni tan cinematrográfico. Al contrario, es un ser pedestre: más bien bajo, pálido y flacucho.

Aclaro que yo también estaba “trucada” arriba de mis tacos de 9 centímetros.

Digo ésto, y voy por otro Cachafaz.

Adiós, querido Rolls Royce

-Vos podés tener al tipo que te dé la gana. Miráte bien ¡sos una preciosura!, la clase de mina que uno llevaría al Sheraton… ¡dejáte de perder tiempo con ese infeliz!

Así me hablaba mi amigo Cacho cuando entre tango y tango yo le preguntaba sin disimulo dónde y cuándo había visto al impresentable, ese desconocido que una noche en Niño Bien me despabiló para siempre las hormonas.

-No lo ví, y no seas estúpida. ¡Dios mío, si yo tuviera 30 añitos menos! ¡y con todo lo que ya aprendí sobre las mujeres!

Foto Graciela Calabrese/La Nación

Nunca supe su nombre de pila. Era Cacho, el hermano del Nene, y fue el primero de “los próceres” que me cabeceó cuando yo todavía era una obsesiva aspirante a bailarina, llena de voluntad pero con poca chance de alcanzar las grandes ligas. Entonces, hace más de cinco años, buscaba la perfección en la técnica ignorando que la clave de todo estaba ahí nomás, en el abrazo. Pero a eso uno lo aprende mucho después de trajinar pistas y pagar clases.

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Plumas en la pista

Si fuera por María Luisa el negocio de la lencería erótica estaría fundido. Hace unas semanas le pedí que me acompañara a la presentación de Dolcediva, la nueva marca de ropa interior que promociona la sexóloga Alessandra Rampolla, que dicho sea de paso está mucho más linda desde que adelgazó 35 kilos. La portorriqueña sugiere que las mujeres deberíamos usar estas prendas a diario, sea para ir al mercado o al trabajo, porque “el estilo, así, medio putonga chic, ayuda a sacar la diosa erótica que tenemos dentro”…

Ajá.Y dió precios.

¿¡Cuánto!? Nooo… es tirarle margaritas a los chanchos, ¡y con lo poco que dura puesta! Encima son incómodas, esas bombachas se te “incrustan” de tan chiquitas, los corpiños son para anoréxicas y los encajes pican de tan berretas. Mirá querida, yo a la creatividad la pongo en la cama. No pago ni 30 pesos. Acordáte de lo que me pasó en Canning con la tanga negra“… vociferó mi amiga, mientras yo intentaba taparle la boca con un saladito de polenta y salmón.

via The Code: 831

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