Es lindo dormir con alguien, arroparse despacio contra un cuerpo tibio hasta caer sumidos en el letargo y luego, en ese paréntesis obligado, contarle tus secretos a la almohada. Cuando yo era chica creía que mis padres soñaban las mismas cosas por el simple hecho de poner la cabeza todas las noches en la misma almohada (de dos plazas), como si las fantasías salieran del relleno de espuma y no del inconsciente. Tardé en entender que no, aunque me gustaba la idea, y aún me gusta.
Finalmente esa visión edulcorada del amor y la vida en común se desvanece cuando uno entra en la vida adulta y cae narcotizado por el cansancio para amanecer en la cama despatarrados y babeantes, y a merced de otras consecuencias menos decentes (roncar, hablar dormido, andar sonámbulo llevándose todo por delante, despedir gases etc.) Por eso que alguien te invite a dormir después del sexo quiere decir que, o bien no tiene ganas de llevarte a tu casa porque es muy tarde (es decir, le das lo mismo), o que algo te “aprecia”.
y sabés contar cuentos? via Only for Queens
Esa ilusión del cariño se puede alcanzar por completo en Japón, país heredero de las bellas durmientes, como relata Kawabata en su libro acerca de esa misteriosa residencia a donde los señores iban a pasar la noche en compañía de mujeres bonitas que dormían la mona mientras ellos las contemplaban y escuchaban su delicada respiración. Es un país tan avanzado! Hoy allá se alquilan novios, pechos para llorar, gatos para acariciar etc y ahora también hombres para acompañar a las mujeres solteras que no quieren dormir en soledad.
“Rose Sheep” se llama la novedad, una empresa a la que uno llama por teléfono y pide que le manden un “sheep” (oveja en inglés), léase, un lindo chico de entre 20 y 30 años dispuesto a pasar la noche en cucharita. Este curioso servicio, como los demás, no incluye relaciones sexuales, solo abrazos y caricias, es decir, una puede ovillarse que la oveja te va a cuidar. Viendo la carita de los galanes imagino que estas criaturas son seres decentes, aunque no hay que fiarse de las apariencias a estas alturas de la soireé. Acá no sé como podríamos ejecutar este negocio sin caer en la trampa de la prostitución.
Cuestión es que los precios varían según las horas de sueño, porque se puede tomar el servicio para la siesta (entre 162 a 325 dólares) o pasar la noche por 400 a 800. En las sesiones más largas los hombres también cenan y toman tragos con las clientas, y a veces hasta cocinan algo rico. El yeite tiene upgrade, pues uno puede contratar varias ovejas (eso ya depende del tamaño de la cama) para dormir en dulce montón. “En las noches solitarias, cuando no puedas dormir, o quieras alguien a tu lado, siente el calor de un hombre al ritmo que te relajas y te liberas del estrés y las preocupaciones”, dice la web de la compañía (esta toda en japonés).
Me voy pal Japón….