Con el calor aumenta el deseo sexual

Se ha intentado probar científicamente que el calor aumenta el apetito sexual de las personas. ¿Qué factores alientan dicha hipótesis? A causa de la elevada temperatura hombres y mujeres andamos ligeros de ropa, es decir, hay más estímulo visual, al revés del invierno, época en la que uno va tapado hasta las orejas. En verano, además, las noches son más largas y bajan las horas de sueño.

Tengo un amigo que cree fehacientemente en este fenómeno. Apenas salta el barómetro a él le empiezan a llover las propuestas de sus ex compañeras de cama, lo que impacta en la frecuencia de su actividad sexual estival. Lo tomé como una fanfarroneada, pero es creerle o reventar: ayer, 20 de septiembre, estando en la cola del cine empezó a sonarle el celular. Era una vieja “amiga” intentando reflotar el vínculo, tal vez para asegurarse un revolcón primaveral.

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Libros para ratonearse I

Los días grises y nubiosos suelen ser un opio. Pero gracias a Inés, una lectora que cada tanto se cae de visita por el blog y que ahora quiere le recomiende algún librito erógeno, ayer pasé una tarde inquietante acurrucada en las sábanas de algunos clásicos de la literatura erótica, todos prestados por Raquel, mi amiga erudita que siempre me ahorra lecturas parasitarias. En este caso no es fácil recomendar a ciegas, básicamente porque la frontera entre lo obsceno y lo sensual es tan finita que a veces lo que a unos calienta, a otros escandaliza. Y así.

En fin. Como tengo cierta debilidad por la cultura japonesa, instintivamente recordé la temperatura que hay en las páginas de Al sur de la frontera, al oeste del sol, de Haruki Murakami. Uno de los pasajes del libro es tan pero tan vívido que te saca piel de gallina…

Pero a propósito de Inés alquilé Henry y June, dirigida por Ang Lee (Secreto en la Montaña). Pese a que el guión resultó un letargo, la película me condujo hasta la vida de Anaïs Nin, una mujer intensa que ha escrito diarios, cuentos y novelas fogosas. Fuí directamente a la biblioteca por la biografía donde ella revela los entretelones del triángulo amoroso que vivió con el escritor Henry Miller y su mujer June, vínculo que a Nin terminó por liberarla sexual y moralmente de sus íntimos conflictos y ataduras. Léanlo. Es sutil y llana para describir el frenesí sexual que la consume. La peli (una de las escenas más lindas ilustra este post, ellos amándose bajo un puente en París) se salva gracias a la fotografía, a la puesta en escena, y a Uma Thurman que está divina en el papel de bisexual.

Ahora tengo en la mesita de luz varios libros de la colección La Sonrisa Vertical (el título lo dice todo) y, en la próxima, Inés, prometo más sugerencias. ¡Ah! Se me olvida recordarles que este tipo de libros -sobre todo los cuentos cortos- tienen poderes afrodisíacos, es decir, son ideales para leer en buena compañía…