Un servicio para cortar una relación por encargo

Algunos hacen ghosting, como Charlize Theron que directamente dejó de contestarle mensajes a Sean Penn como señal inequívoca de que la relación había terminado, otros estiran la situación espaciando mensajes y llamados, cosa que te caiga la ficha, especialmente si la relación fue casual. Hay quienes lo enfrentan pero dan vueltas y no son claros, y el último recurso, lo más nuevo de lo nuevo, es que otro haga el trabajo sucio por vos, oséase, mandarte a decir que el amor se terminó, que chau.

Así estamos. Por unos pocos pesos podemos ahorrarnos el momento contratando el servicio de The Breakup Shop, una empresa de “rupturas” creada por dos canadienses y que se ocupa a finiquitar una relación con distintos métodos, pero siempre de manera muy amable. “La gente ya está pagando servicios como Tinder para conseguir una relación, por qué no pagar un servicio para sacarte de una” dijo a un diario de Nueva York uno de los emprendedores, no sin cierta lógica. Me recuerda al protagonista de Her, que trabajaba de escribir cartas por encargo. Acá por 10 dólares mandan por vos un mensaje de texto,  pero si queres mandar una carta con una redacción de despedida estándar te cuesta, por ejemplo 20 dólares, una más personalizada 30 y la llamada telefónica desde 29 en adelante, depende cuánto tiempo le lleve al operador consolar a tu ex.

Para compensar al desgraciado(a), The Breakup Shop tiene además una tienda de regalos que envían como parte de la despedida, desde buenos vinos hasta una suscripción de Netflix para que en vez de llorar en el sillón uno se consuele mirando comedias (y sí que funciona).

gracias, por el vinito….y sobre todo por desaparecer! via italianlady

La valentía es un valor que, valga la redundancia, no tiene precio. En casa me enseñaron que la gente como uno, con don de gentes, se va siempre por la puerta grande, es decir, poniéndole el pecho al hecho. Los miserables pagan, tarde o temprano, y muy altos precios…

Sin comentarios

El Museo de las Relaciones Rotas

De haber sabido yo que existía un “espacio cultural” donde donar las “sobras” materiales del divorcio, me habría ahorrado el depósito de muebles. Cuando me separé, aquella triste vez, la única “propiedad” que me dolió ceder fue mi gato Sandro, mi precioso y negro minino cuya tenencia hoy comparto buenamente con el santo de mi ex, que lo quiere y lo cuida tanto, o más que yo. Entonces cumplimos con la agobiante diligencia de repartir las pertenencias que habían adornado nuestra vida en común en menos de una hora, y sin pelear ni por un almohadón.

“¿Vos querés la mesita que compramos en las pulgas? ¡¡¡llevátela, cómo no!! Yo quiero ésta repisa, ah y la heladera”.

Así de fácil fue el trámite. Para los dos, esos trastos eran sólo “cosas”, daba igual tenerlas o no. Es más, en los últimos tiempos fui despojándome de lo que me había quedado, dejando mi mundo exterior reducido a un sofá, una mesa, un cactus (Manolito) cama, libros y compu…ah y 15 pares de zapatitos de tango.

via sft

al banquito te lo dejo para que recuerdes “cuánto” te quise… via sft via bigfun

Pero si vas a forcejear con tu ex por un florero o el juego de porcelana china que les regaló la abuela, y al final resuelven que para qué lo quieren, si no les trae más que malos recuerdos, pueden donarlo al Museo de las Relaciones Rotas que, aunque queda en Zagreb, Croacia, es un espacio “cultural” creado para exhumar el “legado emocional” de miles de separados de todo el mundo.

Sipi: hay de todo en este planeta nuestro de cada día…

Seguir leyendo