Hace un año, mientras escribía mi libro, conocí a una agrónoma desempleada, bajita y muy simpática, que para pagar la cuota del dos ambientes en Almagro y poder cursar la maestría en ciencias del suelo trabajaba por horas… atendiendo un 0800 erótico.
La tarea le resultaba sencilla, y la hacía desde su casa: mientras regaba los cactus del balcón o se pintaba las uñas, en pantuflas, iba recitando por el micrófono del auricular un rosario de chanchadas por las que un desconocido, del otro lado del tubo ( y del mundo), pagaba no sé cuántos centavos de euros el segundo. A veces se tentaba de escucharse a sí misma, pero los clientes nunca lo notaron, decía, al contrario. Se lo tomaban muy en serio…
decime cositas lindas ahora que tenés labial rojo... Eric Thyer/REUTERS via bigfun
Lo recordé porque mi amiga Gabriela, que vive en Italia, leyó en una revista de allá que en Chelyabinks, una ciudad de Rusia, están a punto de anunciar la salida al aire de la primera FM porno del país, lo que me parece un hallazgo, una idea sencillamente genial…