Mi madre díría que esto es “la ley del menor esfuerzo”. Y yo agregaría que si además de poco desgaste, incluye placer… ¡cómo no trabajar duro!. Una forma de ganar el pan de cada día sin deslomarse es ésta que ha encontrado la británica Nat Garvey, una chica común y silvestre que desde hace dos años testea juguetes sexuales para la cadena de sex shops Passion, que le paga 39.000 dólares anuales por probar en su cuerpo cada toy que fabrican. No es el primer caso que conocemos, incluso algo hemos publicado en este espacio acerca del flamante oficio.
estoy en horario de oficina, ahora no te puedo atender...a season hell via ponyxpress
La joven hace teletrabajo, y aclara que es una mujer común con necesidades comunes, y no una máquina sexual: “No soy adicta al sexo. Represento a las chicas normales que, como yo, necesitamos comprar estos juguetes. En vez de estar rodeada de insumos de oficina, tengo pilas de juguetes eróticos para usar”, le dijo al diario inglés The Sun.
Y la verdad que más divertido que estar en una oficina, debe ser, claro que sí.