No hay otra ocasión mejor para hablar de sexo y marihuana ahora que el Parlamento argentino acaba de aprobar la ley que permite el consumo del cannabis para uso medicinal, todo un avance para un pais como éste en el que a algunos nos ha tocado reencarnar.
En principio, es de imaginar que si el debate local llegó a semejante instancia es porque efectivamente la plantita en cuestión tiene un gran potencial para mejorar la calidad de vida de los pacientes con patologías graves. La ciencia y las familias de los enfermos dan fe de las notables propiedades del cannabidiol (CBD) y su capacidad para aliviar el dolor, la inflamación y las molestias de enfermedades como la artritis, combatir las náuseas y vómitos en tratamientos de quimioterapia y calmar los espasmos musculares de los pacientes con esclerosis múltiple, entre otras tantas aplicaciones. Respecto del sexo, es otro cantar.
Ya en Las Mil y una Noches (una serie de textos árabes recopilados se cree que hacia el año 850 y traducidos al español recién en 1700) se mencionan las virtudes y también las contraindicaciones de estas sustancias y condimentos aplicados a los fines eróticos: “Se cuenta que una muchacha después de fumar hachís cayó en un sueño tan profundo que se la dio por muerta, siendo enterrada viva. Cuando se descubrió el error, fue exhumada y reanimada con aire fresco. Bajo el influjo de la droga, sus únicos efectos manifiestos fueron sus fuertes apetitos de amor y de alimento” rezan los párrafos milenarios. Claro que cada quien tendrá experiencias propias para refutar o enriquecer ambas leyendas, pero en líneas generales se dice que el cannabis mejora la erección, potencia el orgasmo en hombres y mujeres, aumenta la sensibilidad permitiendo ampliar la respuesta sexual más allá de la genitalidad, que el coito dura horas y que sobre todo actúa como desinhibidor, útil en personas con trastornos de deseo, fobias etc.
Pero hasta aquí lo único cierto es que esos efectos dependerán de cada quién, de la complexión física, de la situación, de las dosis y de la forma en que se administre el yuyo. Algunas encuestas publicadas en el sitio Psychology Today, sugieren que ha sido positiva empleada como afrodisíaco, elevando el deseo sexual en el 60% de los casos, pero otros ensayos concluyen que si bien en dosis bajas “los compuestos endocannabinoides estimulan la conducta sexual, en dosis altas la inhiben”, coinciden varios portales.
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Creo yo que mientras no haya estudios ni investigaciones concluyentes o definitivas el recurso menos “arriesgado” y más efectivo a los fines prácticos es el cannabis en forma de lubricante que logró sintetizar hace unos años una comunidad de pacientes terminales de California, EEUU. Foria, se llama el famosa spray 100% vegetariano y compuesto por cannabis (con Thc) y aceite de coco, lo que asegura un rico perfume además de protección contra infecciones, gracias al Ph naturalmente bajo del fruto tropical.
Lo mejor es que ya fue testeado en mujeres de entre 21 y 70 años de edad con resultados sobresalientes, pues la mayoría alcanzó a prolongar el orgasmo por 15 minutos (quizá sea mucho). Cada vaporización contiene aproximadamente 2 mg de marihuana, y para intensificar el efecto debe usarse lejos de las comidas, recomienda el sitio oficial. Por ahora solo está disponible para los ciudadanos de California poseedores de una receta para acceso a una dosis de marihuana medicinal, aunque el producto se consigue en los estados de Colorado y Washington, donde el cannabis sí es legal.
Acá habrá que ver si lo que se entiende por “uso medicinal” alcanza a la anorgasmia femenina, un trastorno de salud cada vez más extendido y preocupante….