Un exhibicionista suelto en las calles de Mendoza

Siempre que llueve por la tarde vuelvo mentalmente a mi barrio, así esté lejos, como ahora, de aquel paraíso de calles anchas, casi al borde de las sierras y los ríos cordobeses. Recuerdo vívidas las siestas taciturnas de verano y la barra de chicos chapoteando en la Pelopincho de los hermanitos Gómez, los únicos de la escuela que tenían jardín con “piscina” (el resto, manguera y  fuentón). Yo vivía al frente, cruzando la vereda, en una casa de los años 40 que ocupaba toda la esquina, pero mi madre me llevaba y me traía rigurosamente porque en época estival solía rondar un “sátiro”, un loquito vestido de heladero que andaba en bicicleta gritando “palito bombooóm” y con el paquete al viento, asustando las chicas. Culpa de ese enajenado no podíamos andar solos a determinadas horas, ni ir a la despensa ni a la casa de algún amiguito.

 

ay ojalá se asomen pronto las vecinas yimmys yayo via big fun

Ahora a la distancia me parece tan patético aquel tipo, y todos los onanistas como él. Leo en las noticias de un diario mendocino que en la ciudad de Godoy Cruz una chica de 19 años y a una señora que esperaban un colectivo en la parada fueron sorprendidas por un muchacho de unos 35 años que a pleno mediodía les mostró sus atributos sin que nadie se lo pidiera. Ya la sola la imagen del infeliz con el pantalón bajo me da risa. Las mujeres lo denunciaron, claro, nunca se sabe hasta dónde puede llegar un loco de éstos.

Este hizo lo mismo que el de mi viejo barrio: dió vueltas en camioneta, estudió el escenario, luego estacionó frente a la parada, abrió la puerta del acompañante, se abrió el cierre y sacó su equipo para luego hacer “autoerotismo”, como definió el diario local. Parece que el tipo disfrutaba de su hazaña y se le notaba en la cara, se lo veía contento, dijo la chica más joven. Solo se inmutó cuando ellas salieron corriendo… seguramente confundidas por la risa y el espanto. ¿Es un delito que te obliguen a ver lo que no pediste ver?. Creo que sí.