Uno de los últimos títulos que más me llamó la atención en la góndola de las librerías porteñas es Mitomanías de los Sexos, ideas del siglo XX sobre el amor y el deseo que necesitamos desterrar si queremos vivir en el siglo XXI, tal como describen los editores en la bajada de tapa. El titulo no podía ser más oportuno (aunque el contenido del libro apunta a otro aspecto de los estereotipos) porque, atenta yo a los pronósticos de los máximos gurús del mundo astral vengo a saber que, efectivamente, el 2017 será el año de las relaciones, y de las relaciones humanas en general. Si los planetas se alinean como prometen, los individuos nos daremos cuenta por fin de que necesitamos formar “equipos” para salir adelante, sea en el ámbito del trabajo, en la familia, en la pareja, en la amistad etc. Los vínculos tendrán protagonismo excluyente, y la clave entonces será cuidarlos, protegerlos.
Por eso mismo, para poder asimilar el futuro que se avecina es que está en constante revisión el modelo romántico heredado de nuestros padres y abuelos. En ese sentido, si es cierto que lo que mueve al mundo y lo cambia todo es el deseo, hoy los seres humanos claramente deseamos cosas distintas de las que desearon nuestros antepasados. Queremos ser amados, sí, pero sobre todo ser y sentirnos libres, algo que hace 50 años hubiera sonado a oxímoron.
Hoy no te podés quedar…. sunshine
La expresión más notable de hacia dónde van los vínculos sentimentales “estables” son las llamadas parejas LAT (Living Apart Together), como ya se ha escrito en otras oportunidades, gente que se quiere y que por eso mismo ha decidido vivir su relación en casas separadas. Cerca pero lejos, juntos más no revueltos. La figura del hombre “encarcelado” y la ama de casa abnegada vendrían a ser hoy una caricatura del matrimonio.
Cuestión es que esta “evolución” del modelo Susanita crece a ritmo vertiginoso en todo el mundo occidental. Las estadísticas en los Estados Unidos aseguraban en 2013 que existen casi dos millones de matrimonios que no viven juntos, igual que en Inglaterra donde otros 2 millones tiene libreta pero no comparte el techo, dice una investigación de The Economic and Social Research Council. En España rondan el 8%, y en París, la capital de los hogares unipersonales y el laissez faire, una encuesta del Instituto de Estudios Demográficos reveló que el 10% de las parejas vive al estilo LAT. En ese grupo caben divorciados que no quieren renunciar a vivir con sus hijos y adultos que se niegan a ceder la mitad de la cama, pero la gran mayoría son jóvenes de 35 años que priorizan el crecimiento profesional y personal a la convivencia full time, lo que considero un camino inteligente para encontrar un buen amor, si es cierto eso de que solo cuando uno está satisfecho consigo mismo es que puede dar con su media naranja, según los terapeutas.
Quien sabe cuántos mitos más habremos de desandar para alcanzar el nirvana en el amor, pero sin dudas vamos mal si creemos que ser libres es vivir cada uno en su casa, o ser poliamorosos. Ser libre es otra cosa, sin dudas. Aun así, el no verse la cara legañosa por las mañanas es un poderoso afrodisíaco a la hora del sexo, aunque a la larga esa situación cama afuera suele enquistarse y devenir en noviazgos apolillados, eternos y cobardes, con todas las consecuencias que traen. Bueno, quizá también deberíamos sacudirnos el concepto de futuro, pues finalmente el presente es lo único que tenemos.