Año Nuevo, vida nueva dice el refrán, y para los que rompieron una relación hace poco tiempo nada mejor que esa ligera sensación de volver a empezar limpitos de pasados olvidables, o insalubres. Pero no debe ser tan fácil borrarte de la cabeza a alguien si en el cuerpo te has tatuado su nombre, o peor, su cara…
Chupo un heladito mientras hojeo las revistas del corazón y noto que ha vuelto la costumbre de estamparse la imagen del ser amado en alguna parte visible, como una forma de gritar, o confirmar, el sentimiento. Es el caso del chico Icardi, que no hace un mes que están juntos y ya tiene en el antebrazo el retrato de su querida Wanda, que a su vez se escribió “Mauro” en la muñeca. Envidia, me dan: qué frescura, cuánto “amor”… cuánto sentido del aquí y el ahora. Ni se les ocurre pensar que la calentura puede durar apenas un verano. Ojalá que no, claro.
…quién será el homenajeado? Foto Gza Antony Nobylo
En España se han dado cuenta de lo absurdo de la costumbre, de hecho, esta Navidad hubo récord de parejas que se regalaron una sesión especial para eliminar de la piel el rastro del algún ex. Es una forma práctica de romper con un pasado incómodo, pues hay que estar en la cama con alguien que lleva el prontuario sentimental publicado en el cuerpo. “Cada año, tres millones de personas borran sus tatuajes, sobre todo por arrepentimiento, desamor o motivos laborales” dice en una nota periodística que les linkeo arriba.
“Desde un punto de vista empresarial, da más beneficios quitarlos que hacerlos” sostiene la especialista consultada, y aclara que el proceso es un “acto médico que depende de la cantidad de tinta, el color y el tipo piel con el fin de regular la potencia y la dosis de energía que se va a aplicar para borrarlo.”
En fin que los tatuajes, como los ex, son para toda la vida. Es imposible que ambos desaparezcan sin dejar marcas…