Islandia, el mejor país para ser mujer

De Islandia sé poco y nada. Por ejemplo, sé que queda cerca del Artico y que ahí nació Björk, una cantante de rara belleza de quien conservo un solo disco, el primero (el mejor, a mi gusto). Pero ahora me entero que, según datos del Foro Económico Mundial y de la Organización de las Naciones Unidas, es el mejor país del mundo para ser mujer, aunque sea un sitio demasiado frío y esté colgado del mapa.

 

lástima que no tenga playasArian Brumby via lavitaebella

Aclaro, como siempre, que no soy feminista ni lo pienso ser, y que rescato la noticia porque resulta interesante lo lejos que esa nación está llevando su política a favor de la igualdad de género, demostrando con hechos que no es una causa tan perdida.

Además de ser el país donde más libros se venden y el único miembro de la OTAN que no armó un ejército (es decir, no les interesa la guerra), ostenta el mayor índice de mujeres con empleo, y un avanzado sistema de licencia por maternidad que le otorga a ambos padres la misma cantidad de tiempo de receso. Pero, nada es eso: en 2011 el Gobierno le prohibió a las empresas que “lucraran con la desnudez femenina”, medida que hizo extensiva a todas las actividades “vinculadas”. Entre otras, declaró ilegales los clubes de striptease, penalizó el consumo de prostitución y tomó el modelo austríaco respecto de la violencia doméstica. En Islandia, el maltratador debe abandonar la casa, y no la víctima.

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El marketing de los besos en la boca

Se ha vuelto de lo más común ver a dos famosas besarse en la boca en algún que otro evento de la red carpet. Por supuesto que en la mayoría de los casos se trata de un beso falso, sin salivas. Cualquiera sabe que ese simple gesto pudoroso rinde gloriosos dividendos mediáticos: las revistas congelan el momento y las protagonistas, divinamente vestidas con pilchas de canje, logran que se hable de ese disco o película mediocre que están publicitando (y que, seguramente, sin ese “ingrediente” erótico pasarían al olvido). A la platea le divierte y lo toma como viene: una pantomina, parte del show. Nunca como una reivindicación de nada.

La cosa cambia si la misma escena se da en la calle y entre dos mujeres anónimas, acto que por falta de costumbre puede resultar chocante para muchas congéneres. Algunas nos resulta indiferente. No sucede lo mismo entre los hombres, a quienes la sola imagen del deseo sexual entre dos mujeres les alborota los ratones …


Hace unos días salía de Starbucks con el chai y la tortita de zanahoria en cada mano, cuando veo sin mirar a dos preciosas criaturas de menos de 25 levantarse de una mesa, en dirección a la puerta…

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