En 2016 supimos con certeza que en menos de lo que creíamos los seres humanos acabaremos compartiendo la cama con los robots y peor, que los videojuegos de realidad virtual erótica nos permitirán tener en casa a la pareja ideal e interactuar con ella cotidianamente, como marido y mujer, e incluso alcanzar el orgasmo y pelear por el control remoto de la tele, claro, todo ese menú sin sacarnos las gafas.
Personalmente no me veo durmiendo abrazada a una cosa de lata ni alienada detrás de unos lentes, pero en Japón, la capital de los inventos más pervertidos del mercado ya han diseñado experiencias semejantes a las que viviremos cuando lleguen a nuestras vidas estos temibles electrodomésticos sexuales.
La revolución de la realidad virtual es Ilussion Vr, también llamado The Full Body Virtual Interface, y se trata de un equipo con traje estilo buzo conectado a sensores táctiles de alta sensibilidad que simulan el acto sexual física y visualmente. El hombre se introduce en el disfraz y todos sus complementos para el juego y enseguida empieza el concierto de gemidos oh ahí ooh ahh. La marca de juguetes íntimos para hombres Tenga promete con esta nueva herramienta que acariciar unos pechos de silicona (el disfraz viene con un par incorporado), provocará las mismas sensaciones que produce el contacto con las partes íntimas femeninas, ya que los sensores fueron desarrollados con la tecnología más sofisticada. El sistema incluye un curioso dispositivo en donde se introducen los genitales masculinos, pues el juego debe tener un final feliz…
No me niego al progreso, de hecho creo que los juguetes y la virtualidad enriquecen la vida privada de las personas y hasta son recursos terapéuticos en casos de pacientes con fobias y trastornos de personalidad. Pero la real realidad es que hoy basta con bajar una app o acercarse en la fila del supermercado a la chica que te gusta para compartir un café y con un poco de arte conseguir cariño real. En fin, que esta revolucionaria máquina de sexo virtual cuesta cerca de 400 dólares y ya se agotó, en Japón, al menos.