Relatos hot para un día de lluvia

Nunca más oportuno el reclamo de Lalo Potemkin. Aprovechando que nuestro querido lector pide un relato hot, he aquí para ustedes, en exclusiva, un erótico anticipo de primavera, que además viene a cuento del post anterior.

La escena que a continuación transcríboles integra un capítulo del libro La segunda vida de las flores, de pronta aparición en las librerías y que fue escrita por Fernández, amigo y autor de Corazones solitarios. Cuando me contó que en la novela había un momento subidito de tono, pensé que sería apropiado y rendidor para las fantasías desacatadas de mis lectores, más ahora que se avecina un fin de semana gris y lloviudo….

Salut!

Imagen David Bellemère via ponyxpress

Capítulo 8

Fernández vio, en retrospectiva, cómo el viejo se quedaba pasmado, los ojos grises abiertos y redondos como claraboyas, y cómo se sacudía por efecto de la inercia y cómo se caía de culo mientras el Megane plateado se escapaba, doblaba más allá, atravesaba calles, cruzaba Juan B. Justo y se detenía en el cruce de Ravignani y Paraguay. Estás loca, empezó a decir. Vamos arriba -le dijo ella tapándole la boca con besos-. Vamos arriba, estoy mojada. Fernández no pensaba, sólo se sacudía por el miedo y la calentura.

Ella lo abrazó en el vestíbulo del edificio, lo desnudó en el ascensor, se arrodilló en el palier para saborearlo y lo empujó adentro con una autoridad nueva y apremiante. No hablaban, se habían terminado hasta las miradas. Era un acto tantas veces postergado que venía como un vendaval silencioso y ciego, aunque arrasador. Se tropezaron en la cocina quitándose las ropas y los zapatos, y ella lo arrastró al piso, se le puso arriba y tomó el mando con energía y plasticidad. Primero la cosa fue salvaje, como venía de afuera: Fernández con los dientes apretados y Mili con la boca abierta, arqueándose cada vez que acababa.

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La soprano más hot

No creo que exista una soprano más sexy que la rusa Anna Netrebko. Adoro a esta mujer que le quitó el spray a los personajes femeninos de la ópera, siempre tan peinaditas y tiesas. Dueña de una voz suntuosa y oscura, esta belleza de 40 años despliega un inquietante erotismo en el escenario, y como admite que le encanta vestirse alocadamente, apenas puede aparece lo más desnuda y sugestiva posible, como en Manon, donde luce portaligas y baby doll. En este video (no es muy bueno, pero es el mejor que pude conseguir, pues en Youtube ya no está) canta Canción a la Luna, de Dvorak, mientras flota sobre una concha de plástico chupándose los dedos y tocándose delicadamente, quizás evocando un sueño tan vívido como ardiente. Una delicatessen para empezar la semana.

PD: dejen que cargue bien el video, está muuuuuy lento

Lo que quieren ellos

Mientras pensaba el contenido de este blog decidí hacer una mini encuesta entre mis amigos varones para saber qué les interesaría leer sobre el tema. No sé nada sobre cuestiones de género, pero nunca creí demasiado en aquello de que “todos los hombres son iguales”, simplemente porque la mayoría de los ejemplares que conozco son tipos excepcionales … tan excepcionales como desconcertantes.

¡¿Leer?! nena, ¡yo quiero veeerrr, no leer!, ¿entendés la diferencia?” me ladró Quique, haciendo montoncito con los dedos. Decido ir a preguntarle a Hugo, hombre sensible, culto y criterioso al que adoro…y que se sumó a la moción anterior. Carne, tiene que haber carne, sino para qué” (minas desnudas, digamos). Vuelvo al escritorio revolviendo mi té y le pongo un chat a Ignacio, que directamente me pronostica un fracaso si no incluyo historiasbien hot y en primera persona, o mejor, mis aventuras en la cama. Luis, que acaba de divorciarse, puso la cuota desopilante:“le hace falta poesía, el sexo es poesía”… ¿Eh? ¿qué tomaste vos? ¡con ese verso retro no vas a conseguir ni solo un polvo!, contesté conteniendo la risa (después me dió culpa). A las pocas semanas subo al ascensor y ahí estaba Tute. Genial y gentil, recordó que hacía tiempo tenía guardado un dibujito, nunca publicado y muy oportuno para el blog. Abro su mail esta mañana, y doy con la conclusión de mi encuesta: van a pasar otros miles de años, y hombres y mujeres seguiremos desencontrados. ¿Estoy equivocada?

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