Ahora los hombres usan lencería femenina

Hay una tienda en mi barrio de ropa interior femenina que hasta hace poco era atendida por unas chicas simpáticas y gerenciada por Pocha, una dama de 60 que lucía tan joven como ellas.

Siempre estaban al día con las novedades de las marcas y los materiales, y para las clientas amigas solían reservar en un cajón esas cositas atrevidas que usamos a veces para encenderle la mecha a algún amante, o novio de turno. Lamentablemente de un día para el otro Pocha y sus chicas volaron y se hizo cargo del negocio un señor heterosexual de unos 50 años, que vino a ser el dueño. Desde entonces el local está vacío. Los conjuntos colgados, la vidriera impecable, pero vacío de clientas.

Es que…a quién se le ocurre, un hombre al frente de un emprendimiento tan delicado. Es un comentario apolillado el mío, ya lo sé, pero al menos a mí me resultaría un poco bizarro consultarle a un vendedor por un corpiño y que éste me explique las bondades de la taza, decirle que los breteles ajustan, ver como él calibra a ojo mis gracias y sugiere modelitos alternativos, para luego yo pasar al probador y él desde afuera preguntarme en voz alta cómo “lo siento”.

Mi imaginación se me dispara, como siempre, para el lado de los policiales más negros. Es que repasando noticias encuentro que en los Estados Unidos, en la ciudad de Woodstock, el empleado de una tienda de ropa interior y juguetes para adultos llamada Redlight Boutique fue detenido por manosearle el pecho a una clienta. Ahora por tomarse tan en serio el trabajo, Eric Broederdorf, de 44 años, fue acusado de abuso sexual criminal y detenido en la Prisión del Condado de McHenry. No hay que apasionarse demasiado con ciertas faenas, ya ves.

Indago otro poco sobre al asunto y encuentro que, aunque no son ejemplo a seguir, en Arabia Inaudita, ahí donde las mujeres no pueden ni manejar un coche sin pedirle permiso al marido, una ley reciente prohíbe que los hombres despachen comercios de ropa intima femenina, lástima que la medida no llegue por cuestiones pudorosas sino políticas, porque el rey Abdullah bin Abdel Aziz está tratando de “modernizar” a los saudiés dándole oportunidades laborales a las chicas. Algo es algo, eso sí.Todo este paquete de news viene a cuento porque, oh oh, mundo éste para haber nacido, han aparecido en el horizonte muchos individuos heterosexuales que ahora usan ropa interior de corte femenino, me refiero a bombachas, corpiños, baby dolls y demás.Si. Un hombre en tanga, digamos.

“Ah, lo que faltaba” acotó mi madre cuando le conté. “Por suerte están bien lejos y no tendremos que ver el espectáculo acá”…Madre ignora el alcance del comercio online, un pulpo con tentáculos larguísimos. Desde hace unos años la firma australiana Homme Mystere diseña panties, sostenes y hasta corsets adaptados a la anatomía masculina, aunque desde la empresa juran que son para todos y todas, e incluso argumentan en sus campañas que la relación de pareja podría mejorar si los hombres se atrevieran a explorar su costado “sensual”. Cuestión es que la venta online ha penetrado todos los mercados, especialmente el de Estados Unidos y Europa, dice un sorprendido artículo del Daily Mail.

Encajes, estampas de corazones, moñitos y portaligas, a las pilchas no les falta nada. “Yo sólo quería decir muchas gracias por hacer ropa interior para chicos. No me importa ir a Victoria’s Secret y similares, pero siempre tenía que decir: ‘Voy de compras para mi novia’, cuando realmente ¡eran para mí! Gracias de nuevo por hacer bombachas para los chicos, los amo”, confiesa un cliente hetero en la web de Homme Mystere.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recuerdo que investigando para mi libro hace unos años, tuve que recorrer hasta el último puticlub de esta ciudad y, entre otros hallazgos insuperables, descubrí que en estas latitudes gauchas también habemos fans del crossdressing, una suerte de fetichismo cultivado por señores que disfrutan disfrazándose con ropa de mujer, y no son travestis eh, aclaro.

No creo que haya algo más deserotizante en esta tierra que un tipo en tsunga, por lo que ruego a los cielos que nunca se me presente un ejemplar atrapado en una tanga de encajes. He dicho!

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