Muchachos, ¡paren de sufrir!

Tuve que ir a un cumpleaños y pasar por un momento indeseable: un matrimonio mostró su crisis en público. Sin levantar la voz y educadamemte, se dijeron palabras fulminantes. Y de los dos, la viperina era ella. La conversación había empezado amena frente a la parrilla donde ardía una tapa de asado, hasta que el tema derivó en mi blog. Un nabo presente hizo el chiste de doble sentido, y el marido de la fulana lo remató. Pero ella le recogió el guante con una metáfora soez.

-¿y vos? ¿qué te hacés?…¡si apenas la usás para hablar!, dijo haciendo montoncito con los dedos.

Tragáme tierra, dije yo. Felizmente he cerrado en paz y sin rencores cada capítulo amoroso de mi vida, sabiendo que con esos seres fuera de serie (son pocos) contaré siempre en las buenas y en las malas. Pero la actitud de esa mujer que, en verdad, se lastimó a si misma, me dejó sorpendida.

Cuánta violencia embutida. Por eso insisto en que la “guerra de los sexos” no existe: lo que existe es la gente belicosa. Pero, hay congéneres que no quisiera de enemigo. A propósito del episodio busqué un artículo que leí en la revista Askmen, en la que el autor hace una lista con las crueldades de las que somos capaces las mujeres para con ellos. No comparto todo porque descreo de las generalidades…. pero brujas, que las hay, las hay:

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