Hay gente a la que le gusta, o le provoca morbo, tener sexo en un cementerio. Yo no me veo con los calzones bajos correteando entre las lápidas y los nichos rotos de los próceres de la Recoleta o Chacarita, con los gatitos hambrientos maullándo mientras miro por los costados imaginando que en cualquier momento alguno se levanta de su tumba. Existe la necrofía, los aventureros y la gente que tira a lo clásico, que prefiere ámbitos más normales para el sexo.
Existen juegos de palabras que relacionan el sexo con la muerte, como el vocablo cementerio – ¿me captan? – y la petite mort por orgasmo, entre otras. Pero el sexo es vida, qué duda cabe, aunque la empresa de féretros polaca Lindner intente ponerle un poco de erotismo al negocio mas estable de todos. Al genio de marketing de esta empresa se le ocurrió hacer un calendario para el futuro año 2011 recreando situaciones hot para mostrar sus mejores modelos de cajones.
Relaciones lésbicas, un menáge a trois que termina mal, una venganza pasional, viudas vamp y parejas revolcándose entre los cajones de fina madera. Es que el sexo levanta cualquier “muerto”, como a esta funeraria, una de las más grandes de europa, que pese a vender a rolete necesitaba un poco de fama, la efímera fama de los 15 minutos.