Lo que dispara el deseo femenino sigue siendo un misterio que no acabará por develarse jamás, por muchas estadísticas y casos que se citen a la hora de probar cualquier peregrina teoría. El tema es pasto fértil para llenar tantas páginas de libros y revistas como mujeres sexualmente activas hay en este planeta, pero tal vez este artículo publicado meses atrás en la revista domincal del The New York Times aporte un datillo más sobre el asunto, datillo útil para el bolsillo del caballero interesado en navegar las profundidades de la libido fememina. Los autores de la investigación concluyen que el deseo se cocina a fuego lento en la cabeza, y creo que es verdad. Y es más, creo que el punto justo de cocción depende de un conjunto de factores muy básicos: uno puede estar en la barra de un bar tomando un Dry Martini con el hombre más feo del mundo que si éste sabe trabajar nuestra sensiblidad con palabras y gestos (y aunque lo que diga sea mentira), probablemente cualquier loca fantasía le sea posible de concretar. Parece que ninguna de las encuestadas se ratonea mirando fotos de protohombres en boxer y pelo en pecho, y que no hay estrategia más efectiva que los gestos y las palabras. Para los que aún no se han enterado, pasen, lean y ….aprendan