No sé porque, pero cuando hablamos de sexo a todos nos cuesta llamar a las cosas por su nombre. De la más pudenda infancia traemos a nuestro presente adulto un abultado glosario de diminutivos, abreviaturas, eufemismos, metáforas y sinónimos, propios y universales, para sustituir vocablos o expresiones incómodas de pronunciar. Decimos “chochi”, “pilín”, “popó” y otras tantas estupideces para evitarnos el pene, vagina, caca etc etc. Tal vez en la intimidad algunos giros “linguísticos” funcionen para prender la mecha, aunque no a todos les encienden las mismas cosas, ya lo sabemos.
via lavitaebella… tengo una biblioteca de palabras para decirte al oído