Si algún día de éstos pasan frente al Museo Nacional de Bellas Artes, entren. Hay colgadas en los muros obras fabulosas, algunas de intenso contenido erótico ahora finalmente agrupadas o curadas en una muestra imperdible que hace foco en el cuerpo femenino como sujeto de deseo, bien titulada “La seducción fatal”. Yo suelo cada tanto pasar a ver La Ninfa, de Bouguereau, y El Baño, del gran Prilidiano Pueyrredón, dos de las piezas más inquietantes del museo.
La muestra reúne 65 obras en su mayoría patrimonio del MNBA y está ambientada con luces bajas y de colores rojizos muy sugerentes y que invitan a detenerse para contemplar detalles de esos bellos desnudos retratados por grandes maestros del arte del siglo XIX y hasta el fin de la primera guerra mundial. “El erotismo de la sociedad burguesa del siglo XIX fue de una doble moral; existía una culpabilización sobre el sexo y, a la vez, las relaciones de poder sobre el cuerpo femenino, como lugar de deseo del hombre”, dijo Laura Malosseti, la curadora a cargo, a la agencia EFE.
Allí están La ninfa sorprendida de Edouard Manet, El despertar de la criada de Eduardo Sívori y El rapto, del francés Evariste-Vital Luminais que nos revela el vínculo entre las fantasías sexuales, la violencia y el sometimiento de la mujer a las pasiones masculinas. “No hay erotismo sin un componente de muerte, de destrucción” recuerda, asertiva, la curadora. “La idea de la mujer raptada, arrastrada a la fuerza y cautiva forma parte también del imaginario asociado a las jóvenes de clase popular, que fueron sujetos de fantasía de la élite de la época e iconos de la circulación entre clases.”
“Entrado el siglo XX, la vanguardia se adentró en una mirada crítica y la incitación a la excitación siguió en el cine y la fotografía, que eran lugares menos controlados y mas controvertidos” sotiene Malosseti, que al final del recorrido incluyó revistas pornográficas francesas censuradas allá y traídas a la Argentina, y que luego inspiraron tangos y caricaturas chanchas traducidas más tarde en lo que conocemos como “picardía criolla”. “Esos impulsos, que parecen inherentes a la dimensión de la sexualidad, hacen que el cuerpo femenino siga siendo objeto de deseo hoy y que se utilice en el consumo de los medios de masas, que sea un producto”, afirmó.
No se la pierdan, hay visitas guiadas y tienen tiempo hasta marzo para verla.