Tango para erotizarse bien (post con música)

Mis vecinos de blog me van a envidiar: efectivamente tengo una comunidad de lectores atentos y sumamente informados, lo que estimula un nutritivo ida y vuelta. Por un descuido infame olvidé mencionar a Milo Manara en el post del cómics erótico, pero felizmente ahí estaban Polaca80, y Raul P. , que además aportó una cuotilla de erotismo francés a la tertulia virtual con su “no, pas comme ça, tout doucement, tout doucement…” ¡ohlalalá!, Raúl!

Pero el comentario de La Fulana, recién estrenada en el foro, me puso piel de gallina, así que necesitada como estaba yo de abrazos milongueros el fin de semana corrí al reencuentro de mi pasión mayor: el tango. para los que no creen en el poder afrodisíacos del 2 x 4  les cuento que la Unesco declaró Patrimonio de la humanidad a la danza rioplatense y que al fin se ha demostrado científicamente la dimensión erótica de este baile.

Fotos Graciela Calabrese

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237 razones para tener sexo

Con suerte, el siglo XXI acabará por enterrar ciertos mitos que amenazan con fosilizarse en el imaginario colectivo. Muchos crecimos, por ejemplo, sospechando que fulana llegó a gerente general porque se acostó con menganito, o que sultanita se casó con fulanito para asegurarse la beca conyugal, y de paso figurar en las páginas de sociales. Del mismo modo pretendieron convencernos de que a la hora del sexo a todos los hombres les tira más la necesidad que el placer.

Hay de todo en el supermercado global. Pero a veces las cosas son al revés.

Vicent Bousserez via ponyxpress

Sin ir tan lejos, un amigo terminó con su novia de tres años y desde varios meses no tiene sexo más que consigo mismo. Dice que la abstinencia no es por falta de ofertas, sino de ánimo. Se pregunta cuándo volverá a gustarle una chica, porque que él no es de acostarse deportivamente. No encuentra razones para hacerlo, más que la necesidad y en su caso, el deseo por alguien. Pero hay más, muchos más motivos.

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Con el calor aumenta el deseo sexual

Se ha intentado probar científicamente que el calor aumenta el apetito sexual de las personas. ¿Qué factores alientan dicha hipótesis? A causa de la elevada temperatura hombres y mujeres andamos ligeros de ropa, es decir, hay más estímulo visual, al revés del invierno, época en la que uno va tapado hasta las orejas. En verano, además, las noches son más largas y bajan las horas de sueño.

Tengo un amigo que cree fehacientemente en este fenómeno. Apenas salta el barómetro a él le empiezan a llover las propuestas de sus ex compañeras de cama, lo que impacta en la frecuencia de su actividad sexual estival. Lo tomé como una fanfarroneada, pero es creerle o reventar: ayer, 20 de septiembre, estando en la cola del cine empezó a sonarle el celular. Era una vieja “amiga” intentando reflotar el vínculo, tal vez para asegurarse un revolcón primaveral.

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El sexo a lo Hollywood

Acerca del post sobre los muebles que facilitan ciertas posturas amatorias, una amiga hizo una obervación interesante a raíz de una columna que leyó en un diario español.

Y es verdad: el cine y la televisión, sobre todo el material pornográfico, tienden a magnificar las escenas de sexo dotándolas de un surrealismo erótico tal que acaba causando daño a la intimidad de los mortales comunes y silvestres. Si nos comparamos con esos acróbatas capaces de increíbles piruetas al momento de la pasión, una se siente una Carmelita, un inútil, o un aburrido. Y de ahí, a la frustración.

Es que, por muy joven que seas, no todos los seres humanos estamos en condiciones físicas de planear en la mesada de la cocina, entre las tostadas y los platos sucios, sin que el mármol te parta el huesito dulce o te saque un moretón. Tampoco hay tantos audaces con ínfulas para encerrarse en el baño del avión con ese pasajero/a de la primera fila que tiró onda, o practicar el sexo oral en un asensor de uso público. Puro Hollywood… En el intento por imitar al celuloide algunos acaban con cuello ortopédico o detenidos por exhibicionismo. Ahora me viene a la mente la película Infidelidad, cuando Diane Lane y Olivier Martínez, en el rol de amante pirómano (porque fogoso era poco) se dan un revolcón parados en el extremo de la escalera del edificio, a las apuradas, y discutiendo a los gritos con los calzones caídos hasta las rodillas. Simplemente absurdo.

Yo no imagino situación parecida en mi consorcio, administrado por una banda de jubilados enajenados que se la pasan espiando por la mirilla y controlando los pasillos con un palo cada vez que hay ruidos sospechosos. Es así, aunque no lo crean.

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El gastrosexual, o la técnica de los sibaritas

Ahora que está de moda resignificar viejas costumbres para alentar nuevos estereotipos (y luego sacarles algún provecho comercial, porque siempre hay solapado un negocio), aparece en el horizonte un nuevo modelo de hombre: el gastrosexual.

Apenas leo (y ustedes perdonen, pero sobre éstos temas me estoy desayunando ahora) interpreto que se trata de un sujeto de sexo masculino que padece desórdenes digestivos. Pero no: estamos hablando de un sibarita joven que cocina como los dioses y hace de ese arte culinario una estrategia de conquista. Digamos que es alguien que entra por el estómago, y no por los ojos. Es esa clase de hombre que en vez de hacer “el verso” te atrapa con una quiche lorraine de brócoli y un volcán de chocolate como postre. Para eso el tipo hizo previos cursos de gastronomía, y compra cuánto utensilio y batidora sale al mercado, porque lo suyo es engordar a la presa antes de llevarla al horno.

Jeff Bark via ponyxpress

Por mi parte, bienvenida sea la especie, llámese “Gastrosexual” o cocinero a secas. En mi heladera languidece un pedacito de queso semipodrido, verde de tan viejo, así que nada como un ser generoso dispuesto a darte de comer bien…y a cenarte después.

Hace unos años conocí a un encanto de éstos que muy hábilmente supo conducirme hasta su mesa. Fui convencida de que me esperaban una pizza descongelada y un flan Serenito, pero oh oh…

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Festival de cine sexual, o un viaje a la inspiración

Cualquier ingrediente que contribuya a mantener en alza la libido viene bien, más aún cuando pasan los días, los meses … y el deseo no repunta. Siempre hay que darle una oportunidad a los “estímulos externos”. Me refiero a que cada tanto no está demás probar con un paseíto por el sex shop, leer de a dos un cuento erótico, sumergirse en un baño de espuma o ver una película subida de tono.

Por eso mismo, y si todavía no armaron programa y están bien acompañados (solos puede ser un auténtico garrón), ¿porqué no darse una vuelta por el Festival de Cine Sexual que empieza este fin de semana?

Sí, queridos lectores: en la Argentina habemus festival del genéro, como en la mayoría de los países del primer mundo (¡si fuera así de fácil!). En este caso me atrevo a recomendarles el plan aún sin haber ido jamás, pero supongo que si van por la novena edición, y si en el jurado hay un cineasta como Juan Bautista Stagnaro y un tipo inteligente como Diego Capusotto, es que lo que hay para ver es confiable. Al menos, porno no es (y no tengo nada en contra del género, pero para eso me pongo el Venus en casa).

Compiten 55 películas de México, Perú, Brasil, Colombia, Venezuela y Cuba, entre otros países, y la novedad más “excitante” de este año es que habrá una función exclusiva para nudistas.

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“Ya no quedan mujeres”

Ahora que ellas aceptaron las reglas, ellos se quejan de la inestabilidad sentimental, de la falta de compromiso y del vacío de las relaciones carnales casuales. Quieren amor del bueno, y ellas también. Pero hay hombres que todavía no digieren la idea de que, como ellos, las mujeres también pueden “tener sexo con el equivocado mientras esperan al indicado”.

Estas conclusiones surgen de los comentarios que ustedes, queridos lectores, dejaron en el post anterior en el que les cuento los dilemas erótico-existenciales de mi amiga Diana. Algunos hasta parecen sorprendidos por el cambio de hábito, cosa que yo no: hace tiempo que escucho a los hombres repetir que “ya no hay mujeres”.

Y les creo, dice Marilú, charlando por teléfono sobre este punto. Lo que no quedan son minas que aguanten el “gataflorismo”. Salís una vez, lo pasa bárbaro, dice te llamo…¡y no llama más!. Si vos tomás la iniciativa, sos una reventada o estás de liquidación. Lo de siempre. Todo esto es culpa de la histeria masculina. Pero finalmente cayeron en su propia trampa.

En cambio yo prefiero creer que no hay culpables, sino personas que consideran y promueven la teoría de que las relaciones estables son una forma de esclavitud sentimental y física, donde la cama es la cárcel y la fidelidad un castigo. En fin. Les dejo este vídeo de Seinfield que relata como nadie la crónica del eterno desencuentro contemporáneo.

Libros para ratonearse I

Los días grises y nubiosos suelen ser un opio. Pero gracias a Inés, una lectora que cada tanto se cae de visita por el blog y que ahora quiere le recomiende algún librito erógeno, ayer pasé una tarde inquietante acurrucada en las sábanas de algunos clásicos de la literatura erótica, todos prestados por Raquel, mi amiga erudita que siempre me ahorra lecturas parasitarias. En este caso no es fácil recomendar a ciegas, básicamente porque la frontera entre lo obsceno y lo sensual es tan finita que a veces lo que a unos calienta, a otros escandaliza. Y así.

En fin. Como tengo cierta debilidad por la cultura japonesa, instintivamente recordé la temperatura que hay en las páginas de Al sur de la frontera, al oeste del sol, de Haruki Murakami. Uno de los pasajes del libro es tan pero tan vívido que te saca piel de gallina…

Pero a propósito de Inés alquilé Henry y June, dirigida por Ang Lee (Secreto en la Montaña). Pese a que el guión resultó un letargo, la película me condujo hasta la vida de Anaïs Nin, una mujer intensa que ha escrito diarios, cuentos y novelas fogosas. Fuí directamente a la biblioteca por la biografía donde ella revela los entretelones del triángulo amoroso que vivió con el escritor Henry Miller y su mujer June, vínculo que a Nin terminó por liberarla sexual y moralmente de sus íntimos conflictos y ataduras. Léanlo. Es sutil y llana para describir el frenesí sexual que la consume. La peli (una de las escenas más lindas ilustra este post, ellos amándose bajo un puente en París) se salva gracias a la fotografía, a la puesta en escena, y a Uma Thurman que está divina en el papel de bisexual.

Ahora tengo en la mesita de luz varios libros de la colección La Sonrisa Vertical (el título lo dice todo) y, en la próxima, Inés, prometo más sugerencias. ¡Ah! Se me olvida recordarles que este tipo de libros -sobre todo los cuentos cortos- tienen poderes afrodisíacos, es decir, son ideales para leer en buena compañía…

Contigo en la distancia

La luna iba trepando por las terrazas de mi barrio, redonda y anaranjada como una pastilla de Redoxón, mientras yo ponía la mesa y calentaba un arroz primavera para mi amigo Gustavo, que tiene 42 años y le encantan las arvejas. Pero el paisaje lunar me puso sentimental y, en consecuencia, la cena se pegoteó. En fin. Cuesta caro extrañar a alguien, más si esa persona está lejos. O peor, si nunca estuvo cerca.

De todos modos prefiero añorar al individuo a tener que experimentar con la tecnología amorosa para calmar su ausencia física. Me sentiría bastante patética sentada frente a una Webcam y mirando en la pantalla a mi amante desnudo haciendo movimientos epilépticos, porque en casa la banda ancha anda bastante mal y se corta a cada rato. Pero entiendo que esa virtualidad es muy útil para las parejas que por causas ajenas a su voluntad deben vivir separadas, así que celebro el avance del erotismo informático. Parece que la calidad de los orgasmos a distancia puede mejorar si prospera el Mutsugoto, un invento del artista contemporáneo Tomoko Hayashi, y que se presentará en sociedad en el próximo mes de agosto en el Festival de Edimburgo. Hagan click aquí.

Por si no vieron el video les cuento que la pareja debe acostarse en camas separadas y colocarse unos anillos que son detectados por una cámara que sigue los movimientos de la mano. Estos movimientos se transmiten y proyectan en forma de rayos lumínicos sobre el cuerpo del ser amado, asi esté uno en Tokio, y el otro en Merlo. Esos rayos aparentemente despiertan cosquillas, o cosas así. Como dije antes, soy chica de consuelos más bien discretos. Por el momento prefiero (entre otras cosas) escuchar a Luis Salinas en este bolero que chorrea de pasión. ¿Qué me dicen?