Entre la inflación, el tarifazo y Macri que pide ahorrar al máximo la luz y el gas, casi sugiriendo que volvamos a la bolsa de agua caliente, los argentinos terminaremos convertidos a la fuerza en un país de ecosexuales.
Este movimiento ero ambientalista nació hace ocho años por iniciativa de las artistas plásticas norteamericanas Annie Sprinkle y Elizabeth Stephens, y básicamente promueve el amor por la tierra y el cuidado de los recursos difundiendo las relaciones sexuales en comunión con la naturaleza. Es mucho más que “el amor libre” y el andar desnudos del flower power. En su manifiesto, los ecosexuales se declaran “acuófilos, terrófilos, pirófilos y aerófilos. Sin pudor abrazamos árboles, masajeamos la tierra con nuestros pies, y hablamos eróticamente con las plantas. Somos naturistas, adoradores del sol, y observadores de estrellas. Acariciamos rocas, gozamos con cascadas, y a menudo admiramos las curvas de la tierra. Hacemos el amor con la tierra a través de nuestros sentidos. Celebramos nuestro punto E. Somos muy guarros. Salvaremos a las montañas, las aguas y el cielo por todos los medios, sobre todo a través del amor, la alegría y nuestro poder de seducción” rezan algunos de los párrafos.
….pensamientos verdes marisa papen via sunshine
Este club ha cosechado miles de adeptos en todo el mundo, e incluso logró el apoyo de grandes organizaciones internacionales como Greenpeace, que incluyó en sus campañas un decálogo para la práctica del sexo sostenible. Entre otros hábitos amigables, un ecosexual de verdad hace el amor con la luz apagada y aprovecha las horas de sol, o bien alumbra con velas de cera de abeja y parafina, nunca de petróleo. Supongo que si hace frío lo hará con medias y buscará un hogar a leña para desnudarse sin riesgo de pescar una gripe. A la hora de ducharse nunca llena la bañera si no es con agua de lluvia. En cualquier caso se ducha en pareja para ahorrar agua, y al momento del intercambio erótico cierra bien la canilla. Si le hace falta energía extra para cometer el acto solo consume afrodisíacos naturales tales como ginseng, maca (con ésta raíz hay que tener cuidado) o ginkgo biloba. Sigue una dieta a base de productos orgánicos libre de transgénicos, evita las ostras porque su comercialización contribuye a la sobreexplotación de los océanos, pero si es vegano tendrá una mejor performance ya que como dice la ciencia comer carne, huevos y lácteos aumenta los niveles de colesterol, lo que impacta negativamente en el flujo sanguíneo.
El ecosexual usa lubricantes a base de agua, biodegradables y nunca derivados del petróleo como aceites o vaselinas, y complementa el ejercicio con juguetes naturales (comprados en la verdulería o fabricados con materiales reciclados) o bien con chiches de caucho, entre otras estrategias pro planeta.
Si bien creo que es una filosofía muy noble, por tener en cuenta a las generaciones futuras y a las otras especies, este tipo de movimientos en algunas sociedades fanáticas puede alentar conductas extremas, cuando no insólitas o denigrantes. Sin ir más lejos recuerdo que hace un año una mujer llamada Emma McAbbe se casó con un árbol. Ahí supe que existe la Dendrofilia, un patrón de comportamiento propio de quienes prefieren tener sexo con plantas, árboles y frutas, algo que imagino como se ejecuta. En fin que las políticas de turno no nos lleven a tanto solo por ahorrar en la facturas de los servicios!