– ay… dos minutos de abrazos y ya vuelve el alma al cuerpo, “cierra” mejor el día, ¿viste? – dice Betty, una conocida milonguera con la que compartí mesa hace unas noches.
Es cierto, entre tandas y abrazos casi me sorprende la madrugada. Como hacía tiempo que no bailaba aproveché el feriado largo para desquitarme, y eso que al principio sentí vértigo pensando que había olvidado los pasitos básicos. Pero es cuestión de escuchar la música y dejarse llevar para que los pies recuerden. Mi profesora dice que el tango se “metaboliza”, que una vez que lo aprendiste podés pasar un siglo sin ir a una milonga y, sin embargo, cuando volvés, lo que aprendiste está ahí, intacto. “Es como andar en bicicleta, y como el sexo”…
un mes sin sexo y estoy mareada via codice binario via olala live journal
Efectivamente, Elina, querida. Aunque la araña teja y teja, el cuerpo tiene memoria. Solo que, en estos casos, si uno deja pasar demasiado tiempo entre “tanda y tanda”, cuando volvés a la pista puede darte algo mucho peor que la amnesia: el pánico “escénico”.