Después de un tiempo de ponerle onda comprendí que las apps de citas terminan funcionando como un chupete, un entretenimiento para matar la tarde del domingo y sacarle músculo al dedo índice, porque eso de conseguir sexo fácil cliqueando cruces y corazones es una gran mentira. Hay quienes encontraron el amor y están en pareja, otros van por el Guinness y el 42% de los usuarios está casado o en una relación (según datos de Globalwebindex) pero el grueso de la fauna que pulula en las redes alimenta las estadísticas que aseguran que en la Argentina hay un psicólogo por habitante: cuánta histeria…¡por favor!
Encima uno termina sentiéndose un nazi ,descartando gente solo por la cara o su entorno (abrazado al perro, adentro de un descapotable, fumando habanos, exhibiendo torsos achicharrados por el sol o parados frente a torres y fuentes del mundo). ¿Los hombres se han prostituido? le pregunto a una amiga, mirando la ostentosa galería de esquiadores, golfistas y bon vivants (que después pretenden compartir la cuenta!). En fin, iba a que no todo lo que brilla es oro. Porque está bien, las apps sirven para acercarte al mercado y levantar la autoestima, pero en la mayoría de los casos el crush o coincidencia termina siendo un error del algoritmo. La experiencia propia y ajena demuestra que a la hora de la intimidad la compatibilidad sexual sigue siendo estadísticamente esquiva, pues es casi imposible casar los gustos en una cita casual. Un amigo que conoció en Tinder una chica linda y despabilada que luego en la cama desenvainó un látigo. Nunca le gustó ni le gustará el bondage, se lamentaba. Otra conocida recuerda que un señor se le largó a llorar en pleno acto, pues hay quienes lloran de placer, y a una amiga le tocó un curioso de la asfixofilia. No dá terminar como Norita Dalmaso o Kung Fu por un poco de amor efímero!
sadomaso, o nada! nalisest
Con qué nos encontraremos en la cama ajena es parte de esta aventura virtual, y a cierta altura del viaje hay que tener muchas ganas de seguir tirándose al vacío así nomás. Cada individuo vive de manera diferente su sexualidad y casi todos llegamos a la cita con un mapa mental de lo que nos gusta o nos excita, por eso las cifras afirman que el 75% de las personas que consultan al sexólogo sufren trastornos de incompatibilidad.
“Nuestra experiencia sexual con esa persona tenderá a ser más gratificante cuanto más parecidos sean esos mapas, aunque también hay que decir que esos mapas no están cerrados, por lo que es posible introducir algunos cambios o adaptaciones a su estructura básica” señala Peré Font, director del Instituto de Estudios de la Sexualidad de Barcelona en una nota publicada en la revista Elle. Según mi sexóloga de cabecera, Diana Resnicoff, “decimos que el problema es la incompatibilidad cuando hay gustos, tiempos, horarios, posiciones, formas, frecuencia, deseos, ritmos diferentes y no hay disfunciones propiamente dichas. Es bastante frecuente en la pareja, si bien en general quien consulta es la mujer.” Si ya es difícil lograrlo con alguien que conocés y te gusta, con un desconocido puede complicarse más, o al revés, claro. Los milagros existen.
Escribo estas palabras segundos después de darme de baja en un par de portales, habiendo pecado lo suficiente como para divertirme y hablar con conocimiento de causa. No estuvo nada mal, pero a otra cosa!