Si en una sesión de intercambio de fluidos un tipo me dice “ya vengo”, y al rato se me aparece vestido con un boxer de cuero negro dos talles más chicos, cadenas con tachas cruzándole el pecho, borceguíes, látigo y encapuchado cual miembro del Ku Kux Klán, más que erotizarme y fingir miedito, me da un ataque de risa que no paro. Ya les dije que mi fantasía es muy modesta.
Pero podía imaginarme al muñeco en escena mientras miraba una vitrina de un megasexshop de la avenida Corrientes, mundo al que desembarqué el sábado por la tarde en plan de excursión e impulsada por la curiosidad natural, y porque si escribo sobre sexo mejor que esté informada, en este caso, sobre lo que ofrece el ingenioso mercado del juguete para adultos.
¿Dónde ponemos la plantita? wonderlandcode831.tumblr.com
¡Cuánto chiche para el placer y uno se lo estaba perdiendo!. El morbo va desatándose a medida que el vendedor explica las funciones de los aparatos e implementos fabricados para el entretenimiento íntimo, que son el muestrario completo de las fantasías del ser humano contemporáneo. Hay vibradores que se activan desde un llavero, culos de goma, chupetín de genitales, mariposas que te hacen sexo oral y otros tantos adminículos que muy bien no me acuerdo paqué sirven.
Lo que me pareció sórdido es el hiperrealismo de las muñecas inflables, objetos de una fiera belleza moldeada en China y Estados Unidos. Hasta se las puede pellizcar que la carne siliconada parece de verdad. Averiguando el precio de estas amantes silenciosas supe que la más vendida en el mundo es una colegiala japonesa con rasgos de animé, y que no sé porque razón los nipones bautizaron “Amanda”. Cuesta 6000 dólares y en la Argentina hay 500 personas que tienen la suya guardada en el placard…porque no creo que la tengan inflada todo el tiempo, a ver si se pincha o el gato le engancha la uña.
Otra sección que no tiene desperdicio es el fashion erótico. En la línea de disfraces dí con ese equipete básico para el sexo duro o BDSM, que no es lo mismo que Bondage ni Sadomaso, aunque el neologismo también define una práctica de sexo donde hay un dominado y un dominador que simula (o no) golpearte y hacerte sufrir. El traje fetiche es de cuero, pero para abaratar el costo, al producto a veces lo confeccionan en cuerina o cuero sintético, lo que supongo al cabo de unas horas de ejercicio debe sacar sarpullidos.
Sarna con gusto no pica, claro.